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Santa María, brillante ilusión e imponente realidad

Como es bien sabido y ha contado el propio Estepa en varias ocasiones, este proyecto de iglesia nunca consumado siempre se mantuvo oculto en una densa niebla de incógnitas arquitectónicas y conceptuales

JOSÉ LUIS GONZÁLEZ

Lunes, 26 de marzo 2018, 02:39

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EL lunes fui testigo de la presentación en sociedad de una novedosa iniciativa impulsada por el Ayuntamiento de Cazorla con la colaboración de la Diputación Provincial y la Consejería de Cultura: la reconstrucción virtual de la Iglesia de Santa María. Gracias a la generosidad de los técnicos de la empresa Veo Virtual, nada más llegar al histórico recinto -hoy y siempre, Ruinas de Santa María- para la premiere, tuve la ocasión de disfrutar del brillante producto de realidad virtual concebido por el arquitecto Jesús Estepa, alma de este proyecto. Así lo ha podido comprobar paso a paso y desde su gestación Antonio José Rodríguez, alcalde cazorleño. Y es que el primer edil, una vez que tuvo conocimiento de esta idea y de su plasmación en la tesis doctoral del arquitecto jienense, no dudó en acudir a su presentación en la Universidad de Córdoba.

Como es bien sabido y ha contado el propio Estepa en varias ocasiones, este proyecto de iglesia nunca consumado siempre se mantuvo oculto en una densa niebla de incógnitas arquitectónicas y conceptuales. Así que tuvo que tirar de sus conocimientos, primero como estudiante y después como cofundador -junto a su hermano Antonio- del estudio ER Arquitectos, para introducirse en la cabeza de Andrés de Vandelvira. Poco a poco, la pantalla del ordenador fue cubriendo el vacío de lo que, en otro tiempo y en otras circunstancias, hubiera sido piedra. Más tarde, el círculo se cerró con la intervención de Veo Virtual, que aportó la asombrosa tercera dimensión.

Porque una vez equipado con las gafas de realidad virtual y los imprescindibles auriculares, uno se traslada a esa sustantividad paralela que da comienzo en el centro de la Plaza de Santa María, con tal nivel de detalle en lo que se ve y en lo que se oye que casi me permite sentir el roce de la suave brisa y el olor a vida de esta emblemática plaza. Tras la sorpresa inicial y una vuelta de 360º que protagoniza -como no podría ser de otro modo- la figura exterior de la monumental iglesia, altiva y flamante ante mis ojos, comienzo a hacer uso del mando a distancia. Me acerco primero a la Fuente de las Cadenas y casi puedo palpar el frescor del agua en movimiento al introducir mis manos en la pila. Después, me dirijo a la escalinata de acceso a la iglesia, miro hacia arriba y contemplo el portalón, la peculiar portada que lo circunda y los dos imponentes campanarios. Ni pestañeo. Entro y... bueno, eso ya tendrán que descubrirlo ustedes.

Tras la increíble y, por qué no decirlo, turbadora experiencia, lo primero que se me vino a la cabeza fue imaginar que este contenido virtual hubiera devenido en realidad. Que por mor de una naturaleza más benigna y unos hechos históricos menos violentos, el proyecto de Vandelvira se hubiese consumado. Tendríamos una iglesia que, sin duda, sería la iglesia parroquial de Cazorla. Su propietaria, también de modo incuestionable, sería la Iglesia Católica. Un templo imponente pero como tantos otros en Úbeda, Baeza, Jaén, Granada... Un edificio que no sería público y en el que, desde luego, nadie podría realizar una actividad no consentida por el clero.

Afortunadamente el río Cerezuelo impuso su ley en el pasado -los cazorleños conocemos su incontenible fuerza cuando, de vez en cuando, crece por las lluvias-; recién iniciado el siglo XXI triunfó la perspicacia y la disposición al acuerdo de las autoridades civiles y los representantes eclesiásticos locales y provinciales; y, por último, el genial proyecto de restauración ideado por Pedro Salmerón culminó lo que hoy son las Ruinas de Santa María. Un genuino espacio escénico donde todo el mundo puede disfrutar de esa peculiar mezcla entre arquitectura y artes vivas. Un lugar muy real iluminado por el sol de la historia y la cultura. Un lugar único para creer en las verdaderas virtudes del ser humano.

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