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Fernando Argüelles
Viernes, 14 de abril 2017, 03:38
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El lúgubre tambor que abre la comitiva de la cofradía del Silencio, con su tenebrosa y repetitiva melodía, marcó el camino a más de dos centenares de nazarenos que precedían al paso de madera sobre el que el Cristo de la Misericordia recorre las calles cada madrugada del Jueves al Vierntes Santo.
Varias horas antes de que la cofradía se pusiera en la calle, ya estaban llenas de gente las aceras de Plaza Nueva y la Carrera del Darro esperando el momento más mágico de la Semana Santa granadina. Ciriales en alto precediendo a la oscuridad del respiradero y canastilla, tan sólo iluminados por los faroles de orfebrería, y la presencia de Cristo en posición inclinada hasta salvar la puerta de salida, fue un momento que sobrecogió el alma de los centenares de personas que lograron conseguir sitio junto a la cancela del templo de San Pedro. Era el comienzo de la estación de penitencia de esta cofradía tan querida. Mientras se ubicaba en su posición vertical, la comitiva iba poniéndose en la calle desde el interior del templo y llenando de silencio la Carrera del Darro.
En Plaza Nueva, al llegar la cofradía, era prácticamente imposible encontrar un hueco, y como es tradición el alumbrado público se fue apagando al paso de la corporación que, en el mediodía del Miércoles Santo, hacía el traslado del Cristo de la Misericordia desde la iglesia albaicinera del Salvador a la de San Pedro. La cofradía pidió venia a las dos menos veinticinco de la madrugada en la tribuna oficial de calle Ganivet, con más público en esta ocasión que en años anteriores, en gran medida gracias a la bonanza climatológica de esta Semana Santa.
El Cristo de la Misericordia de José de Mora es una obra sublime, para muchos se trata de uno de los mejores crucificados de la imaginería española, anatómicamente perfecto, aunque por su estado de conservación la cofradía procesiona una fidedigna copia por puntos de dicha imagen. En el año 2009 fue la última ocasión en la que pudo verse la talla original por Granada en la Madrugada del Jueves Santo, al celebrarse la Passio Granatensis aquel año. Con carácter oficial, el pasado año la cofradía finalizaba su recorrido en la Catedral, al celebrarse Año de la Misericordia, por lo que no se pudo disfrutar del regreso de la misma hasta San Pedro, como si ocurría este año, llegando la hermandad al templo pasadas las cuatro y cuarto de la madrugada.
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