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La presa de Siles, a finales del año pasado, estaba casi llena.
Las dos grandes obras para regadíos en épocas de sequía como la actual, 'hechas' pero sin uso

Las dos grandes obras para regadíos en épocas de sequía como la actual, 'hechas' pero sin uso

La presa de Siles fue inaugurada en 2015 pero sin tuberías y a la balsa del Cadimo en Jaén le falta la instalación eléctrica

José M. Liébana

Jueves, 8 de junio 2017, 00:21

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Es como tener autovías y no tener los accesos. 'Dios da pan a quien no tiene dientes', que dice el refranero, con sus múltiples variantes: da maíz a quien no tiene gallinas, da sombrero a quien no tiene cabeza... y da agua y pantanos a quien no tiene tuberías. Las dos principales obras en la provincia de Jaén pensadas para aliviar los campos en épocas de escasez de precipitaciones como la actual, la presa de Siles y la balsa del Cadimo en Jaén, están terminadas, después de no pocos retrasos, pues ambas tenían un plazo de ejecución hasta 2012, pero no pueden utilizarse. La primera, porque falta las tuberías en alta, y la segunda, porque no tiene la instalación eléctrica y las conducciones. De ahí el malestar de agricultores y organizadores agrarias, que piden agua.

La primera piedra de la presa de Siles se puso un 14 de enero de 2008 bajo los paraguas de un día lluvioso. Su construcción se ideó sobre todo pensando en los regantes de la comarca de Segura y también, aunque en menor medida, para el abastecimiento de agua potable a la zona. Su terminación se fijó para hace un lustro, pero sufrió retrasos presupuestarios y se acabó en 2015. Entonces surgió la discusión entre el Gobierno central, que construyó la presa, y el Gobierno andaluz, sobre quién tiene que pagar las tuberías.

Madrid esgrime que son competencia de las comunidades autónomas, y Sevilla, que se trata de una obra que fue declarada de interés general, pues está pensada para beneficiar a la comarca, y que por tanto las conducciones en alta son responsabilidad del Estado, a diferencia de las conducciones en baja, que son competencia de las comunidades de regantes y en ellas puede colaborar la Junta de Andalucía.

Recibió un premio

El caso es que la presa construida en el cauce alto del Guadalimar, que hace poco recibió el Premio Smagua 2017 en la categoría de Grandes Obras Hidráulicas de captación y transporte (está hecha de materiales sueltos del entorno, «con elementos de gran originalidad, que contribuyen en el plano social y mejoran el aspecto ambiental») y que a finales del año pasado estaba casi llena con 28 hectómetros cúbicos de agua de sus 30 de capacidad, no tiene las tuberías necesarias para regar los campos cada vez más secos de la zona.

El mes pasado, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir anunció un vaciado técnico y lamentó que ningún agricultor de la zona hubiera presentado solicitud para este riego extraordinario, del que sólo se pueden beneficiar aquellos agricultores y comunidades de regantes que estén aguas abajo de la presa y que dispongan de la infraestructura necesaria para poder captar agua. La Plataforma por el Agua de la Presa de Siles criticó la «ausencia total de información» y UPA presentó poco después quince solicitudes de riego, a la vez que pedía a la CHG que afronte «la puesta en servicio de la presa, de una vez por todas». Y añadió que no hay más solicitudes, a pesar de la «elevada demanda de agua que existe en la comarca», porque sólo pueden hacerlo los agricultores «que tienen alguna instalación, aunque sea en precario», y que no se pueden solicitar más «porque no hay forma, ni infraestructuras, para que el agua llegue de la presa a los olivos».

Cadimo

Aunque se le llama la balsa del Llano del Cadimo, en realidad su tipología es la de «una presa de materiales sueltos con núcleo de arcilla impermeable inclinado», construida junto en el margen derecho del río Guadalbullón, de donde coge el agua mediante bombeo en dos captaciones, en la zona de Vega de Torrecilla, a las afueras de la capital jienense. De hecho, ocupa una superficie de 1,67 kilómetros cuadrados, tiene una altura máxima de dique de 38 metros y posee una capacidad para casi 20 hectómetros cúbicos de agua (sólo diez menos que la presa de Siles).

Esta enorme balsa se ideó hace una década con el doble objetivo de aumentar y afianzar la superficie de olivar en regadío, en hasta 15.000 hectáreas (su capacidad de abastecimiento se estiman 14 hectómetros cúbicos al año) y para regular y mejorar el caudal ecológico del río Guadalbullón, cuyo caudal se seca del todo en épocas de fuerte estiaje.

La primera piedra se colocó en octubre de 2008, en el marco del Plan Activa Jaén, y la previsión era terminarla en 2012. Pero primero hubo que parar las obras por los importantes restos arqueológicos aparecidos y luego vinieron las dificultades presupuestarias.

60 millones

Hace dos años, en mayo de 2015, fue la última visita oficial a las obras, que por entonces estaban a más del 75% de ejecución, según informó la Delegación del Gobierno de España en Andalucía, ya que es ejecutada por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir con fondos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. «Es la mayor inversión en materia de infraestructuras hidráulicas que el Gobierno está desarrollando en estos momentos en la demarcación del Guadalquivir», se dijo, pues la inversión se cifra en 60,8 millones de euros.

En diciembre pasado, la Subdelegación del Gobierno dijo que la balsa estaba terminada, a falta de la instalación eléctrica y de las conducciones.

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