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Imagen tomada hace días en el Giribaile donde se puede ver el arco central del puente, que queda ya sobre la superficie.
El fantasma de Vandelvira emerge del Giribaile

El fantasma de Vandelvira emerge del Giribaile

En los 90, cuando se construyó el pantano, se hizo un proyecto para trasladar el puente a Úbeda por casi cinco millones de euros que se dejó sin ejecutar | La sequía vuelve a dejar al descubierto un histórico puente que los políticos olvidaron salvar del agua

Juan Esteban Poveda

Domingo, 24 de agosto 2014, 02:55

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Las aguas del Giribaile se retiran con la sequía. A 31 metros del fondo han dejado al descubierto uno de sus tesoros. El puente de Ariza vuelve a a asomar. El arco principal y la calzada son visibles desde las orillas. Desde que se llenó el embalse -acabado en 1996- se le ha podido ver en contadas ocasiones. En 2012 una sequía severa dejó al descubierto sus piedras centenarias por completo. Ahora ya emerge, con un mes de verano aún por delante. Lo triste es que el puente no debería estar ahí, cubierto. Hace 17 años los políticos se olvidaron de las promesas de salvarlo y lo condenaron a la destrucción. Una obra de Andrés de Vandelvira, el principal arquitecto del Renacimiento del Sur, cuyo legado es el orgullo de Jaén. Patrimonio histórico sepultado por la desidia y las promesas incumplidas. Su puente es hoy un fantasma que emerge de entre las aguas rojas del Giribaile.

Años de inmersión

El puente Ariza se levantó sobre el río Guadalimar en recia sillería. Aún sobreviven a años y años de inmersión sus cinco arcos, con bóvedas de cañón. El más alto tiene 31 metros de luz. Fue construido entre 1550 y 1560, financiado por el obispo Diego de los Cobos y Molina, en una vía de comunicación tan importante como la calzada entre Granada, donde el emperador Carlos levantaba su palacio en la Alhambra, y Madrid.

Con cinco siglos sobre sus piedras el puente estaba aún en perfecto uso cuando se construyó el embalse. En su larga historia había sido objeto de obras en 1868 y en los años 80 para adaptarlo al uso de carretera. Al desviarse la carretera por el pantano, quedó sin uso, y se dejó que las aguas lo fueran cubriendo. Quedó condenado a vivir eternamente sumergido, para dejarse ver solamente cuando una sequía lo permite.

Promesa incumplida

Sin embargo, no debería ser así. El puente tendría que estar intacto en Úbeda. En 1997 el Gobierno (entonces presidido por José María Aznar) prometió trasladarlo piedra por piedra a unos diez kilómetros al norte de la ciudad de la Loma, en la zona de la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe. Se habló de un proyecto que rondaba los 800 millones de las antiguas pesetas, casi cinco millones de euros.

En febrero de 2010 la Plataforma por Andalucía Oriental denunciaba el abandono del puente y remitía una carta al Parlamento andaluz en el que advertía de su desaparición. Se reclamó a la Junta que actuase porque había asumido en su nuevo estatuto de Andalucía las competencias sobre políticas hidráulicas, que luego le fueron retiradas por sentencia judicial. Ni la Junta en el breve tiempo que tuvo posibilidad ni la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir han salvado el puente. El fantasma del Vandelvira que vive sumergido por el olvido, y que emerge cada pocos años para sonrojar a quienes sienten respeto por el patrimonio.

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