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Dos hornacinas existentes en Lanjarón
Lanjarón, el pueblo de las hornacinas

Lanjarón, el pueblo de las hornacinas

Constituyen uno de los atractivos turísticos más singulares del municipio de Lanjarón

r. vílchez

Jueves, 28 de mayo 2015, 00:04

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El municipio alpujarreño de Lanjarón dispone de decenas de hornacinas y un ramillete de ermitas desde tiempos inmemoriales. Así, la hornacina de El Farolillo conserva en su interior una imagen del Cristo de la Expiración en la entrada de la antigua calle morisca del Barrio Hondillo y en el último recodo de la Cuesta de Salinas permanece la imagen del Corazón de María o también llamada por todos sus vecinos como la Virgen Hondera.

En la Placetilla Colorá está la de la Virgen del Carmen, existiendo otra con la imagen de esta virgen en la preciosa calle que lleva su nombre. En la calle de la Piedra del Castaño recibe su aposento el Ecce Homo y justo al lado se encuentra otra hornacina con la Virgen de las Angustias. En la calle de la Virgen del Pilar y en el pórtico de la casa cuartel de la Guardia Civil se encuentran las imágenes de la Virgen del Pilar. Sobre el portalón de la calleja del Pilar queda la Señora. Existen también hornacinas en honor a la Santísima Trinidad.

Además, y entre otras, el turístico pueblo de Lanjarón, famoso por sus aguas, balneario, hoteles, festejos cuenta con las hornacinas dedicadas a la Virgen del Carmen, a Santa Ana, a la Virgen milagrosa de la calle Las Moraledas, con la imagen de la Milagrosa. También las de San Rafael y un ramillete de ellas dedicadas a San Antonio entre callejuelas pinas y recodos apacibles y relucientes. Y la de San José tampoco podía faltar.

Epidemia de cólera

Cuentas los viejos de este lugar que cuando la epidemia del cólera sirvieron como protección los santos San Sebastián y San Roque, pues cada ermita se encuentra escoltando el pueblo, existiendo otra ermita donde en su día se va de romería para festejar a San Isidro Labrador. Lo mismo pasa cuando llega el día de la Virgen del Pilar, la gente hace sus mandas y se dirige para velarla y darle gracias a la ermita de la Virgen del Pilar, entre el cruce de Lanjarón y Órgiva.

Sobre el crestón del Tajo Colorao existe una ermita con su cruz. Todos le llaman el Tajo de la Cruz, paraje y viejo camino hacia la Alpujarra. Antiguamente las caravanas que no querían entrar en el pueblo hacían camino por Los Cortijuelos, cruzaban el río por el Puente Bajo y repechando ganaban el Puerto del Visillo, donde acechaban las brujas prestas al asalto de caminantes perdidos entre fragas y espesuras nocturnas.

En el siglo XVIII se puso la cruz sobre el tajo y su presencia desintegró la jauría diabólica. Aunque pronto se reagrupó enjambrada en el corte de Las Majaíllas, estribo y contrafuerte del Carrajón de la Chaparra. Lanjarón conserva como oro en paño para cada ermita y hornacina su salve y su canción, siendo visitadas y cantadas a media noche en las vísperas de la Virgen del Rosario y San Sebastián.

Las hornacinas, ermitas y la iglesia de Lanjarón constituyen uno de los atractivos turísticos más singulares de Lanjarón y convierten su ubicación en un interesante itinerario para los vecinos, turistas y visitantes, al poder comprobar los elementos artísticos e históricos de cada elemento. Sobre la mayoría de las hornacinas existen también leyendas y anécdotas por los milagros y favores concedidos. Esos pequeños santuarios han sido a juicio de los viejos del lugar verdaderos protectores contra epidemias y plagas.

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