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Sierra Nevada, testigo del cambio global

Sierra Nevada, testigo del cambio global

El calor avanza, la nieve dura menos, los ríos se agotan, los bosques, fauna y flora ascienden a las cumbres y los pueblos ganan en calidad de vida, es la radiografía de la sierra en el siglo XXI

Juan Enrique Gómez

Sábado, 21 de noviembre 2015, 02:57

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En la totalidad de los ecosistemas de la más meridional de las formaciones alpinas, el cambio global, la evolución del clima y el efecto del hombre sobre la tierra ha dejado de ser un futurible para convertirse en una realidad palpable. Sierra Nevada es desde hace algo más de dos décadas el gran laboratorio que registra las variaciones que de forma inmediata afectarán a la vida sobre el planeta y en especial a todo lo que se refiere a la conexión biogeográfica mediterráneo-atlántica y norte sur (Europa y África). En un momento en el que se suceden conferencias internacionales para estudiar qué hacer frente a los movimientos climáticos, el efecto invernadero y las consecuencias de la nefasta antropización de grandes y pequeños territorios, el estudio in situ de los ecosistemas más sensibles se ha convertido en la mejor arma para desarrollar modelos de gestión que ayuden a paliar una problemática indiscutible. Sierra Nevada, con las máximas altitudes de la península Ibérica y ubicada en el paralelo 37, una situación geográfica atípica para la alta montaña, a poco más de un centenar de kilómetros del continente africano, es un espacio caliente al que miran los ojos de la comunidad científica.

En Sierra Nevada no hay que esperar a fechas prefijadas como 2040 para comprar los efectos del clima. Ya es posible saber que en los últimos diez años, las temperaturas han experimentado un incremento en sus máximas y mínimas, y que hasta el final del siglo XXI el calor avanzará hacia las cumbres con una subida de entre 2,56 y 6,22 grados centígrados. Es una de las conclusiones de los científicos que, coordinados por el Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada, elaboran desde hace una década numerosos estudios que se engloban bajo el epígrafe de La huella del cambio en Sierra Nevada y que se ha convertido en referencia para la gestión ambiental de espacios naturales de dentro y fuera del ámbito peninsular.

La presencia de nieve no solo es la clave para el desarrollo económico de la sierra y su entorno, sino que también es la base fundamental para la supervivencia de centenares de especies de flora y fauna que habitan las más de 170.000 hectáreas que forman el espacio protegido. Ya se ha constatado que la nieve llega más tarde, se va antes y es menos densa, lo que afecta de forma directa a la totalidad de los ecosistemas, tanto de altas cumbres como los de la media y baja montaña, ya que de ella depende el caudal de los ríos y la calidad de sus aguas. Las simulaciones realizadas sobre datos obtenidos en los últimos años, señalan una tendencia a la disminución progresiva de la cantidad de nieve, ya que las precipitaciones en la totalidad de la sierra descienden considerablemente. Según los datos obtenidos desde hace 14 años mediante las imágenes del satélite Tierra, de la NASA, que fotografía la sierra cada ocho días, en el 79% del territorio nevadense investigado (más de 7.000 cuadrículas de 500 metros cuadrados) la nieve dura menos tiempo; en el 68% se retrasa el inicio del periodo de innivación, y en el 80,72% la nieve se retira antes, tendencias que son muy evidentes conforme se asciende en altitud. En ese mismo periodo de tiempo la nieve ha durado un día menos en las zonas bajas y 3,8 menos en las más altas, lo que supondría 27 días menos de nieve a lo largo del siglo en las cumbres y 7 días menos en las cotas bajas. ()

Reportaje completo, datos, investigaciones sobre cambio global, fotogalerías. Sierra Nevada, biodiversidad, en Waste Magazine

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