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Osoro, Rouco Varela y Cañizares.
El Papa nombra a Carlos Osoro sustituto de Rouco en el arzobispado de Madrid

El Papa nombra a Carlos Osoro sustituto de Rouco en el arzobispado de Madrid

Su carácter, mucho más contemporizador que el de su antecesor, es del agrado de Francisco

Antonio Paniagua

Jueves, 28 de agosto 2014, 12:25

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Se va el hombre que ha personificado el poder eclesial durante 20 años. Hace 15 días se supo que el Papa había aceptado la renuncia del que fue el hombre en España de Wojtyla y Ratzinger. El cardenal Antonio María Rouco, hasta hace pocos días arzobispo de Madrid, cede el testigo a Carlos Osoro, actual vicepresidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valencia.

Osoro, llamado a ocupar altos destinos en la jerarquía eclesiástica -algunos analistas le ven como próximo presidente del Episcopado dentro de unos años-, es lo más parecido que existe en España al papa Francisco. El sucesor de Rouco, que en marzo cedió el liderazgo de la Conferencia Episcopal, tiene un carácter mucho más contemporizador que su antecesor: en Oviedo usaba una retórica que agradaba a la izquierda y en Valencia hizo buenas migas con las autoridades del PP. En su primer mensaje a los fieles, Carlos Osoro agradeció al Papa la misión encomendada y recordó a los enfermos y a quienes están sin trabajo, así como a los inmigrantes. Siempre y juntos, tenemos que buscar movernos por criterios de justicia social y no por concepciones economicistas, apuntó.

Con 78 años cumplidos, tres más que los preceptivos para jubilarse, Rouco abandona la archidiócesis de Madrid con amargura, sin haber tenido la opción de colocar a obispos de su cuerda ni en la jefatura de la Conferencia Episcopal ni en el arzobispado de Madrid. Se despide además sintiéndose maltratado por las formas empleadas por la Santa Sede para preparar su relevo. El Vaticano hizo hoy públicos los nombramientos, en los que se confirma que Antonio Cañizares, ahora enemistado con Rouco a raíz del caso de Jiménez Losantos, sucederá a Osoro como arzobispo de Valencia.

El legado del cardenal gallego no encajaba en los planes de renovación de Jorge Mario Bergoglio. El expresidente de la Conferencia Episcopal incluso deslizó entre los suyos algunas ironías poco discretas contra el nuevo pontífice. Nada extraño en un obispo que, como Rouco, debe todo lo que es a Juan Pablo II y Benedicto XVI, con los que ha mantenido una fidelidad sin reservas.

Petición para Fidel Herráez

Las peticiones de Rouco a Roma para que su delfín Fidel Herráez, obispo auxiliar de Madrid, se sentara en la silla que quedaba vacante, han caído en saco roto. En la recámara se guardaba los nombres de Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, y Braulio Rodríguez (Toledo), para tomar el báculo en Madrid. No es que Osoro sea un disidente o un rara avis en el episcopado. En realidad, el exarzobispo de Valencia es tenido por un moderado, pero se ha granjeado el respeto del Papa por su pastoral cercana, su trato directo con los laicos y sacerdotes y su querencia por pisar la calle.

Rouco, uno de los eclesiásticos más poderosos en la historia de España, abandona el cargo sin que el presidente Rajoy le haya recibido en la Moncloa, y con la humillación añadida de que, una vez que se ha conoció hace dos semanas quién tomará el testigo, la Nunciatura Apostólica no ha esperado a septiembre para comunicarlo.

Toda la operación de salida se ha urdido a sus espaldas, lo que no ha sentado bien al purpurado. Y para colmo de agravios el Gobierno de Rajoy quien le despacha con displicencia indisimulada- estaba enterado del cambio antes que el propio Rouco. Antonio María Rouco, que acumula títulos y méritos en la Iglesia, se creía merecedor de un tratamiento más respetuoso por parte de la Santa Sede, o al menos haber sido destinatario de un mensaje personal de Francisco, cosa que no ha ocurrido.

El Peregrino

A Francisco, quien puso a Osoro el sobrenombre de el Peregrino, le gusta el temperamento tranquilo y dialogante de Osoro. Por eso le ha elegido como embajador en España de su primavera eclesial. El nuevo arzobispo de Madrid, de 69 años, descubrió su vocación sacerdotal a los 28 años. Conoce, por tanto, lo que se cuece más allá de los muros del seminario. Antes de cursar Teología estudió Magisterio, Pedagogía y Matemáticas.

Se da por hecho que Osoro lucirá pronto la birreta púrpura. Todos sus antecesores han sido cardenales y sería extraño que él fuera una excepción. Además, siendo el hombre llamado a suceder a Ricardo Blázquez como presidente de la Conferencia Episcopal para sembrar el nuevo estilo de Francisco, lo lógico es que le revistan de esta autoridad eclesiástica para afianzar su auotiridad.

Los delfines de Rouco estaban demasiado identificados con esa imagen hosca del cardenal de Villalba, proclive al anatema y a las prédicas destempladas. El Papa argentino desea pastores, clérigos con dotes amistosas para que vuelvan al redil los desafectos. La Iglesia de Bergoglio sigue rechazado el matrimonio homosexual y condenando el aborto, pero quiere ofrecer un rostro más amable, acompañar a la mujer que se enfrenta al trance de interrumpir el embarazo o del homosexual que ve en la Iglesia sólo una fuente de admoniciones.

El cardenal Antonio Cañizares (Utiel, Valencia, 1945), prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos desde 2008, deja Roma como era su deseo. Sin embargo, no logra la plaza de Madrid, que ambicionaba, y se tiene que conformar con la de Valencia. Como Rouco, Cañizares identificaba la unidad de España con el bien común. Ambos son conservadores, pero la obstinación de Rouco de mantener a toda costa a Jiménez Losantos en los micrófonos de la COPE sembró la discordia. El hartazgo del Vaticano, que no paraba de recibir quejas, y la proximidad de la Jornada Mundial de la Juventud de 2011, precipitaron el sacrificio de locutor estrella.

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