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JOSÉ M. LIÉBANA
JAÉN
Sábado, 7 de abril 2018, 01:58
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¿A dónde van? Como en la canción de Silvio Rodríguez. «¿Adónde van las palabras que no se quedaron? ¿Acaso nunca vuelven a ser algo?». Una lata no deja de ser un residuo, una basura nada poética. Pero aquellas que se reciclan vuelven a ser algo. Y si son de aluminio, pueden 'reencarnarse' una y otra vez. Para ello solo es necesario que sean depositadas en los contenedores amarillos. El resto del engranaje funciona en tierras jienenses desde hace 17 años, con epicentro en la planta de selección de Ibros, situada en el ombligo de la provincia y la más eficiente del país, según Ecoembes, gracias a que emplea a unos 140 trabajadores. A ella llegan las latas y el resto de envases de los 97 municipios de la provincia, y el papel-cartón de los contenedores azules, para darle una nueva vida a los residuos que particulares, comercios y empresas hacen el esfuerzo de depositar en los más de 7.000 contenedores repartidos por toda la geografía jienense.
La planta ibreña fue inaugurada en 2001 y ha registrado sucesivas ampliaciones conforme aumentaba la selección en origen de los residuos. Está gestionada por Resur (desde el año pasado, Resurja), una empresa mixta participada en un 40% por la Diputación Provincial y el 60% restante por Urbaser (filial de ACS hasta que a finales de 2016 la vendió a Firion Investments, sociedad controlada por el grupo chino Cecep).
La planta cuenta con dos cadenas de tratamiento diferenciadas, en las que se seleccionan de forma manual y mecánica los envases y el papel-cartón según sus calidades y características. Además se encarga de recoger los contenedores, en rutas con distinta frecuencia que realiza diariamente una veintena de camiones en todos los municipios, salvo la capital, aunque la planta de Ibros también recibe el contenido de los contenedores amarillos de Jaén (del azul se encarga Aprompsi). Resurja también recoge y almacena en sus plantas de transferencia de la provincia el vidrio de los contenedores verdes de 96 municipios y contrata con una empresa su transporte a las empresas recuperadoras.
Estas empresas, que deben estar homologadas, se encargan de la limpieza y tratamiento de los residuos, que en el caso de los envases y del papel-cartón ya llegan compactados en balas. La planta de Ibros comunica a Ecoembes que tiene el material almacenado y las empresas recuperadoras acuden a cargarlo. Para ello, Resurja, como el resto de firmas dedicadas a la recogida selectiva y tratamiento de residuos, tiene un convenio con Ecoembes. Esta es una sociedad anónima pero sin ánimo de lucro, formada por las propias empresas a raíz de una directiva europea de 1994 sobre envases y residuos, traspuesta en ley estatal en 1997. Un año después empezó la recogida selectiva y para entonces la geografía nacional se había llenado de contenedores de distintos colores y se habían creado Ecovidrio y Ecoembes (también está el Sigre para el sector farmacéutico y el Sigfito, para envases agrarios) con el fin de que las empresas cumplieran el llamado 'principio de responsabilidad ampliada del productor', que obliga a los fabricantes a aceptar y eliminar los productos devueltos tras haber sido utilizados.
Según la legislación, las empresas podían elegir entre pagar una cantidad por cada producto envasado o crear una sociedad anónima a la que financian para la recogida de los residuos (aportan los contenedores), compran los residuos recuperados por plantas como la de Ibros y realizan campañas de sensibilización.
De ahí que en el caso de los contenedores azules y amarillos sea Ecoembes la que pone en contacto a las empresas recuperadoras con Resurja. Esta se encarga, por su parte, de distribuir los contenedores, a petición de los ayuntamientos y tras un estudio previo, así como de la recogida y tratamiento.
Un ejemplo: una lata de refresco. El camión que hace esa ruta pasa cada uno, dos o tres días (la experiencia dice cuándo suelen estar más o menos llenos), con una grúa eleva el contenedor y su contenido es compactado mediante una prensa que lleva incorporado. Así llega el camión a la planta de Ibros, hasta la playa de descarga de la enorme nave principal. Una pala excavadora aproxima la carga a la cinta transportadora para que suba a la cabina de triaje, donde una veintena de trabajadores en cada uno de los dos turnos existentes separa los envases de plástico según sus calidades, que caen a contenedores distintos, mientras que las bolsas son absorbidas por potentes aspiradoras y las latas y demás objetos metálicos siguen su camino hacia una cinta con un imán en el extremo atrae los envases de hierro. Estos caen a una cinta y llegan a una tolva, mientras que los de aluminio, como una lata de refresco (antes, la mayoría era de acero, pero se va imponiendo el aluminio por razones económicas), son detectados mediante un curioso mecanismo. En el extremo de la cinta hay un separador de metales no férricos mediante corrientes de repulsión foucault, generadas por un imán de neodimio, que hace que el aluminio salte y caiga en otra tolva distinta. Y es que el aluminio es la materia prima más cara de las plantas de tratamiento, como explica el responsable de la planta de Ibros, Andrés Quesada. En ambos casos, los envases metálicos son prensados en dados pequeños, de 30x30 centímetros. España es el segundo país que más refrescos enlata de Europa.
