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Rajoy: retrato del hombre impasible

Debemos hacernos una idea de Rajoy a la hora de decidir nuestro voto

GONZALO Jiménez-Blanco

Miércoles, 8 de junio 2016, 14:23

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Llevamos años conociendo al presidente del Gobierno, primero como ministro, luego como líder de la oposición y finalmente como presidente del Gobierno. Han sido muchos años y muchas posiciones o ángulos diferentes, lo que nos permite conocer bien el personaje y hacer una especie de retrato robot.

¿Qué ideas podemos sacar aquí?:

Lo primero es que es un personaje al que no le gusta tomar decisiones: prefiere que las cosas se arreglen solas;

Segundo: es un personaje que ha estado rodeado de gente que se ha aprovechado de la situación para sacar provecho personal, él no se da cuenta o lo ha consentido: Bárcenas, Barberá, Camps, Arístegui,

Tercero: es un hombre previsible, tiene como timbre de orgullo el que no adopta decisiones radicales sino que trata de mantener una cierta coherencia y que sus actuaciones pueden ser previsibles;

Cuarto: ha afrontado la situación económica de España, que era delicadísima, con acierto, al margen de otros temas menores que pueden distraer de la consecución de ese objetivo principal;

Quinto, es implacable en la destrucción de enemigos dentro y fuera del partido del partido pero dentro especialmente. Aplica la teoría del que se mueve no sale en la foto. Sus enemigos desaparecen "aunque parezca que fue un accidente": ¿que fue de Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, Juan Costa?. Así se explica que no haya candidatos alternativos en el partido;

Sexto, no tiene una especial ideología: ¿alguien sabe lo que piensa el presidente sobre alguna cosa? Es incoloro, inodoro e insípido en materia ideológica;

Séptimo, recuerdo una entrevista en televisión con José María García, que decía que Rajoy era algo así como el agua: que no mancha pero que tampoco limpia. Creo que es una acertada definición;

Octavo, no es amigo de definirse políticamente, no tiene un modelo de Estado ni falta que le hace. Cada día tiene su afán;

Noveno, tampoco se rodea -en política- de gente permanentemente sino que los que le rodean en un momento los sacrifica si tiene que sacrificarlos en el momento posterior. Quizá el ejemplo más visible sea el de Camps, al que debe el Congreso de Valencia para acabar con Juan Costa; una vez que Camps ya no es necesario, se le sacrifica sin ningún problema. Y lo mismo podemos decir de otros: Bárcenas, etcétera;

Décimo, es un hombre de ideas fijas. Él mismo lo ha declarado recientemente. Cuando ha formado una opinión, raro es que la cambie;

Undécimo, es un hombre de familia: no sólo vive con su mujer e hijo, sino que al parecer vive también en Moncloa con su padre al que adora y respeta;

Duodécimo, sigue siendo amigo de sus amigos de toda la vida: quizás Ana Pastor sea el mayor ejemplo;

Decimotercero, no está dispuesto a negociar con terceros lo que le parece innegociable: por ejemplo no ha querido negociar el voto para la investidura;

Decimocuarto, rara vez olvida una afrenta: Pedro Sánchez le faltó el respeto en el debate televisado previo a las elecciones y eso desde luego no lo olvidará Rajoy. Siempre considerará a Sánchez como un desleal y nunca más podrá fiarse de él;

Decimoquinto, tiene miedo escénico a la prensa manifestado por ejemplo en la huida ante los periodistas que le rodeaban en las Cortes o en su peculiar modalidad de rueda de prensa por plasma;

Decimosexto, no es un líder natural: debe su designación al dedazo de José María Aznar y no a la elección entusiasta de los militantes;

Y, por último, es un hombre "sensato": no pierde la cabeza, es y será un hombre austero y no se dejará seducir por los cantos de sirena que sedujeron a Aznar (tratar de tú a tú a George Bush, los pies encima de la mesa, yo por una foto con Bush aunque sea en las Azores, mato, la boda de El Escorial, etc.).

Con estos elementos, aunque no ponderan igual todos ellos, tenemos que hacernos una idea de Rajoy a la hora de decidir nuestro voto. Aquellos para los que su gestión económica es suficiente votarán probablemente a Rajoy (aunque para algunos también la gestión económica es mala y ni por ella le votarían); si por contra consideran que los elementos negativos tienen su importancia (o directamente son de otra ideología) entonces no podrán votar a Rajoy.

Cada uno tendrá su opinión pero creo que esos son los elementos que tienen que entrar en el cóctel que llevamos cada uno dentro de nosotros para decidir nuestro voto.

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