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Laboratorio que investiga la infertilidad masculina.
Ser padre después de los 50... sin ser Mick Jagger

Ser padre después de los 50... sin ser Mick Jagger

La infertilidad masculina ha sido un tema tabú durante años, aunque los datos señalan que en el 40% de los casos de la falta de embarazo hay una causa masculina, en el 40% es femenina y el 20% restante tiene un origen desconocido

Rosario González

Sábado, 17 de diciembre 2016, 00:33

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Cuando se habla de infertilidad y de técnicas de reproducción asistida, es habitual enfocar el debate en el retraso de la maternidad, la edad fértil de la mujer, la reserva ovárica o la calidad de dichos óvulos. Sin embargo, el número cada vez mayor de parejas que recurren a un tratamiento de reproducción asistida ha permitido observar la incidencia de la infertilidad masculina y constatar que, en muchas de las parejas que buscan el embarazo, la causa de infertilidad reside en un esperma de baja calidad que no permite al varón dejar embarazada a su pareja de forma natural. De hecho, según los datos del IVI, instituto sobre la infertilidad de referencia en España, el factor masculino tiene una incidencia similar al femenino.

Concretamente, según los datos ofrecidos por el instituto, en el 40% de los casos la causa reside en los hombres y el 40% en las mujeres, mientras que el 20% restante tiene un origen desconocido, esto es, cuando los análisis clínicos tanto del hombre como de la mujer son correctos pero aún así no se logra el embarazo. "Más que aumentar el porcentaje, hablamos de que ahora son más visibles; mi padre era ginecólogo en Gandía y ni siquiera estaba protocolizado hace 50 años pedir un seminograma en el estudio de la esterilidad de la pareja", explica el Dr. Antonio Pellicer, fundador y copresidente del IVI.

La infertilidad masculina ha sido un tema tabú durante años, algo que el personal médico constataba en las salas de consulta con reticencias a aceptar, derivadas fundamentalmente de la tendencia a asociar la calidad del semen con cuestiones como la virilidad. Sin embargo, eso está cambiando. Según constata el Dr. Pellicer, "la actitud del hombre en la consulta es cada vez más colaborativa, aunque algunos siguen pendientes del móvil mientras hablo con su pareja, algo que me irrita sobremanera".

"Sin embargo -continúa el especialista-, hoy en día son más conscientes de que el 50% de los casos hay una causa masculina implicada. Es más, en muchos hay un sentimiento de culpa porque la mayoría del peso en el tratamiento lo lleva la mujer". Destaca también la superación del tema como algo tabú que se evidencia en el gran número de parejas "que se traen a la suegra a la consulta, lo que evidencia que es un tema que se habla en la familia".

El reloj biológico masculino

A diferencia de la mujer, que tiene una etapa fértil con un inicio y un final, el hombre es capaz de procrear en cualquier momento de su vida, puesto que "el testículo sigue funcionando y produciendo espermatozoides, al contrario que el ovario, cuya función es excepcional por encima de los 42 años", según destaca el Dr. Pellicer. Precisamente, hace unos días ocupaba portadas el vocalista de los Rolling Stones, Mick Jagger, que con 73 años acaba de ser padre por octava vez. Pero no es lo habitual y, con la edad, "hay más posibilidad de que los hijos padezcan algunas enfermedades impredecibles a priori, como la esquizofrenia, el autismo y algunos tipos de cáncer".

Algunos estudios alertan también de una bajada de calidad del semen en las últimas décadas, aunque, destaca el presidente del IVI, es algo difícil de evaluar puesto que en la actualidad solo se dispone del llamado seminograma para evaluar la cantidad, movilidad y morfología de los espermatozoides como único método válido para establecer la fecundidad de un varón. "Hay otros métodos adicionales, pero nada es predictivo en realidad. Por eso, aunque la calidad del seminograma haya bajado, no quiere decir que lo haya hecho la fecundidad de los varones. En general, la fecundidad de la especie humana es muy baja en comparación con otras especies y es difícil establecer si el semen es responsable o los efectos de la polución y otros contaminantes afectan también a la mujer", concluye el Dr. Pellicer.

Cómo mejorar la calidad del esperma

Aunque hay disparidad de opiniones sobre los factores que influyen -o no- en la calidad del esperma, los expertos coinciden en señalar el sedentarismo como uno de los grandes enemigos a batir. La recomendación sería realizar ejercicio entre tres y cinco veces a la semana, pero siempre de forma moderada y continua, evitando los entrenamientos de intensidad extrema. De esta manera, combinar el ejercicio regular con la alimentación saludable, así como dejar de fumar y reducir al mínimo la ingesta de alcohol es fundamental para mantener la calidad del esperma. "También algunas profesiones en las que se utilizan fertilizantes del campo deben consultar con su médico, y estamos descubriendo en investigaciones de la Fundación IVI otros contaminantes ambientales que se pondrán de relieve en un futuro próximo", explica Pellicer.

En cuanto a las causas, añade el facultativo, "se sabe que la temperatura de 34 grados a la que se debe mantener el testículo es fundamental para mantener una correcta espermatogénesis. Por eso, cualquier causa que la afecte influye sobre la calidad del semen". Asimismo, "la falta de descenso testicular en la infancia y adolescencia, permaneciendo los testículos en los canales inguinales, es algo que se ve bastante, y algunas profesiones en las que se abusa de estar sentado, también. Pero la causa más frecuente es un problema genético que daña la espermatogénesis congénitamente y este es un campo en el que aún queda mucho por investigar", concluye.

Respecto a la edad, el reloj biológico, aunque a otra velocidad, también corre en su contra. Esto sucede porque con los años bajan los niveles de testosterona, una hormona clave en la generación de espermatozoides y cuyo déficit provoca que se reduzca la cantidad de semen y que los espermatozoides sean más lentos. La etapa ideal de fertilidad masculina, explica Pellicer, es igual que en el caso de la mujer, entre los 20 y los 35 años, aunque hasta los 64 años la fecundidad del semen se mantiene bastante estable.

Los últimos estudios señalan además un nuevo agente externo que podría afectar a la capacidad reproductora, la soja. Según el estudio presentado por el investigador de la Fundación IVI, Francisco Domínguez, en el congreso anual de la American Society for Reproductive Medicine (ASRM, sustancias como la daidzeína y la genisteína, denominados fitoestrógenos, y presentes en productos derivados de la soja, como la leche, yogures, el tofu o miso, así como el metil-parabeno -que se halla en muchos productos cosméticos-, empobrecen la calidad espermática, y por tanto su capacidad reproductora.

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