Salir antes del trabajo está en manos de los políticos

Spain is different. Parece una coletilla y un estereotipo del que nunca conseguiremos librarnos por completo en este país, y que -aún hoy- puede aplicarse a multitud de ámbitos y reminiscencias culturales que todavía continúan inundando muchos de los aspectos de la vida personal y profesional de los españoles.

Así, por ejemplo, mientras en el resto de países de la Unión se aboga por una jornada laboral continuada, en la que la eficiencia y la productividad prima más que la mera presencia o el cumplimiento obligado de un horario, que muchas veces resulta absurdo o contrario a esa idea de eficacia, en España aún se arrastra un horario de trabajo en ocasiones muy prolongado o fragmentado en exceso.

De esta forma, ni el tiempo que se concede para el almuerzo acaba de ser aprovechado como tiempo libre en toda su definición, por la posible lejanía del lugar de trabajo con el hogar o la imposibilidad -por tiempo- de alejarse mucho de éste, ni las horas que se cumplen por la tarde evidencian el mismo ritmo y calidad de trabajo que la jornada matinal.

Así pues, todos los colectivos e instituciones implicadas emprendieron un largo camino en 2012, que -un año mas tarde- acabó derivando en un texto en el que se postulaba un objetivo claro: emprender iniciativas legislativas que nos encaminen hacia unos horarios de vida y de trabajo más acordes con los países de la Unión Europea, concluyendo además que con un horario más ajustado al de nuestros vecinos se podría conseguir una clara mejora de la productividad y una reducción del absentismo.

Pero lo cierto es que el texto lleva más de un año parado, sin llegar a ser presentado al Congreso, y aunque desde el gobierno se asegura que "a Mariano Rajoy le preocupa bastante este tema", lo cierto es que "nadie acaba de ponerle el cascabel al gato" -en palabras de Lourdes Ciuro, de CiU, quien añade que "el que gobierna tiene un plus e responsabilidad".

Sólo somos europeos cuando hay Champions League -afirma José Luis Casero, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles. "Los políticos tendrán que tomar decisiones valientes y volver a Greenwich. Una de las consecuencias del desfase horario es que dormimos poco y tanto los niños como los adultos somos menos productivos al día siguiente. En este país tenemos el extraño hábito de acostumbrarnos a lo malo -concluye, dejando claro que la bola está en el tejado de los responsables políticos de este país.