Edición

Borrar
Miembros de las fuerzas de seguridad de Afganistán llegan a la Embajada de España en Kabul tras el ataque.
Los gobiernos del PSOE y del PP desoyeron los avisos sobre el peligro de la embajada de Kabul

Los gobiernos del PSOE y del PP desoyeron los avisos sobre el peligro de la embajada de Kabul

El GEO y los antidisturbios han reclamado desde hace seis años en multitud de informes el cambio de ubicación de la legación diplomática

Melchor Sáiz-Pardo

Sábado, 19 de diciembre 2015, 10:08

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Fueron infinidad de avisos, notas y documentos. Los informes policiales sobre la imperiosa necesidad de cambiar la ubicación de la Embajada española en Kabul no han dejado de llegar a los gobiernos socialista y popular de forma periódica, a veces con una cadencia de solo dos meses, desde que en octubre de 2009 un ataque talibán en las inmediaciones de la legación dejara claro que la protección de la misión no pasaba por reforzar las medidas de seguridad sino por llevarla fuera de un barrio, otrora bastante seguro, pero que había crecido en solo cuatro años sin orden ni concierto y cuyas edificaciones habían rodeado los terrenos de la legación. Algunos de esos avisos, incluso, vaticinaban un ataque calcado al que hace una semana costó la vida al subinspector Jorge García Tudela y al policía Isidro Gabino San Martín Hernández, amén de a otra decenas de personas.

Nadie en los dos gobiernos niega esos documentos ni su contundencia al pedir una mudanza como única solución. Los actuales y pasados responsables del Ministerio del Interior, a los que llegaron estos informes policiales, aseguran de manera «tajante» que los transmitieron a Exteriores en «tiempo y forma» porque no tenían competencia sobre el cambio de ubicación, ni siquiera sobre mejoras puntuales de seguridad del complejo. Los actuales y pasados responsables de Exteriores, a los que fueron reenviados esos documentos que firmaban los funcionarios policiales, alegan que la mala situación inmobiliaria en Kabul ha hecho imposible durante seis años adquirir o comprar un nuevo edificio en la blindada 'zona verde', donde se ubican la mayoría de las embajadas de los países occidentales, algunos de los cuales sí que se mudaron del caótico barrio de Shirpur en el que siguió el edificio español.

Este periódico ha tenido acceso a dos de esos documentos (que no se reproducen por obvios motivos de seguridad) y ha podido consultar otros muchos redactados por jefes policiales y responsables de GEO, UIP (antidisturbios) o GOES (Grupo de Operaciones Especiales). Dosieres enviados durante los mandatos en Exteriores de Miguel Ángel Moratinos, Trinidad Jiménez y José Manuel García-Margallo; en el tiempo en que Interior ha estado dirigido por Alfredo Pérez Rubalcaba, Antonio Camacho y Jorge Fernández Díaz; y durante el periodo en el que la legación diplomática en Afganistán ha estado bajo la responsabilidad de los embajadores José Turpín, Juan José Rubio y Emilio Pérez.

La riada de avisos comenzó en noviembre de 2009, solo unos días después de que el 28 de octubre de ese año tres terroristas talibanes vestidos de policías y con armas automáticas y cinturones con explosivos asaltaran la casa de huéspedes Bekhtar, situada a solo 150 metros de la embajada español, en la que se alojaban decenas de trabajadores de la ONU. Seis extranjeros, un civil afgano y los tres terroristas murieron en el ataque y en el posterior tiroteo.

Daños colaterales

Trece balas impactaron en el edificio de la Embajada de España. Incluso, el entonces canciller, Carlos Lozoya, dijo que se había «salvado de milagro». Moratinos, en ese momento ministro, aseguró en rueda de prensa que el ataque había sido «gravísimo» y garantizó que el Gobierno haría un «esfuerzo suplementario» para garantizar la seguridad.

Espoleados por esas promesas llegó de inmediato el primer informe de los servicios de seguridad de la misión. El documento, plagado de fotografías, fue remitido con copia al embajador Turpín, al departamento de seguridad de Exteriores y a la Unidad de Cooperación de la Policía. La sentencia era clara: el edificio era «vulnerable a cualquier tipo de ataque» y un «blanco fácil para la colocación de cualquier artefacto explosivo». Es más, el documento era premonitorio: hablaba de la posibilidad de un ataque con coche-bomba y de la «invasión de varios individuos armados» en la legación, como había ocurrido días antes en el hostal Bekhtar. La lista de deficiencias era enorme: la legación estaba rodeado por tres calles, en algunas zonas había menos de un metro entre los edificios oficiales y el muro, solo había una puerta de acceso.. «Reubicar la Embajada, así como los edificios colindantes, en un espacio suficiente que permita diseñar un 'compound' que reúna unas mínimas condiciones de seguridad», era la recomendación tajante.

«A raíz de aquello se fortificaron las instalaciones para reforzar la seguridad», explicó hoy un portavoz de Exteriores. Lo que se hizo, según diferentes fuentes, fue tapiar una de las puertas, todas las ventanas de la primera planta, colocar algunas planchas metálicas, levantar una segunda pared y construir dos garitas. «Ni el espacio ni el dinero daba para más», comenta uno de los GEO destinados por entonces en la legación.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios