Edición

Borrar
Embotellado de aceite.
El momento del salto cualitativo

El momento del salto cualitativo

CARMEN ORTIZ | CONSEJERA DE AGRICULTURA, PESCA Y DESARROLLO RURAL

Miércoles, 10 de mayo 2017, 01:22

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Andalucía es un bosque de olivos del que brota un mar de aceite. Pocas veces un tópico es tan fiel reflejo de una realidad que está en el ADN de nuestra tierra y que estos días, con motivo de la XVIII edición de Expoliva, vuelve a ponerse de manifiesto para reafirmar a Jaén en lo que es por derecho propio: capital mundial del aceite de oliva. La metáfora del bosque y el mar es un lugar común que plasma una verdad incuestionable, pero que a la vez es un recordatorio permanente de que, pese a lo mucho y bien que ya se ha hecho, siempre hay que tener la ambición de seguir avanzando y mejorando para reforzar una posición de liderazgo global que se materializa en que casi dos de cada cinco litros de aceite que se consumen en el mundo salen de Andalucía (y uno de cada cinco es de Jaén).

Y es que en esta campaña se dan unas circunstancias únicas que debemos aprovechar para afianzar nuestros logros y, de partida, crecer en los mercados exteriores, ya que el aumento del consumo se dará fuera de los principales países productores, y especialmente fuera de la Unión Europea. Pero para hacer eso posible tenemos retos por delante y aspectos que mejorar, porque aunque el consumo global está creciendo, también lo hacen nuestros competidores, cada vez con más producción. Por ello, además de diferenciar nuestros aceites, será necesario planificar bien las campañas, tener capacidad de almacenamiento y segmentar mejor los clientes. Hay un aceite de oliva para cada cliente y cada uso (Premium, AOVE, marca blanca, refinado, usos industriales.) y en cada uno de ellos podemos generar valor, como han demostrado las empresas del sector.

Pero, por otro lado, no debemos descuidar el consumo interno, a través de la promoción y la formación de los consumidores, para que aprendan a diferenciar la calidad del aceite. Y por supuesto, evitar la banalización del producto con ofertas reclamo. En este sentido, es fundamental diferenciar nuestros aceites por la calidad, la seguridad y la sostenibilidad, y que esas mejores cualidades se vean reflejadas en el precio. No puede ser que el AOVE y el Refinado tengan casi el mismo precio en España, mientras que en Italia tienen una diferencia de 2,3 euros/kg.

Por encima de todo, no cabe duda de que la calidad es un factor diferencial fundamental, y en este sentido hemos avanzado mucho. Los aceites andaluces cada vez cosechan más premios internacionales y se encuentran entre los mejores del mundo, y también se han hecho progresos en cuanto a la comercialización de aceite envasado, generando mayor valor añadido. Pero tampoco debemos ir a un exceso de marcas: es mejor que unamos esfuerzos para competir en mercados internacionales, con marcas y aceites adaptados al gusto de cada país y que recuerden el verdadero origen del producto.

Otra asignatura pendiente es la mejora de la competitividad de los olivares tradicionales y de montaña, poniendo en valor la mayor calidad de sus producciones, con más sabor, así como otras de carácter más emocional, como la artesanía (recolectado a mano) y por supuesto su importancia ambiental (como fijador de carbono y lucha contra la erosión). Y también tenemos que unir esfuerzos en la lucha contra el fraude, que es una tarea de todos, desde los productores y envasadores hasta la distribución y los consumidores, no sólo de la Administración, en su deber de hacer cumplir la ley. No podemos permitir que las malas prácticas de unos pocos pongan en riesgo el buen hacer de todo un sector estratégico para nuestra economía. Por ello, la Ley de Agricultura y Ganadería de Andalucía en la que estamos trabajando endurecerá las sanciones con el fin de evitar estas situaciones.

En cuanto a las explotaciones, es necesario seguir avanzando en tecnificación, con maquinaria moderna y sistemas de riego eficiente, para ser más competitivos. También hay que aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías, que en el agro también están provocando cambios disruptivos.

En este sentido, desde la Junta de Andalucía estamos liderando una subplataforma europea sobre Big Data y Trazabilidad, es decir el uso de datos a gran escala. Estas herramientas nos pueden ayudar a mejorar el control del fraude, evitar robos o incluso ayudar en la toma de decisiones. Por ejemplo, ya se está usando el Big Data para predecir dónde atacará la mosca del olivo y anticipar los tratamientos, gracias a los datos de la Red de Alerta e Información Fitosanitaria (RAIF).

Una obligación

Para hacer frente a todos estos retos, el sector cuenta con el respaldo de la Junta de Andalucía, a través de diversas actuaciones enmarcadas en el Programa de Desarrollo Rural y en el Plan Director del Olivar, una amplia batería de apoyos para las inversiones que el sector está aprovechando (de hecho, se ha multiplicado por tres el presupuesto). Todo ello debe de sumar para aprovechar que este año nos encontramos en una coyuntura única por una campaña favorable en la que contamos con ventaja sobre nuestros competidores, a lo que se añade una tendencia positiva de consumo y aprecio del aceite de oliva a nivel global.

En definitiva, en esta campaña podemos dar un salto cualitativo para consolidar nuestro liderazgo y ganar fortaleza de cara al futuro algo que necesita el sector para seguir generando riqueza y empleo sobre unas bases inmejorables como demuestra que las exportaciones andaluzas de aceite de oliva han crecido un 40% en volumen desde octubre a febrero. Dar este salto es una oportunidad, pero también una obligación de todos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios