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ANTONIO ORDÓÑEZ
JAÉN.
Martes, 27 de marzo 2018, 03:33
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La plaza de la Merced fue un año más espléndido escenario de unos de esos momentos únicos de la Semana Santa de la capital. Y es que el cielo se mostró generoso en la tarde del Lunes Santo, y la Ilustre y Franciscana Cofradía del Santísimo Cristo de las Misericordias y Nuestra Señora de las Lágrimas pudo exhibirse entre sus fieles, que desde muy temprano abarrotaban la recoleta plaza jienense a la espera de la salida del Cristo del Bambú -como también se conoce a la venerada imagen del Crucificado- y Nuestra Señora de las Lágrimas.
Una soleada tarde amparaba a los que se daban cita en el entorno del barrio de la Merced. En los últimos años el Lunes Santo había sido en ocasiones injusto con la salida de esta cofradía, pero ayer no había ninguna duda. El cielo hablaba con generosidad y anunciaba una estación de penitencia espléndida. Y así fue. Pasaban solo unos minutos de las cinco y cuarto cuando se abrieron las puertas de la Iglesia de la Merced y se fusionó la emoción de su interior con la que se respiraba en la plaza. En unos instantes saldría a la calle el Cristo de las Misericordias, para protagonizar uno de los pasajes más intensos y tradicionales de la Semana Santa de Jaén. Pasadas las cinco y media el suave racheo del paso del Cristo se hacía cada vez más intenso mientras sus costaleros, con paso a tierra, se esforzaban por salvar la puerta del templo. En el momento en el que el paso aparecía definitivamente en la plaza los aplausos y la emoción se desbordaron. El Señor de la Merced ya estaba en la calle.
Cuando el paso del Cristo del Bambú encarrilaba hacia Merced Alta las miradas se dirigían de nuevo hacia las puertas del templo jienense. En unos instantes saldría a la calle la Santa Madre, Nuestra Señora de las Lágrimas. Se repitieron los momentos de inquietud a la hora de afrontar la salida, en la que los costaleros se mostraron valientes y seguros para acometer la compleja operación. Pasadas las seis de la tarde la Virgen se encontraba ya en la plaza, rodeada de sus fieles devotos, que encogieron su alma mientras la veían mecerse, al compás de la Tuna de Jaén, que un año más arropó a su virgen en esos momentos inolvidables que se viven año tras año en este castizo rincón de la capital. Y acompañada por la tuna se fue la Virgen en busca de su amado hijo, para recorrer en su compañía el itinerario oficial.
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