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Un año más centenares de personas escogieron el bosque de la Alhambra para presenciar el paso de la cofradía del Sábado Santo.

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Un año más centenares de personas escogieron el bosque de la Alhambra para presenciar el paso de la cofradía del Sábado Santo. Alfredo Aguilar

La Reina baja de la Alhambra

La campana de la Torre de la Vela anunciaba, por privilegio concedido a la hermandad, la salida de la Virgen de las angustias hacia su ciudad

JORGE MARTÍNEZ

GRANADA

Domingo, 1 de abril 2018, 01:28

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Rosas rojas, iris morado, calas moradas, alelíes morados y fresias blancas eran parte del adorno floral del paso de Santa María de la Alhambra que ayer bajó a Granada desde su parroquia del monumento nazarita. Se completaba con un calvario tupido de claveles rojos a los pies de la Virgen. Desde las primeras horas de la mañana se sucedieron visitas al interior del templo para contemplar la belleza del paso procesional de la Virgen de las Angustias con la imagen obra de Torcuato Ruiz del Peral, de mediados del siglo XVIII. La mañana, con sol radiante aunque con temperatura fresca, dio paso a las primeras horas de la tarde con la presencia ya en las inmediaciones del templo de buen número de granadinos y visitantes que no querían perderse el paso de la popular y tradicional comitiva del Sábado Santo, la única procesión en esta jornada que cierra el tiempo penitencial de la Iglesia Católica.

Junto a la Puerta de la Justicia se agolpaba ya buen número de personas que querían ver la salida por este singular espacio del cortejo de la hermandad. A las cinco y cuarto de la tarde se abrieron las puertas del templo y se dio paso a la cruz de guía, de madera tallada y plateada, realizada por Espinosa Cuadros en 1929. Detrás un cortejo de hermanos vistiendo colores crema y azul, con capa adamascada y presentando el interesante y valioso juego de insignias entre las que destacaba el 'Simpecado' que realizó la popular bordadora granadina Trinidad Morcillo en 1964.

Varios estandartes y el conmemorativo de la concesión de la Medalla de Oro a la Virgen alhambreña, formaban entre las filas de hermanos y de camareras de esta procesión.

En la Puerta del Vino se captaron impresionantes instantáneas llenas de sentimientos marianos

Casi media hora después de la salida ya se escuchaba la campana del paso anunciando la salida de la imagen de la Piedad. El capataz, José Carvajal Linares, era el encargado de mandar esa nave de corazones puestos bajo las trabajaderas del único paso de la cofradía. Poco a poco, con el acompañamiento de la banda de Nuestra Señora del Castillo, de la localidad sevillana de Lebrija, el paso avanzó hasta salvar el pretil que separa el templo de la calle Real de la Alhambra para continuar hasta la Puerta del Vino donde se podían captar impresionantes instantáneas llenas de belleza y sentimientos marianos. Mientras tanto, la campana de la Torre de la Vela anunciaba, por privilegio concedido a la hermandad, la bajada de la Virgen de las Angustias de la Alhambra hasta su ciudad. Sonaba en ese momento la marcha 'La Alhambra te recibe', antes de llegar a la Puerta de la Justicia.

Representaciones

«¡Qué bonito es este paso, cómo se nota que es granadino¡», decía uno de los hombres que veían la cofradía próximo a la puerta de salida de los palacios nazaríes. Un grupo de turistas alababan la belleza del entorno y la cofradía desplegada por los bosques. En el cortejo figuraban distintas representaciones de hermandades como la del Santo Sepulcro y la de San Juan de Dios, con su rector fray Juan José Hernández. Junto a ellos, la de la hermandad sacramental de Nuestra Señora de las Angustias, la Patrona granadina, con la que está hermanada. Al frente estaba su hermano mayor Miguel Luis López-Guadalupe. También estaban, en representación de la ciudad, los ediles populares Antonio Granados y Rafael Caracuel, junto a la concejala de Ciudadanos, María del Mar Sánchez, al ser el Ayuntamiento granadino hermano mayor honorario de esta cofradía de penitencia. En la puerta estuvo también el alcalde Francisco Cuenca, quien dio la primera 'llamá' tras salir de la Puerta de la Justicia. Esperaba por entonces una enorme muchedumbre en Plaza Nueva.

Marchas compuestas por el maestro José Faus, o por Luis Megías, dedicadas a la Virgen de la Alhambra formaron parte del repertorio que interpretó la banda, además de la partitura de 'Santa María de la Alhambra', de maestro Francisco Higuero, parte del patrimonio musical de esta cofradía o 'Clavel de primavera', de Alberto Muñoz.

Impresionante fue la a cascada de pétalos arrojados dentro de la Puerta de la Justicia

Complejo el trabajo de la cuadrilla de costaleros al paso por la Puerta de la Justicia, salvando la estrechez y los giros que hay que hacer hasta salvarla definitivamente y contemplar un año más la cascada de pétalos que son arrojados desde el interior del arco. Con la marcha 'Concha' se trabajaba bajo el paso, bajando por los bosques. Ya todo estaba cumplido hasta llegar definitivamente al centro de la ciudad. A esa hora, las seis de la tarde, el sol se comenzaba a perder entre el arbolado alhambreño hasta conseguir verlo de nuevo arañando la Puerta de las Granadas por la que pasó la Virgen poco antes de la siete de la tarde. En Plaza Nueva esperaba buen número de público recibiendo la Virgen una generosa 'petalá' y la oración hecha música con la marcha «Stela, Signum Fidei'.

Estación y regreso

La comitiva religiosa continuó su camino para buscar el recorrido oficial de la Carrera por Reyes Católicos hasta San Matías y bajar a la Plaza de Mariana Pineda. Después de pedir la venia ante la presidencia de la Federación de Cofradías continuó hacia la Catedral. Eran las nueve de la noche y aún restaba la estación ante el primer templo de Granada, poco antes de que tañeran las campanas a gloria.

La banda lebrijana interpretaba en la rampa de la Catedral la marcha 'La Sangre y la Gloria', de Alfonso Lozano, después del rezo ante el público que llenaba la plaza. La temperatura iba bajando considerablemente y eso hacía que muchos granadinos la vieran pasar y se retiraran a cobijarse pronto. Ocho grados marcaba el termómetro de Puerta Real.

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