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Raúl Quesada y Pilar Quirós, técnico en emergencias y enfermera.
Los duendes en la sombra de Expoliva

Los duendes en la sombra de Expoliva

Con su trabajo 'invisible' hacen posible la mastodóntica feria, con muchas horas «pero compensa»

Miguel Ángel Contreras

Viernes, 12 de mayo 2017, 00:39

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Los trabajadores invisibles, las incansables hormiguitas obreras que hacen su trabajo sin alardear, sostienen el mundo. Lo hacen posible. Sin ellos, se vendría abajo. Expoliva, como microcosmos del universo del oro líquido que es, lo pone en evidencia. Personal de limpieza, camareros, obreros de todo tipo, electricistas, sanitarios, cocineros, azafatos y azafatas, todos ellos y otros forman parte del ecosistema de la mayor feria del oro líquido del planeta, fuera de los focos de los políticos y del negocio que realizan los empresarios más o menos grandes del sector. Y sin embargo, son imprescindibles. Ellos son el 'aceite' que engrasa Expoliva.

Es el caso de Virginia Piñar y Mari Carmen Milla, azafatas en la feria, de la propia Institución Ferial de Jaén (Ifeja). Han terminado un máster y Derecho la una y Trabajo Social la otra. A sus 23 años, mientras preparan oposiciones o esperan para encontrar un trabajo han visto en eventos como Expoliva la forma de sacar unos cuantos euros. Un azafato o azafata, dependiendo de quién le contrate, puede sacar entre 70 y 80 euros, unos 300 en total si trabaja los cuatro días que dura la feria.

Su jornada comienza sobre un cuarto de hora antes de las 10:00 y se alarga hasta las 20:00 horas. Son azafatas de protocolo, acompañando a las autoridades en su ruta o estando en la puerta, como apoyo para información, organización o acreditaciones. Solo de Ifeja hay unos 50. «De momento parece que hay más gente que hace dos años. Han ampliado la feria y hay más empresas extranjeras», explica Mari Carmen, que repite en Expoliva. «Es como me habían contado», aunque hay mucho movimiento para ser el primer día», apunta Virginia.

No trabaja en la propia feria pero sí tiene más curro gracias a ella Joaquín López. Lleva nueve años como taxista.

Los 127 taxis trabajando

«Estos días trabajamos todos, los 127 taxistas de Jaén», señala, incluyendo los dos números de teléfono. «Se nota más movimiento de gente. Ya que aquí no tenemos puerto, ni aeropuerto tendría que haber una Expoliva cada mes», asegura entre risas. La carrera cuesta «unos cuatro euros de aquí al centro», «desde El Corte Inglés aquí, unos cinco y medio o seis», añade. «Si subes de vacío bajar hasta aquí no traería cuenta, pero como esperas y subes con gente la verdad es que sí», apostilla. Echan jornadas largas, «doce horas o así al día, pero compensa».

En alguna ocasión, pocas pero pasa, le han pedido ir hasta el aeropuerto de Granada o el AVE de Córdoba. «Esas son carreras de ciento y pico euros», señala.

De la ciudad nazarí llegó Jesús Bracero, chef, que realizó un showcooking, una de las novedades de esta edición de la feria, una muestra gastronómica con el aceite como protagonista. «Se puede aprender mucho de su uso creativo», indica. En la gastronomía se mueven también María Ángeles García y Alonso Conchillo, del Restaurante Cusco de Úbeda. Su jornada es muy larga, desde las 8:00 horas que salen de la ciudad patrimonio hasta las 23:00 horas que regresan a ella. Pero las cuentas, pese a todo, salen.

«Se puede ganar el doble que un sábado en un día aquí, más o menos», calcula María Ángeles. «Pero está trabajado eh, no te creas», añade.

Embutido de aceite

Lo mismo piensa Rafael Canales mientras 'toca el violín' serrano. Llega con su empresa, RM Canales, una de las englobadas en Degusta Jaén. Sus embutidos están realizados con aceite de oliva, como el salchichón o el jamón al horno. «Esto pinta bien. Todo el mundo está contento este año porque no encuentra aparcamiento y eso es bueno», ríe. Así que el esfuerzo «tiene su recompensa». Laura García no para de hacer caja de hecho. Es taquillera. Está embarazada, pero de pocos meses. Lleva tres años trabajando en Casa Herminia y se muestra optimista con el devenir de esta Expoliva. «Veo más gente y consumiendo más. Se va a dar mejor que nunca, aunque va a llover, que nunca ha llovido», subraya, pocos minutos antes de descargar el cielo sobre Ifeja.

Para que no haya nada que lamentar velan está el personal de seguridad, como Miguel Ángel Torres, que admitía que «el primer día es un caos, hasta que terminan de montar todo, hay nervios, pero sin incidentes que destacar». Tiene experiencia en otros eventos similares en Ifeja y está contento.

«Aquí echo horas, pero todo está regulado. No en todos los sitios es igual». Algunos trabajadores, montando los últimos stand, renegaban el miércoles por la mañana. «No nos hemos acostado en toda la noche», apuntaban.

Por si hay algún susto están Pilar Quirós y Raúl Quesada, enfermera y técnico en Emergencias. Cuentan con una ambulancia asistencial y relevo. El segundo contratado por Ifeja, la primera para eventos concretos. Están presentes en los pabellones desde el lunes y hasta el domingo, «desde el montaje hasta el desmontaje».

Salvo algún desmayo o algún pequeño atragantamiento no han tenido que intervenir. «Y esperamos que siga así», sentencian los 'ángeles guardianes' de la feria.

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