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Marisol Escribano, presidenta de Pídeme la Luna, posa en la sede de la asociación junto con el cuento que les ayuda a financiarse.
La fábrica de sueños de los más pequeños del hospital

La fábrica de sueños de los más pequeños del hospital

LAURA VELASCO

JAÉN

Lunes, 18 de junio 2018, 02:49

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Pídeme la luna y te la intentaré alcanzar con tal de que tus sueños se hagan realidad'. Ambicioso lema para comenzar la andadura de una asociación, y más aún si los beneficiarios directos son nada más y nada menos que los pequeños héroes jienenses. Los niños de Oncología del Hospital Infantil de Jaén tienen desde hace cinco años un hada madrina que les concede aquello que más desean mientras están en pleno tratamiento. En definitiva, una fábrica de sueños, como la describe la presidenta de la Asociación Pídeme la Luna. «He sido 24 años enfermera, y me di cuenta de que son niños especiales, porque hoy están jugando en la calle y mañana ingresan en el hospital no sabemos hasta cuándo, ni si van a salir de ahí. Los diagnostican y empiezan los tratamientos de quimioterapia y radioterapia, que son muy duros, y como se quedan muy débiles permanecen en el hospital mucho tiempo. Son niños especiales, y algo especial había que hacer con ellos», detalla.

En la asociación son 15 personas, unos 20 voluntarios y más de 70 familias con sus niños, tanto aquellos que están en tratamiento como los que ya han pasado por ese bache. Así, la asociación nace con el objetivo de cumplir sus mayores anhelos. Hay dos tipos de sueños: los colectivos, aquellos que realizan cuando pueden salir del hospital y viajar; y los individuales, que reciben mientras están hospitalizados.

«En los colectivos, los niños han pedido ir a Disneyland París, jugar con delfines en Portugal o ir a ver a los jugadores del Real Madrid. En los individuales, destacan las Barbies, coches eléctricos pequeños en los que pueden subirse, conocer a David Bisbal, Manuel Carrasco o Malú, etc.», indica.

«Es importante invertir en el estado de ánimo de niños y familiares, reducimos su ansiedad»

En referencia a conocer a artistas, Marisol Escribano recuerda una emotiva historia que se le quedó grabada «para siempre». «Un niño con 12 años quería conocer a Medina Azahara, el conjunto de rock andaluz. No me encajaba mucho que un niño quisiese conocer a un grupo antiguo, pero él me explicó que era su deseo, ya que sus padres se conocieron con su música, y de ese amor nació él. Quedamos en que iba a ir a Linares a una firma de discos la semana siguiente, con tal mala suerte de que empeoró y entró en coma. Cuando se enteraron de que no podía ir, el grupo se desplazó hasta el hospital. El niño estaba sedado, y cuando el grupo entró, él lo percibió, dio un bote de la cama y se abrazó a ellos. Y al día siguiente, se fue al cielo», comenta emocionada Marisol.

Trabajar con niños enfermos, asegura, es duro, «porque tenemos corazón y sufrimos», pero al mismo tiempo gratificante. «Intento recordar los momentos felices. De estos niños se aprende mucho, porque con lo malitos que están jamás pierden la sonrisa, ellos son una cátedra. Aprendes sobre todo a no complicarte por tonterías, los problemas son otros. La actitud influye muchísimo en la curación, porque si están ilusionados y contentos va a ayudar a su estado de ánimo y a la familia», recalca Escribano, que afirma que de todas las situaciones «hay que quedarse con la parte positiva». «Me quedo con sus caras felices y bonitas, con esa sonrisa inolvidable cuando ven su sueño cumplido», recalca.

La presidenta de Pídeme la Luna destaca el papel de los padres, que son «heroicos». «Las madres aguantan el tipo todo el día para que no las vean tristes, y cuando llega la noche se desmoronan, porque son humanas y tienen que llorar. Ahí ponemos el hombro para ayudarlas», insiste. Además, la labor con las familias también continúa cuando por desgracia algún menor fallece, porque en ese momento la familia necesita «muchísimo apoyo».

Asegura que en el 80-90% de los casos remite, pero no le gusta hablar de curación, «porque la enfermedad es tan traicionera que puede volver en cualquier momento». Y en cuanto a la solución: seguir investigando. «Hay que erradicar esta enfermedad lo antes posible, es muy importante invertir en ello. Y también es importante invertir en el estado de ánimo de niños y familiares, porque reducimos su ansiedad y aumentamos su confianza, es una terapia maravillosa. En eso no se invierte nada, solo las asociaciones estamos ahí», destaca.

Igualmente importantes son unas instalaciones de hospital alegres, en las que el tiempo pase lo más rápido posible para los pequeños. Pídeme la luna ha comprado los televisores en las habitaciones de aislamiento, y frigoríficos para todas las habitaciones.

Voluntariado

El voluntariado es una pieza fundamental. Están organizados de tal forma que todas las tardes están cubiertas. Juegan con ellos, se disfrazan, los entretienen, hablan con las madres... «Hay un niño que no habla nada con nadie, solo con una de nuestras voluntarias. Por eso ya merece la pena estar ahí», detalla.

En cuanto a la financiación, su principal fuente es la venta de un cuento trilingüe. 'El águila y el gorrión', basado en una historia real del hospital y escrito por la propia Marisol Escribano, que ya va por la octava edición, cada una con 2.500 ejemplares. «Pensé que si lo comprábamos los miembros del hospital y los colegios algo sacaríamos, y se está vendiendo muy bien. Puede comprarse en El Corte Inglés y vale 10 euros», recalca.

Además, destaca el capítulo de los socios, que necesita mejorar. «Tenemos muy poquitos, unos ochenta y algo, un banco nos ha denegado una subvención por no tener el número suficiente. No tenemos ayudas institucionales, todo lo recaudamos nosotros», lamenta.

Asimismo, destaca la importancia de las iniciativas privadas de la gente, con conciertos, carreras solidarias o teatros en los que lo recaudado es entregado a la asociación. «Cositas así van sumando poco a poco. Arjonilla, Arjona, La Carolina, Begíjar, Martos, Torredelcampo o Vilches son algunos de los más solidarios», manifiesta.

De cara al futuro, a Marisol Escribano le gustaría tener una sede «en condiciones» -ahora comparten un pequeño espacio con la Asociación Red Madre-, que más bien sea «una casa de cogida entrañable y alegre, próxima al hospital, para que los niños se queden con sus familias». «No pierdo la esperanza», indica. Y es que para la asociación hacer a estos niños felices merece la pena, ya que reciben «mucho más» de lo que dan. «Solo con una sonrisa suya es suficiente. Queremos cumplir sus anhelos, espero que no pidan ir a la Luna porque me veo en la NASA», bromea Marisol Escribano.

La planta de Oncología del Hospital Infantil de Jaén está llena de paréntesis. De niños que ven sus vidas paralizadas durante un tiempo incierto, mientras dure la enfermedad. Pero esa planta está también llena de esperanza, sonrisas y muchos sueños. Porque precisamente a esto se dedica la Asociación Pídeme la Luna, que cumple los mayores anhelos de los niños hospitalizados. Desde conocer a un cantante hasta nadar con delfines, ponen una sonrisa en la cara de los pequeños héroes jienenses.

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