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Oxford contra Peppa Pig

Oxford contra Peppa Pig

La editorial de la Universidad inglesa no quiere que en sus libros para niños haya referencias al cerdo, «o lo que se le parezca», por respeto a judíos y musulmanes

FRANCISCO APAOLAZA

Viernes, 23 de enero 2015, 00:27

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Esta historia saltó a la palestra a raíz de la censura tras los atentados contra la revista 'Charlie Hebdo'. Cuando un periodista comentó en la BBC la recomendación de la editorial Oxford University Press de obviar en los libros de texto para niños «cualquier referencia al cerdo o a todo lo que se le parezca», con el fin de no ofender a judíos y musulmanes, una medida ridícula para buena parte de sus lectores.

Oxford University Press, la editorial del prestigioso centro académico británico, es la que más libros vende en el mundo, así que los niños de 200 países podrían crecer sin leer una sola alusión a las salchichas y el bacón (tan clásicos en los calóricos desayunos ingleses) o a la famosa cerdita Peppa Pig, una de las reinas de los dibujos animados.

El propio periodista que desveló la extraña recomendación mostró su incredulidad en antena. «Si un editor respetable ligado a una institución académica te dice que debes escribir un libro, pero que no puedes mencionar a los cerdos porque ofendes a otras personas, pensarías que es ridículo, que se trata de una broma». Y no lo era en absoluto.

El asunto ha llegado al Parlamento británico, donde el diputado laborista y musulmán Khalid Mahmood ha asegurado que la medida «carece de sentido». Las comunidades judías también se han opuesto y se han apresurado a aclarar que su religión prohíbe comer cerdo, pero no dice nada sobre su representación.

Al principio se pensó que la insólita advertencia de la Oxford University Press era una broma, pero cuando la propia editorial lo confirmó, hasta los más transigentes se han echado las manos a la cabeza. La institución académica recuerda que vende libros en países con culturas muy distintas y que antepone la educación de los niños a que cualquier imagen pueda herir sensibilidades.

Para tratar de amansar la polémica, la directora de publicaciones, Jane Harley, ha aclarado que «los tabúes culturales nunca tienen que ponerse en el camino de las necesidades de aprendizaje, que siempre serán nuestro foco de atención. Por ejemplo, una definición de cerdo nunca será excluida de un diccionario y ni se nos pasa por la cabeza sacar al personaje del cerdo de un cuento».

Aunque el lobo puede estar tranquilo de que no se le acabe el cuento, las palabras de Harley no han calmado los ánimos. Ya hay quien reprocha a la vieja y respetada editorial (sus primeros volúmenes datan del siglo XVI) que haya cedido al integrismo religioso.

Dependiendo del prisma con el que se miren, los asuntos infantiles no son tan inocentes. La propia serie de 'Peppa Pig' fue denostada en Australia por un grupo de telespectadores: donde había una inocente cerdita creyeron ver un peligroso agente feminista que encarnaba el comunismo, las visiones ecologistas del mundo, la pansexualidad, el multiculturalismo, además de una jovencita que una y otra vez socavaba la figura de la autoridad paterna. El asunto no pasó a mayores, pero sí que han ocurrido incidentes con otros contenidos aparentemente inocuos. En Turquía se llegó a prohibir 'Heidi' porque a la protagonista se le veía la ropa interior mientras corría descalza por las verdes praderas de los alpes suizos.

Triki y las zanahorias

En otras ocasiones, las series se han tenido que adaptar a las culturas de los países donde se emiten. Por ejemplo, en varios estados árabes, Homer Simpson, de 'Los Simpson', bebe gaseosa en lugar de cerveza. Y en las televisiones argentinas lograron que se obviara un capítulo en el que Lenny y Karl, compañeros de trabajo y de barra de Homer, bromeaban sobre la dictadura de Perón. En España, 'Shin Chan' ha recibido decenas de quejas de espectadores por sus bromas de contenido sexual y en Estados Unidos se emite en cadenas de adultos. Los polacos fueron más allá y la portavoz de los derechos del niño pasó semanas investigando junto a un equipo de psicólogos si los 'Telettubies', de la BBC, fomentaban la homosexualidad. Finalmente, el gobierno negó tal relación después de que la Comisión Europea les diera un buen tirón de orejas por lo que consideró como una caza de gays inaceptable.

La lista de extravagancias relacionadas con los miramientos culturales es larga. Incluso los capítulos de 'Barrio Sésamo' han sido objetivo de censuras. Hace unos años, la productora de la serie quiso reeditar el programa, pero las autoridades norteamericanas le obligaron a declarar las primeras temporadas como contenido para adultos. ¿Cuál era el inconveniente? Los jerarcas de Washington creían que el Monstruo de las Galletas fomentaba con su comportamiento hábitos alimenticios poco saludables. Desde 2005, Triki deglute zanahorias en lugar de galletas para enseñar a los niños las bondades de comer frutas y verduras. Pero claro, el Monstruo de las Zanahorias es, como mínimo, menos dulce.

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