Edición

Borrar

El ‘poliamor’ o el laberinto de pasiones

Líneas discontinuas ·

Los abajo firmantes no están por la labor del poliamor; una modernez que no es tal

ANTONIO AGUDO / ERNESTO MEDINA

Domingo, 25 de febrero 2018, 02:40

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Los abajo firmantes no están por la labor del poliamor; una modernez que no es tal, según defiende el maestro Agudo y que respondería a la idea: «Hace falta que algo cambie para que todo siga igual» (El Gatopardo). Ernesto Medina en línea con su compadre Agudo es tajante: «La poligamia no ha funcionado en las sociedades humanas», si bien opta por que cada cual organice sus relaciones y sea feliz. Amén

Soy un monoamoroso

ANTONIO AGUDO MARTÍN

No doy crédito a esa forma de multiemparejarse ni a los que aseguran enamorarse de la persona y no de su sexo, ¡mentira cochina!

La vida no es tan complicada como parece. Sólo se buscan nuevas palabras para nombrar a lo viejo. Las nuevas germanías inventan otras formas de llamar a lo antiguo, son mojones que delimitan edades y generaciones. Las palabras son los hitos que marcan las fronteras entre grupos sociales que siempre han buscado lo mismo: echar un polvo y reproducirse. El «¿estudias o trabajas?» que arrinconó a la novia por fases (hablar con el suegro, ventana, puerta, zaguán y mesa camilla) y éste a su vez eliminó el contacto casto y únicamente epistolar, ha sido barrido por el aquí nos pillamos y aquí nos matamos. No le digan poliamor cuando quieren decir polisexo. Es cómo lo de ser zopo, zambo o pies planos. Ahora resulta que o pronas o supinas a la hora de ir a comprarte unas zapatillas de deporte. Los dependientes te preguntan «¿pronador o supinador?» en lugar de interesarse por el número que calzas. Se te queda un poco la cara como de decúbito prono o supino o ventral. Pero si yo vine aquí sólo a comprar unas bambas.

No doy crédito a esa forma de multiemparejarse ni a los que aseguran enamorarse de la persona y no de su sexo, ¡mentira cochina!, uno de los motores de la humanidad, con más caballos de potencia que el amor, ha sido el de los celos. El monte Olimpo hubiera sido un spa de aburridos dioses sin los celos. Dile tú a Paris que su Helena era poliamorosa y que se dejaba caer la clámide intramuros de Ilión con cualquier efebo. El príncipe escamado hubiera liado la de Troya. Eso sí, concedo que Aquiles hubiera tenido mejor duelo a la hora de vengar la muerte de Patroclo ¿Qué hubiera sido de la carrera de Shakeaspeare sin escribir Otelo?

No, no me trago lo del poliamor, ese acuerdo tácito entre varias personas que se aman de forma consensuada, consciente, ética sin poner restricciones al amor ni a sus formas de expresarlo. ¿Dónde quedan las coplas de León y Quiroga y los boleros si se generaliza el poliamor? Creo que somos más cigüeña de un solo campanario que cuco de muchos nidos.

Cuídate amigo Ernesto, tú que eres de pisada elegante y grácil empeine, no resbales en ese moderno laberinto en el que las altas grebas y cóncavas naves nada tienen que ver con los clásicos y abajo firmantes.

Soy Polimónico

ERNESTO MEDINA RINCÓN

Estas relaciones múltiples no funcionan más allá de la satisfacción de los apetitos sexuales

Agradezco, maestro Agudo, el interés que se toma por mi salud emocional, dubitativo como estoy sobre el poliamor. Suscita mis dudas la excelsa, que ella sí que es una Helena de Troya rediviva, la sin par, la inefable, la inconmensurable Mónica Bellucci a cuyo encanto caí rendido tras contemplarla transmutada en Cleopatra. Desde entonces acudo presto a cada estreno de la diosa: Manual de amor -como en el romance: «Por decir amén, amén, decían amor, amor»”-, Lágrimas del sol,... Nunca he ido al cine a ver las películas de James Bond, pero cuando supe que en Spectre Venus tenía una pequeña aparición saqué la entrada de una sesión sin intrusos. Concluida su intervención, estuve a punto de irme sin haber terminado, pero me quedé por mor de volver a deleitarme extasiado en el pase siguiente. Me había informado de que el bellezón italiano tenía un pacto poliamoroso con su marido, el actor Vicent Cassel, por lo que mis nulas posibilidades de estrecharla entre mis brazos, y besarla, y adorarla, aumentaban de la nada a una entre cien millones. Suficiente para que mientras albergue esa remota esperanza defienda el polimónica a capa y espada.

Llegado el día en que Mónica, siempre Mónica, quede lejos de mi horizonte y no nuble mi entendimiento, volveré al redil de la lógica natural: estas relaciones múltiples no funcionan más allá de la satisfacción de los apetitos sexuales. Lo que antes se llamó «amor libre» y luego «relación abierta» no es más que la plasmación del castizo «la jodienda no tiene enmienda». Organice cada cual sus relaciones personales como más le plazca y sea feliz en ellas, pero la poligamia, con o sin papeles de por medio, no ha funcionado en las sociedades humanas. Lo que ha privado per saecula saeculorum ha sido el monógamo -casado o emparejado con una sola persona, RAE dixit- sin que otras alternativas hayan pasado de flores efímeras. Probablemente sea porque la civilización implica egoísmo y consecuentemente posesión, pero hasta la fecha la sociedad humana se ha dispuesto sobre relaciones exclusivas entre varón y mujer cuyo fin, además de la convivencia complementaria en la procura de un bienestar físico y emocional, es la reproducción de la especie en torno a la familia.

Hasta que el tiempo de la historia dicte sentencia, don Antonio, una última pregunta, ¿no tendrá usted por un casual el número de teléfono de Ella?

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios