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El ministro de Exteriores, Alfonso Dastis (c), tras la inauguración de uno de los Reservorios del Pueblo de Picotayoc, en Perú.
Letrinas españolas a 4.000 metros de altura

Letrinas españolas a 4.000 metros de altura

La Agencia de Cooperación financia parte de un proyecto para abastecer de agua potable a una aldea de los andes peruanos de 119 habitantes

Ander Azpiroz

Miércoles, 15 de marzo 2017, 02:46

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Picotayoc se encuentra a unos 150 kilómetros de la ciudad peruana de Cuzco y a 4.000 metros de altura. Llegar hasta esta aldea de apenas 119 habitantes no es tarea fácil. Sólo los conductores más audaces realizan el estrecho camino de suelo arcilloso y empinado que separa a la población de la carretera asfaltada que más cerca pasa de ella. El más mínimo error puede resultar fatal.

Este martes Alfonso Dastis hizo ese recorrido. Y no en calidad de ministro de Asuntos Exteriores, sino en la de titular de Cooperación, ese segundo nombre que lleva el departamento que dirige y que pocos parecen recordar.

La ayuda al desarrollo ha cambiado mucho desde que durante su primer mandato José Luis Rodríguez Zapatero se comprometiera a elevarla hasta el 0,7% del PIB. Aunque en la última etapa socialista se hicieron destacados progresos en la materia, la crisis se encargó después de enviarlos al traste. La cooperación se convirtió en una de las principales víctimas de la austeridad impuesta por Mariano Rajoy al llegar a la Moncloa. Así, ante la falta de fondos, José Manuel García-Margallo optó por una retirada estratégica de muchos de los países en los que estaba presente España.

Pese a las dificultades económicas, el Gobierno del PP ha mantenido la ayuda al desarrollo en algunos lugares donde la presencia española está más arraigada. Uno de ellos es Perú, país que figura entre los objetivos prioritarios de la cooperación española.

En Picotayoc, España ha aportado casi 100.000 euros del cerca de medio millón utilizados a algo tan básico como dotar de agua potable a sus habitantes e instalar lavaderos y letrinas, un sueño inalcanzable para muchas poblaciones rurales que pagan la ausencia de estas instalaciones en forma de enfermedades. Se trata de todo un lujo para una pequeña población que ayer se volcó para dar las gracias a España. Dastis disfrutó de un recibimiento por todo lo alto que incluyó bailes tradicionales y un festín con productos autóctonos preparado por los 119 habitantes, ayer ataviados con sus mejores galas. "Es un proyecto que da sentido a un viaje y a una misión como es la de la cooperación española. Es un gran orgullo y un honor", señaló el ministro.

Entre la población todo fueron gestos de agradecimiento, pero también hubo quien recordó que aún queda mucho que hacer. Una de ellas fue Eleanor, nacida en Picotayoc pero obligada a emigrar por la pobreza. Ayer regresó y se felicitó al contemplar los saneamientos en su aldea, pero, añadió, este es solo un paso, aún falta una carretera que nos comunique con los demás, acabar con la emigración y poner punto y final a la discriminación de la mujer. Y para eso hace falta presupuesto, añadió. Es muy probable que los exiguos fondos de la cooperación española no den para más.

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