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Este extraño otoño

Zaguán ·

Cada época del calendario tiene una correa de transmisión que se expresa en las actitudes y los hechos de los individuos y de ese lugar común que son nuestros pueblos y ciudades

Alfredo Ybarra

JAÉN

Domingo, 15 de octubre 2017, 00:07

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Cada tiempo, cada estación del año tiene su caja de esencias con incontables matices. Cada época del calendario tiene una correa de transmisión que se expresa en las actitudes y los hechos de los individuos y de ese lugar común que son nuestros pueblos y ciudades. Y, aunque no lo parezca, estamos en otoño. Pero es un raro equinoccio de otoño, donde todo el discurrir de las cosas parece estar alterado. Tal es así, que estamos en estos días atravesando una situación climatológica que desde que hay constancia es de las más secas y calurosas.

Hoy, como otros años, debería escribir sobre un otoño que pinta un lienzo donde predomina el magenta, el sepia, el color tabaco, el rojo burdeos, el púrpura, los dorados…, que luego van a dar paso a un ritual donde la naturaleza se desnuda para despejarnos el campo visual, para mostrarnos una radiografía esencial de la existencia. Reflejaría en la columna los días otoñales donde la tierra huele a eternidad abarcable, esos días y noches de los que se habla en el Macbeth de Shakespeare, en los que el aire es el más cristalino del año, rezuman versos que aspiran a que los poetas los fundan en su crisol de espejos. Sin embargo, me tengo que contener, porque este año, el otoño es, sí, anómalo, y lo que ha hecho es convertirse en un extendido epílogo del verano. Pero necesitamos el otoño, y su melancolía.

Es el tiempo de los artistas y los poetas, y es el momento que ante la amenaza del invierno nos llama a trenzar juntos los mimbres que nos hacen buscar logros sensatos. Sí, el otoño es un soplo que nos pone delante del paso del tiempo y nos pregunta qué hemos hecho (pregunta que hago extensiva a todos, a todos como pueblo). Y estos días de octubre no sólo son extraños en lo meteorológico, sino en un amplio contexto de cosas. Lo de Cataluña nos tiene a todos soliviantados, perplejos. Pero no es sólo el alboroto de los separatistas y ese salto al vacío con las leyes y con la democracia constitucional, ceñido todo al devenir de Cataluña, sino que nos estamos dando cuenta de que a nivel nacional vivimos una situación sensible, unos momentos cruciales que van a cambiar nuestra historia. Al mismo tiempo muchos están dando lustre a rancias exaltaciones del hispano trincherismo.

Las redes sociales, pero también la calle, son buena muestra de ello. Y Andújar no se ha librado de ello. Mientras tanto, la vida sigue, los compañeros de los medios de comunicación dan buena cuenta en sus crónicas y reportajes de todas esas actividades y aconteceres que ocurren en la ciudad. Aunque la normalidad informativa se ha roto con la dimisión de la concejala de Cultura, María José Bueno. Aduce motivos personales que hay que respetar. Con casi toda seguridad la va a reemplazar como concejal el siguiente de la lista: Lucas García Cámara. Lo que no se ha hecho público aún es qué área dirigirá el nuevo concejal, muy vinculado al deporte, siendo además presidente del Iliturgi. Aunque también es un competente asiduo de la música, siendo director de diversos coros a lo largo del tiempo. Y a la par, en estos días, por diversas circunstancias repaso la colección de periódicos de El Guadalquivir, publicación mensual, especialmente centrada en Andújar, que dirigí desde 1992 a 1999. Y en líneas generales y respecto a los grandes problemas y anhelos locales, seguimos ahora igual que entonces, salvo algún hito, histórico, como fue el logro del Hospital Alto Guadalquivir. Y aunque sigue esta metereológica secuela del verano, quiero asentarme en un otoño anímico, necesario para equilibrar mis adentros, porque siento lo que Neruda escribió: “Hoy una mano de congoja llena de otoño el horizonte y hasta de mi alma caen hojas”.

Y si hablamos de poesía Mario Benedetti, en su poema Otoño, escribía: “Aprovechemos el otoño/ antes de que el invierno nos escombre/entremos a codazos en la franja del sol/ y admiremos a los pájaros que emigran (…)/ aprovechemos el otoño/ antes de que el futuro se congele/ y no haya sitio para la belleza/ porque el futuro se nos vuelve escarcha”. Pues eso aprovechemos cada día para despejar mañanas.

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