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Nacido el 7 de julio

Nacido el 7 de julio

El Hemingway del siglo XXI es un exboxeador que también escribe de los sanfermines. La cogida de hace un año le ha hecho famoso en EE UU

borja olaizola

Sábado, 11 de julio 2015, 02:06

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Estudio de televisión, cabina de radio y hasta sala de montaje. La habitación del hospital de Pamplona que ocupó hace un año el estadounidense Buffalo Bill Hillmann hizo las veces de redacción multimedia para satisfacer la curiosidad que su cogida en el encierro generó en los medios de habla inglesa. Los sanfermines siguen teniendo gancho en las multitudinarias audiencias anglosajonas y un estadounidense corneado por todo un toro bravo es un caramelo al que pocos medios pueden resistirse. «Tuve que atender a infinidad de gente, hasta la CNN entró en directo desde la habitación del hospital», recuerda.

La influencia de Hemingway

  • un rito iniciático

  • Las descripciones que de la fiesta de Pamplona hizo Hemingway en su novela The sun also raises (1926), (Fiesta, en español), tuvieron tal eco que los sanfermines pasaron a convertirse en un rito iniciático para muchos jóvenes de cultura anglosajona. Pamplona sigue siendo un hervidero de chavales americanos, australianos e ingleses en estas fechas. Casi todos se alojan en campings de pueblos próximos a la capital.

  • La inconsciencia de los guiris

  • A los pamplonicas les halaga la presencia de tanto guiri por lo que tiene de reconocimiento, pero temen su inconsciencia a la hora de participar en el encierro. No solo ignoran las reglas básicas, sino que a veces corren bebidos. Los protagonistas de las tres cogidas del primer encierro de este año han sido dos americanos y un británico.

Hillmann fue embestido hace justo un año a la altura de Telefónica por Brevito, un ejemplar de la siempre veloz ganadería de Vitoriano del Río. Recibió una buena cornada en el muslo y la hemorragia resultó tan aparatosa que algunos de sus compañeros de carrera temieron por su vida: pensaban que el morlaco le había alcanzado la femoral. Afortunadamente no fue así, aunque la herida era profunda y tuvo que pasar once días reposando en la cama. «Me arrolló otro corredor y caí al suelo cuando el toro venía por detrás. Me preparé para la embestida y me protegí mis partes íntimas con las manos, pero no tuve conciencia de que el animal me había dado una cornada hasta que descubrí que tenía todo el pantalón manchado de sangre».

Hillmann narra la peripecia de un tirón, se nota que la ha tenido que contar centenares de veces a lo largo de los últimos meses, y se anticipa a la siguiente pregunta: «Ni se me pasó por la cabeza la idea de dejar de correr el encierro». El escritor estadounidense, de 33 años, atiende al teléfono entre la algarabía que se respira estos días en Pamplona, su destino veraniego desde hace diez años. «He estado un poco nervioso porque era la primera vez que corría después de la cogida del año pasado, pero en cuanto he visto los toros me he olvidado de todo».

Como buen americano, su primer contacto con Pamplona vino de la mano de The sun also rises, la novela de Ernest Hemingway que dio proyección universal a la fiesta. El libro, publicado en 1926, se convirtió en el primer éxito editorial del escritor estadounidense, cuyo nombre quedó definitivamente ligado al de la capital navarra. «Fue la primera novela que leí entera, me enganchó desde el principio y cuando averigüé que la fiesta que se contaba allí seguía celebrándose todos los años, me hice el firme propósito de venir a Pamplona».

En los primeros años corrió por primera vez en 2005 desempeñó sin salirse del guión el papel del buen guiri y engulló todo el alcohol y las drogas que se le pusieron por delante. «Lo que cuento en Mozos, que es mi último libro, es la historia de mi propia transformación, de cómo pasé de ser un camello que bebía y que estaba enfermo de violencia a convertirme en el escritor felizmente casado que soy ahora». Esa metamorfosis, sostiene, se debe en buena medida al efecto catárquico que el encierro ejerce en su personalidad. «Correr delante de los toros me ha abierto los ojos y me ha ayudado a dar sentido a mi vida», se sincera.

