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Una vuelta al mundo en 17 años y cuatro hijos

Una vuelta al mundo en 17 años y cuatro hijos

Candelaria y Herman Zapp llevan recorridos 300.000 kilómetros, visitado más de 70 países en un coche de 1928, y en el camino han nacido Pampa, Tehue, Paloma y Wallaby

Isaac Asenjo

Miércoles, 11 de enero 2017, 13:09

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Al iniciar su aventura les tomaron por locos, pero a ellos no les importó. Siguieron el dictado de su corazón y fueron a cumplir un sueño. Salieron como una pareja y por el camino han formado una familia, los Zapp. Herman y Candelaria llevan recorridos 300.000 kilómetros, visitado más de 70 países en un coche de 1928 y en este periplo han tenido sus cuatro hijos: Pampa, Tehue, Paloma y Wallaby.

Decía Neruda que 'si no escalas la montaña, jamás podrás disfrutar el paisaje' y esta pareja de argentinos no podía esperar más para viajar por el mundo. Muchos sueñan con viajar lo máximo posible y conocer países, sus gentes...sin embargo esos sueños a veces se quedan en una charla de alguna tarde en un inicio de año. «Nunca encontrábamos el momento adecuado. Teníamos buenos trabajo y queríamos hacer ese viaje soñado antes de tener hijos. ¿Dónde quedaron nuestros sueños?, dijimos», cuenta Cande en una entrevista radiofónica tras llegar a Barcelona para recorrer Europa, donde piensan poner punto a su viaje a finales de 2017.

Cande y Herman se conocen desde la infancia, comenzaron su noviazgo con 14 años e iniciaron el viaje haciendo el recorrido que va desde Argentina a Alaska en el año 2000, pensando en volver a casa, pero el tiempo se alargó más de lo establecido. «Lo que nosotros hicimos puede hacerlo cualquiera. Salimos con 4.000 euros, tenemos un coche viejito con el que quisimos dar la vuelta al mundo y tuvimos cuatro hijos en el camino. Si nosotros pudimos cumplir nuestro sueño, todos pueden», asegura Herman, quien dice no echar de menos tener una casa convencional, con su cocina, su sala de estar o el sofá donde tumbarse a ver una película porque tienen «el jardín más grande del mundo». «Tener poco es tener mucho. Se trata de admirar el valor de las cosas», explica.

Recorren los continentes alojándose en los hogares de otras familias, han visitado más 2.500 casas, y reciben decenas de invitaciones para vivir en diferentes lugares. «Es lo más lindo del viaje. Somos muy normales», dice Herman. «Cuando salimos de Argentina nos dijeron que fuéramos con cuidado -rememora el padre-, pero nunca nos dijeron que siempre va a haber gente que va a estar ahí en el momento justo». Herman asegura que sólo han sufrido un intento de robo, en Mozambique, cuando se llevaron su ordenador, aunque al día siguiente la gente del pueblo les ayudó a recuperarlo.

Para subsistir empezaron vendiendo acuarelas y más tarde un libro relatando su experiencia: 'Atrapa tu sueño', cuya venta es actualmente la fuente de ingresos de la familia. «Íbamos pagando con cuadros», cuenta la madre.

Los cuatro hijos de los Zapp, auténticos trotamundos que llevan toda la vida viajando, han nacido en cuatro países distintos y la historia clínica de Cande fue literalmente sobre ruedas. Nahuel Pampa tiene 14 años y nació en Estados Unidos; Lucas Tehue le sigue con 11 y alumbró en Argentina, adonde cada tres años regresan para permanecer durante tres meses; Paloma Huyaa es dos años menor y vino al mundo en Canadá; mientras que Marco Wallaby, con siete primaveras, «llegó de la forma más natural posible, nadando en el agua hasta que encontró a su mamá», describe la familia en su página web.

Los niños estudian por la mañana, una «pequeña rutina» dentro del viaje que impone Candelaria, que es la encargada de educarlos a distancia y prepararlos para los exámenes que hacen cada tres meses. «Llevamos a los niños a la NASA a ver una nave espacial», resalta Candelaria, que considera que sus hijos aprenden mucho de forma «práctica» durante el viaje, sobre «diferentes religiones» y culturas, por ejemplo, gracias a que conocen a las personas de las distintas casas donde se han alojado. «Educar a mis hijos fue un desafío. Tengo cuatro niveles distintos. Sigo el sistema argentino, pero lo más difícil es tener una rutina. Cuando estamos en carretera van aprendiendo, y cuando visitamos Argentina, cada tres años, ingresan en el colegio». No echan mucho de menos objetos como la PlayStation, porque no les falta la Xbox, el ordenador, o la Nintendo. «Mi casa me gusta un montonazo», dice Paloma en la radio, a lo que Pampa respone que «su vida le encanta».

Los Zapp han decidido poner punto y final al largo viaje antes de que acabe 2017 y regresar a su casa de Argentina porque los padres quieren que «los niños tengan los dos estilos de vida», según Candelaria, para que luego puedan elegir por ellos mismos cómo prefieren vivir. Saben que les costará «cambiar de vida», pero quieren disfrutarlo y aprovechar para escribir más libros sobre sus aventuras, «una manera de que el viaje no termine».

«Crecieron en un sueño y vieron cómo ese sueño se iba cumpliendo», dice Herman, que espera que su ejemplo haga que sus hijos «no tengan miedo a ir a por sus propios sueños».

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