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JÉSSICA SOTO
Martes, 9 de septiembre 2014, 00:36
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La finalización de las obras del comedor social que Cáritas construye para dar respuesta a las necesidades de algunos linarenses sufre un nuevo traspié. La falta de fondos es el principal problema para poder continuar avanzando en el proyecto y, en concreto, ascienden a 40.000 euros lo que necesitan para acabarlo.
«Empezamos en abril y pensábamos terminarlo en septiembre, pero se va a retrasar dos meses más», comentó la presidenta de Cáritas en Linares, Mari Carmen Fernández. No obstante, el trabajo en el futuro comedor no ha parado y, en estas semanas, se están realizando las labores propias de electricidad, fontanería y se va a empezar a alicatar, ya que es una obra «que tienes que sujetarte al proyecto que se redactó».
Así, esperan que para principios de noviembre pueda estar abierto y funcionando. No será fácil para ellos porque dependen de las ayudas que reciban. Según la presidenta, han solicitado subvenciones y han contactado con otros colectivos de la ciudad, como agrupaciones musicales, para que hagan actos benéficos con los que recaudar el dinero que les falta para acometer el proyecto. El comedor social se ubicará en un inmueble anexo a la parroquia de San Agustín y propiedad del Obispado de Jaén, que les han cedido para la causa. El nuevo espacio permitirá dar de cenar diariamente a unas 35 personas y contará con un completo equipamiento para facilitar la labor de los voluntarios y con una mayor comodidad para las personas que hasta allí se acerquen para hacer la última comida del día.
Sin local
Otro tema que también es prioritario para Cáritas es volver a dar el servicio de cenas que tuvieron que suspender hace unas semanas en el espacio que el párroco de San Agustín les había cedido en la iglesia. «La gente nos pregunta que cuándo vamos a volver a dar las cenas pero sin un lugar donde poder cocinar o hacer, incluso, bocadillos es imposible», destacó la presidenta. Desde Cáritas atendían diariamente a cerca de 30 personas con escasos recursos económicos a los que entregaban más que un plato de comida caliente, pero al abandonar la parroquia se vieron obligados a dejar de hacer esta actividad. Por este motivo, la próxima semana se reunirán para ver cómo pueden volver a realizar las cenas, mientras se termina el comedor social.
En los últimos años, Cáritas se encuentra desbordada por el número de personas que se acercaban cada noche para poder coger algo de comida. El perfil de las personas que atienden también ha cambiado ya que, si bien eran la mayoría transeúntes y sin techo, ahora también les requieren familias con todos sus miembros en paro.
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