Hermano en la cárcel

Hillmann arrastra un pasado de adolescente pandillero que adornó unos años más tarde con un título de boxeo en los Chicago Golden Gloves, un campeonato que en el pasado proyectó a figuras de leyenda como Joe Louis o Muhammed Ali. Del mundo de las bandas gangs en inglés trata precisamente el primero de sus libros, The Old Neighborhood, que en breve se publicará en castellano. La novela tiene una evidente carga autobiográfica, ya que el hermano mayor de Hillmann conoció la cárcel por un robo a mano armada y él mismo coqueteó a menudo con la violencia. «En Chicago, que es mi ciudad de origen, las pandillas siguen teniendo gran protagonismo y tuve peleas con mucha gente en aquella época».

Conoció el boxeo por mediación de un sacerdote en una escena que parece sacada de una película de John Ford: «Fue Peter, un cura católico, el que me enseñó a boxear. Me puso unos guantes y el primer día me acorraló a golpes en el ring sin que pudiese hacer nada por evitarlo. Yo era un niño pendenciero y aquello me vino muy bien porque me sirvió para canalizar la furia que tenía entonces». Aprendió la técnica y no tardó en destacar como una de las promesas con más futuro de su generación.

Su triunfo en los Chicago Golden Gloves a los 23 años presagiaba el inicio de una prometedora carrera profesional en el boxeo, pero fue entonces cuando Pamplona se cruzó en su camino. «Un amigo me había invitado a su boda en Dublín y cuando fui a coger el billete de avión comprobé que por solo 60 dólares más podía ir a Madrid y de allí a Pamplona». En aquel primer encuentro surgió un flechazo que se mantiene hasta hoy y que ha pasado por diferentes etapas. Los sanfermines ahogados en alcohol y drogas de los primeros años dieron paso al descubrimiento de una nueva dimensión de la fiesta. Hillmann recuerda que fue en 2009 cuando por primera vez se sintió realmente integrado en el encierro. «Dejé de beber y me concentré en lo que hacía. Mi primer encierro de verdad coincidió con la cogida mortal de un joven de Madrid en el tramo de Telefónica, que es donde suelo estar yo. El toro se llamaba Capuchino, yo corrí delante de él y el joven al que empitonó era Daniel Jimeno».

Presenciar en primera persona una cogida mortal cambió su percepción. Lo que más le conmovió fue la solidaridad de los corredores. «He sido testigo de actos de generosidad extrema de corredores que arriesgan sus vidas para que sus compañeros queden a resguardo y eso me ha llevado a concluir que el encierro no se puede entender como algo individual». Hace un par de años escribió un libro a modo de guía para sus compatriotas que se acercan por primera vez a sanfermines. Se titulaba Cómo sobrevivir a los toros en Pamplona y solo se editó en formato electrónico.

La repercusión mediática de su cogida jugó al principio a su favor y todas las informaciones le retrataban como heredero del espíritu aventurero de Hemingway. Sin embargo, a medida que pasaban los días las cosas se fueron complicando. La entrada en escena de los colectivos de defensa de los animales cambió la orientación del escenario y Hillmann pasó a ser objeto de todo tipo de chanzas. Dibujado como un defensor de costumbres más bárbaras, muchos medios ironizaron sobre él. La propia cadena de televisión CBS dijo que «quizás debería haber leído su propio libro con más atención». La respuesta ha consistido en escribir una nueva obra sobre su experiencia: Mozos, una década corriendo con los toros en España. En su obra defiende a capa y espada todo lo que tiene que ver con la tauromaquia y arremete contra los que la critican «sin tener ni idea de qué se trata». Palabra de Hillmann.

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