Sánchez someterá a la votación de las bases un eventual acuerdo de Gobierno

El cónclave celebrado el pasado 28 de diciembre, una semana después de los comicios, aprobó una resolución en la que se fijaba la senda a seguir: se acordó no facilitar ni por activa ni por pasiva, o sea, ni con un sí ni con una abstención un Gobierno del PP, pero también no sentarse a negociar con fuerzas que planteen la "autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento" si antes no renuncian a ello.

Aquel límite, que los críticos con Pedro Sánchez vivieron entonces como una victoria, dejaba estrecho margen para un acuerdo con Podemos, que tiene entre sus banderas la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña, pero a medida que la formación de Iglesias ha dado muestras de estar dispuesta a no poner esa reivindicación en primera línea de las negociaciones empezaron las dudas.

Algunas federaciones, entre ellas, la andaluza, trataron entonces de ir un paso más allá. Y a lo largo de esta semana, en la que Sánchez ha celebrado una ronda de contactos con todos los líderes regionales, reclamaron también una renuncia expresa a contar, no ya con el sí, sino con la abstención de formaciones secesionistas como ERC o Convergencia. Sin su concurso, es imposible que Sánchez llegue al Gobierno de la mano de Podemos porque juntos (90 diputados más 69) no suman los apoyos suficientes. Requerirían del sí de IU y el PNV, por ejemplo, y de una posición neutra del resto, sabiendo de antemano que PP y Ciudadanos votarían no.

Sánchez ha insistido una y otra vez en que en su búsqueda de un acuerdo él no mira exclusivamente a la formación de Pablo Iglesias, que lo hace "a izquierda y derecha" porque cree que no se puede ir a una "política de frentes". "Será el para qué lo que defina un pacto, no el con quién -ha dicho hoy-; hablemos de lo que importa a la gente".

Justo antes de lanzar la 'bomba', el secretario general del PSOE se ha enfrentado a quienes ya no creen en su liderazgo y le acusan de anteponer sus intereses a los del país y del partido para perpetuarse en el poder: "Lo último que me preocupa es mi futuro, lo que me preocupa es el futuro de los españoles, creedme. Todas las negociaciones serán en abierto y cualquier pacto tendrá todas las garantías".

En público será difícil que nadie se atreva a objetar nada a la decisión de consultar a las bases. En privado, sin embargo, los críticos llevaban días barruntando que esto pasara y advirtiendo: "Es una irresponsabilidad enfrentar a los dirigentes con los militantes". Esto mismo, en todo caso, lo hizo ya también el líder de los socialistas alemanes, Sigmar Gabriel, en 2013 antes de dar el sí definitivo a Angela Merkel para un gobierno de gran coalición.