Las empresas recuperadoras, que suelen ser del norte peninsular, se encargan después de la limpieza, eliminación de impropios y triturado del metal. El material resultante es luego fundido y se le da forma de lingotes, que son enviados a las industrias que se encargan de convertirlos en láminas enrolladas en grandes bobinas, con la que después se vuelven a fabricar latas u otros productos, puesto que el metal no se degrada, a diferencia de los plásticos.
El PET (polietileno tereftalato) es un termoplástico resistente al desgaste y la corrosión, que suele estar en las botellas de agua y refrescos. Se le identifica fácil porque cruje al apretarlo y es un material muy fuerte. De hecho, las botellas pasan por un pinchador, pues si llevan el tapón enroscado no hay forma de aplastarlas ni con la presión de la prensa. Es reciclable y es otro de los materiales que se seleccionan a mano en la planta de Ibros y salen en forma de bala de un metro cúbico. Las empresas recuperadoras lo desmenuzan en granza, lo funden y lo venden en tubos a los fabricantes, que aplicando de nuevo calor lo inflan y vuelven a hacer envases.
En contra de lo que se cree, la variedad de plásticos de uso doméstico es grande. Además del PET está el PEAD (Polietileno de Alta Densidad), que es de calidad y por tanto con salida en el mercado. Suele estar en las botellas de lejía, detergentes, champús y demás, y se le identifica porque suele tener color. Se separa también a mano y cae en otro silo diferente y se prensa igual. O el polietileno de baja densidad (PE-LD), que está en bolsas, embalajes, envoltorios, etcétera. Con el resto forman una mezcla de plásticos (de PVC, policarbonato, poliestileno, polipropileno).
Un caso aparte son los populares envases de tetrabrik, que en realidad están compuestos por un cartón impermeabilizado mediante una lámina de aluminio interna y una capa plástica. Un envase complejo y que no es reutilizable sin más, así que hay que separar los tres materiales. Las empresas recuperadoras los sumergen en agua y separan el cartón. El resto lo someten a pirólisis y las altas temperaturas transforman el plástico en gases (metano y butano, que pueden utilizarse como energía) y queda el aluminio, que se compacta en lingotes.
La otra línea de selección en Ibros es la de papel y cartón. La recogida y recepción es idéntica y también hay distintas calidades, dependiente del contenido de 'kraft' que tenga. El 'kraft' es una palabra alemana que significa 'resistencia' y es obtenido a partir de pulpa de fibra de madera. Se utiliza también en sacos, bolsas y envoltorios de artículos que se quiere proteger. De un cartón es la capa más dura, aquella que cuesta trabajo romper, y es la que más valor económico tiene, aunque con la crisis ha caído su precio y en la planta no se selecciona ahora mismo (tuvieron personal contratado dedicado a ello).
Sí eliminan a mano los impropios (plásticos, embalajes, grapas, anillas de libretas y objetos que por error u otras causas se depositan en cada contenedor) y seleccionan tres calidades: mezcla de cartón y papel, solo cartón (algo más de precio) y el papel blanco. Antes también seleccionaban el papel de revista (colorido), papel revista de periódico y papel de imprenta.
De las naves de Ibros salen actualmente algo más de 6.000 toneladas de envases y más de 8.000 de papel-cartón. Y aunque en los últimos años las cifras se han estancado, se esperan que suban. «La crisis también se ha notado en los residuos», apunta el encargado de la planta. No tanto en los envases. Una de las explicaciones es que, por ejemplo, quien no ha podido permitirse una marca de agua de más precio consumía una barata, pero al final depositaba una botella en el contenedor. «En el cartón sí ha decrecido, aunque en los últimos meses parece que hay un pequeño repunte», debido a un mayor consumo de embalajes, consumo en las tiendas y más movimiento en general.
Con todo, cada jienense recicla al año de media 26 kilos de envases y papel-cartón, frente a los 13,7 de la media de Andalucía. Es decir, casi el doble. En vidrio es similar.
Otra razón para reciclar, además de la medioambiental, es la económica. Cuantos más residuos separe un municipio de la basura orgánica, menos pagará a la empresa del vertedero y, por tanto, menos impuestos cobrará a sus ciudadanos.
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