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Las amistades que brotan en estas convivencias son el ingrediente más especial de la experiencia de los voluntarios en citas como estas.
El valor de sentirse parte

El valor de sentirse parte

El trabajo de los voluntarios es tan imprescindible como visibles sus chaquetones | La convivencia con deportistas, periodistas e idiomas es una experiencia inolvidable

JOSÉ IGNACIO CEJUDO

Jueves, 16 de marzo 2017, 14:57

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Para el correcto funcionamiento de todo gran espectáculo se precisa una sólida base humana. Ya no sólo de profesionales expertos, sino de personas comprometidas de pleno. El Mundial de Sierra Nevada dispone de unos cimientos de 400 voluntarios. Quienes nada obtienen, los que todo aportan.

Han sido seleccionados a través de un proceso de selección que debió elegir entre más de mil solicitudes. Luego, encajados en distintos departamentos como los de avituallamiento, protocolo, comunicación, web y redes sociales, control de accesos o pistas y competición, entre otros. Los últimos, además, han recibido una formación expresa a cargo de la Federación Andaluza de Deportes de Invierno (FADI). En su mayoría jóvenes universitarios, también hay esquiadores veteranos o meros amantes de estos deportes.

María José Mateos ayuda con su dominio del inglés. «Me gusta colaborar en todos los eventos deportivos», expresa para justificar su presencia estos días. Doua Berrada, estudiante de Traducción, se rinde al curro de los periodistas: «Trabajan bajo presión perfectamente». Ellas tampoco lo tienen fácil, ya que traducen del español al inglés o al francés, acostumbradas a la inversa. Para Beatriz Bacarizo no es su primera vez: "Ya he participado como voluntaria en otros campeonatos y siempre me he llevado buenas impresiones, el Mundial es una oportunidad muy buena para adquirir experiencia".

«La parte de prensa y redes sociales debe ser muy disciplinada, hay que estar continuamente mandando información contrastada», relata Jesús Pérez, que lejos de quejarse trabaja encantado por su vocación periodística. «Estás en contacto con periodistas y deportistas y hablas otros idiomas, estás continuamente aprendiendo», afirma.

Pablo Casado se encarga de hacer traducciones y reconoce que «es muy complicado, terminas muy agobiado y la cabeza te acaba fallando, pero es genial cuando ves que puedes dominar varios idiomas». Pablo, que estudia Turismo y quiere dedicarse a la organización de eventos deportivos, no pierde ocasión para acceder al corazón de estas citas.

Carmen Pérez y Lola Palenque se conocen desde hace apenas siete días con Sierra Nevada al fondo pero ya son inseparables. Historias de voluntariado. Ambas participaron de la Universiada sin llegar a conocerse y repiten en los Mundiales junto a sus respectivos grupos de amigos. Lola tiene una capacidad inusual para relacionarse allí y allá; Carmen es más reservada. Las ha unido el departamento de antidoping. Como sea, ahora no se comprenden separadas.

Carmen se siente en casa: aprendió a andar en esta nieve, en la de Sierra Nevada. Almeriense, estudia sexto de Medicina en Santiago de Compostela. «Está siendo una experiencia bastante positiva, dedicada a vivir el campeonato y convivir con muchísimos deportistas y con los propios voluntarios», expresa Carmen. Como razones de la unión expone el deporte y también la música, que comparten con una guitarra y unos cantes entre cuantos se animan a ello. «Lo mejor es la convivencia, venimos a las seis de la mañana y no nos vamos hasta las doce de la noche», explica para justificar los lazos establecidos entre unos y otros.

«Hay más nivel y más variedad de países, este Mundial posee una dimensión mayor que la Universiada», concreta Carmen. Lola, que estudia Ciencias del Deporte, habla de la experiencia como de unas prácticas profesionales: «Vivimos muy de cerca el deporte de alto rendimiento, estando con todos los deportistas». Ella, además, practica el snow además del surf, por lo que no puede sentirse más realizada.

En el área de ayuda al voluntariado, encargado de temas de logística de comida y transporte, Francisco Javier Pérez repite experiencia a sus 46 años. Pidió vacaciones y qué mejor que pasarlas en la nieve. Observa entre los voluntarios más jóvenes «capacidad y voluntad para ayudar, se ofrecen constantemente mandando Whatsapps sobre dónde pueden ayudar».

Jesús Barral Canito es el responsable de Voluntarios del Mundial. Su amplísima experiencia le acredita para decir que los voluntarios «son el aceite para que el motor funcione». Jóvenes y no tan jóvenes movidos «por el entusiasmo, es lo que se pretende que se genere». Las resacas tras estas citas le dejan a Canito «cartas emocionadas y muchísimos amigos». Amistad, último ingrediente de este cóctel de puro corazón sin pedir nada más allá de sentirse parte.

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