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JORGE MARTÍNEZ
Lunes, 29 de septiembre 2014, 00:52
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La amenaza de lluvia estuvo presente toda la jornada de este domingo, último domingo del mes de septiembre. La mañana amaneció nublada y las previsiones no eran para nada favorables al desarrollo de un día, último domingo de septiembre, en el que la Virgen de las Angustias tiene su cita con los granadinos.
Poco más de cinco horas duró la procesión que congregó a miles de personas en el recorrido y a otras mucha en las filas con cera, de tal manera que cuando la Virgen alcanzaba la calle Ganivet, ya veía de regreso el comienzo de la comitiva por el Embovedado. Es una cita tradicional de manera que se mezcla la devoción a la Patrona con el disfrute de la estación recién estrenada hace apenas cinco días.
Maholetas, azofaifas, membrillos, nueces y almecinas, entre muchas otras variedades, disputaban la venta a las tortas, riscos de coco, soplillos y dulces de cabello de ángel o chocolate. La tradicional feria de frutos otoñales también era testigo del paso de la Virgen con su solemne cortejo. Ya al regreso los puestos permanecían más ligeros de mercancía y los precios eran poco más que al costo.
Durante el recorrido procesional se vivieron momentos brillantes como el paso de la Virgen por plaza de Pasiegas, donde se habían dado cita muchos granadinos. Para esas horas ya habían regresado numerosos autocares procedentes de pueblos y provincias cercanas a sus respectivos lugares de procedencia y las calles estaban más llenas de propios que de foráneos.
Desde Almería, Málaga y Jaén procedían varias de las peregrinaciones que constatábamos en la mañana. Pero también en Sevilla se organizaron algunos viajes y, como es habitual también, desde Cataluña la presencia de varios grupos se hicieron presentes en las calles.
La noche se cerró con la palma real que despidió a nuestra Patrona hasta el año que viene. Esperemos que, para entonces, la lluvia no sea invitada en una jornada, la del último domingo de septiembre en la que ni se le espera ni es bienvenida. Este domingo, afortunadamente, desapareció cuando más falta hacía.
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