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M.Á.C.
Los jienenses tienen menos hijos que 'nunca', con 1.700 defunciones más que nacimientos en 2017

Los jienenses tienen menos hijos que 'nunca', con 1.700 defunciones más que nacimientos en 2017

Se encadenan siete años ya en los que los óbitos superan a los alumbramientos y lejos de reducirse la distancia cada vez es mayor

M. Á. CONTRERAS

JAÉN

Jueves, 21 de junio 2018, 02:10

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Jaén. Hay muchos comportamientos de los seres humanos que, consciente o inconscientemente, revelan si la situación económica marcha bien o no. Uno de ellos, quizá de los más primarios, dentro de un contexto de países desarrollados, es la importante decisión de tener hijos. La provincia registró el año pasado 486 nacimientos menos que el anterior, y la tasa bruta de natalidad, entendido como la el número de críos que vienen al mundo por cada millar de habitantes (7,6 por cada mil), es la más baja desde hace 43 años (1975, hasta donde hay datos del Instituto Nacional de Estadística −INE−), evidencia que las parejas y las familias, junto a un cambio de mentalidad y sociológico, siguen sin ver claro el futuro y dudan de sus posibilidades para afrontar todos los gastos que conlleva el tener descendencia. ¿Qué está pasando? Pues que, según los últimos datos publicados esta semana por el INE, el crecimiento vegetativo de Jaén, consecuencia de restar los que vienen a los que se van, vuelve a ser negativo, una tendencia que se inició en 2011. Y lejos de reducirse aumenta la distancia. La diferencia en esta ocasión ha sido mayor, de -1.710.

En efecto, los hospitales de Jaén contabilizaron 4.894 neonatos y certificaron 6.604 muertes. También es negativo el crecimiento en la capital jienense, con 992 óbitos por 921 alumbramientos. Si echamos la vista atrás y nos fijamos en la fluctuación de ambas variables, observamos que la segunda, la de los fallecimientos, se mantiene en unos parámetros similares en los últimos años. La esperanza de vida sigue en máximos gracias a los avances de la ciencia y, afortunadamente, los abuelos cada vez viven más y en mejores condiciones.

Donde se está produciendo claramente una disfunción es al otro lado del fiel de la balanza, una situación muy preocupante ya que se traduce en pérdida de población y en envejecimiento que, con carácter general, dificulta el mantenimiento en el futuro de sistemas tan relevantes como el de las pensiones públicas. Al menos del modelo que está vigente en estos instantes. Aunque en Jaén es más acusado el problema es extensible a todo el país (8,3 hijos por cada mil habitantes es la media nacional). En el conjunto de Andalucía el saldo vegetativo sí es positivo, superando los nacimientos a las defunciones en 3.337 en el último curso.

En 2010, el último ejercicio que finalizó con saldo positivo en la comparativa entre chiquillos y finados en suelo jienense, hubo 6.309 alumbramientos y en 2017 se ha bajado hasta 4.894. Un veintidós por ciento menos en términos relativos. Esto es mucho si tenemos en cuenta que estamos analizando el corto periodo de tiempo de siete años.

Causas

Las causas, más allá del cambio cultural, sociológico y de mentalidad, apuntan a la emigración y la precariedad y falta de trabajo, que afectan sobre todo a los hombres y mujeres en edad de procrear.

Si no hay medidas para fijar la población, con un aumento y mejora del empleo sobre todo, parece difícil revertir la situación. De hecho el propio INE en su estudio sobre proyección de hogares y población en los próximos quince años dibujaba un panorama desolador, con una provincia camino de la vejez y la soledad. La Proyección de la Población de Andalucía y Provincias 2016-2070 del Instituto de Estadísticas y Cartografía de Andalucía, dependiente de la Junta, apuntaba a que la provincia perderá en apenas veinte años, en 2040, 27.000 habitantes más en su previsión más optimista y hasta casi cien mil en la más pesimista.

Jaén cuenta con 637.682 vecinos, casi 33.000 menos que hace siete años, en términos demográficos como si Martos y Mengíbar se hubieran evaporado. No es exclusivo de la provincia, ocurre también en las zonas rurales de Andalucía, España y Europa. A la pérdida de población se une una inversión de la pirámide poblacional.

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