Edición

Borrar
Mapa electoral tras el 20-D.
¿Por qué no todos los votos valen los mismo? ¿Cómo se reparten los escaños?

¿Por qué no todos los votos valen los mismo? ¿Cómo se reparten los escaños?

Un jurista belga popularizó en 1878 la llamada Ley D'Hondt, el sistema utilizado en España desde la Transición, que favorece a los grandes partidos y proporciona una sobrerrepresentación a las provincias más pequeñas

VIRGINIA MELCHOR

Lunes, 21 de diciembre 2015, 11:05

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cada jornada electoral a nivel nacional, tras el cierre de urnas llega la hora de la verdad: el escrutinio de los votos y el reparto de los cargos electorales en juego. ¿Cómo se traslada el número de papeletas obtenido por cada partido a escaños? Ahí entra en escena la denominada Ley D'Hondt, el sistema vigente en España desde los inicios de la Transición, que prima a las fuerzas mayoritarias con el objetivo de dotar de estabilidad a las instituciones. Países como Argentina, Brasil, Japón, Finlandia, Holanda, Irlanda, Suiza, Portugal o Turquía también lo utilizan.

El 'padre' de este sistema es Víctor d'Hondt, un jurista belga y profesor de Derecho Fiscal de la Universidad de Gante, que popularizó su método en 1878 al publicar su libro 'La representación proporcional de los partidos por cada elector', al que siguieron tres obras más. Se inspiró en una regla creada un siglo antes (1792) por Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, cuando se debatía la fórmula de prorrateo del Congreso en virtud del primer censo del país tras independizarse del Imperio Británico. Jefferson fue el principal autor del texto de la Declaración de Independencia firmada en 1776 y se convirtió en el tercer presidente de EE UU.

En un sistema electoral como el español en el que el reparto de escaños no se realiza a partir del cómputo general de votos en todo el país, sino por provincias -cada una de ellas tiene asignado un número concreto de diputados-, la ley d'Hondt favorece a los grandes partidos nacionales o a los que cuentan con un notable peso específico en algunas zonas.

Es el caso de las formaciones nacionalistas en Euskadi o Cataluña. Así, en los comicios de 2001, por poner un ejemplo, el PNV se hizo con cinco asientos en el Congreso tras sumar 324.317 papeletas. UPyD tuvo la misma representación pese a alcanzar más del triple de votos: 1.143.225. Y CiU, 16 diputados con menos apoyo que el partido fundado por Rosa Díez: el de 1.015.691 ciudadanos.

La regla funciona del siguiente modo:

1. Para determinar los 350 diputados del Congreso se establece, según la normativa vigente, una división territorial en 52 circunscripciones: las 50 provincias españolas más Ceuta y Melilla.

2. Cada circunscripción tiene asignado un determinado número de diputados: uno Ceuta, uno Melilla y un mínimo de cada por provincia. Esto supone un total de 102 escaños. Los 248 restantes se reparten de manera proporcional a la población. En el caso de Euskadi, Bizkaia cuenta con 8, Gipuzkoa con 6 y Álava con 4.

3. Se desestiman aquellas candidaturas que no hayan superado el 3% de los votos totales. Entre las restantes, se divide el número de papeletas obtenidas por cada lista por 1, 2, 3... hasta un número igual al de los escaños de la circunscripción.

4. Los escaños se atribuyen a las candidaturas que obtengan los cocientes mayores en el cuadro.

Con este reparto, los residentes en Soria -la provincia menos poblada- votan para elegir dos diputados, mientras que los de Madrid -la más habitada- lo hacen para seleccionar 36. La consecuencia es que en la capital española -o en Barcelona, Valencia, Sevilla- para lograr un escaño cada partido necesita muchos más votos que en otras circunscripciones. Por tanto, el valor de cada papeleta en una provincia pequeña -donde hasta ahora han sido casi hegemónicos el PP y el PSOE- es proporcionalmente mayor.

Además, formaciones con un voto homogéneo en toda España, pero que no despuntan singularmente en ninguna comunidad, se ven penalizadas frente a las grandes fuerzas políticas y a los grupos nacionalistas con gran peso en sus respectivas autonomías. ¿Por qué? Porque sus votos en múltiples circunscripciones -en especial, las pequeñas- no se traduce en escaños. El ejemplo clásico es el de Izquierda Unida. En las generales de 2011, consiguió once diputados tras sumar 1.686.040 papeletas. La izquierda abertzale, que se presentó bajo las siglas de Amaiur, obtuvo un apoyo cinco veces inferior (334.498 votos), pero sumó siete parlamentarios en el Congreso.

En el Senado son nombrados directamente los cuatro candidatos con más votos en cada circunscripción.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios