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El Resucitado pone fin a una espléndida semana

El Resucitado pone fin a una espléndida semana

La última hermandad en procesionar emocionó a Jaén y puso el broche de oro a unos días de sol y calor

LAURA VELASCO

Domingo, 16 de abril 2017, 19:27

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Este domingo la Semana Santa puso punto y aparte en la capital jienense, después de unas espectaculares jornadas en todos los sentidos: mucho ambiente, alta ocupación hotelera, altas temperaturas y, sobre todo, ausencia de lluvias, que ha permitido que todas las hermandades hayan podido realizar su estación de penitencia. La última tuvo lugar ayer, de la mano de la Cofradía del Señor Resucitado y María Santísima de la Victoria. El «día grande para los cristianos», en palabras de Francisco Latorre, presidente de la Agrupación de Cofradías, por el que Jaén se echó a la calle un día más.

La procesión dio comienzo a las 10:15 horas desde la Basílica de San Ildefonso, sede canónica de la hermandad. Como ya sucediese en días anteriores, la ciudad no quiso perderse la estación de penitencia, y decenas de personas disfrutaron de ella a su salida. La imagen de Jesús en el Misterio de su gloriosa Resurrección, obra de Rafael Rubio Vernia del año 1951, presidía el cortejo. Se paseó así un año más su rostro misericordioso, sus brazos abiertos y su mirada al cielo anunciando su Resurrección.

La hermandad, que fue una de las primeras cofradías en incorporar a sus pasos mujeres costaleras encargadas de llevar al Cristo, precisa de un total de 160 costaleros para procesionar los dos pasos. Un trabajo impoluto, cuidando cada levantá, cada giro, cada paso.?«¡Viva Jesús resucitado!», exclamaba una cofrade en una expresión de fe.

Hasta 28 grados centígrados se alcanzaron ayer en la capital, con el consecuente handicap que supone realizar la estación de penitencia bajo un calor casi veraniego. Los costaleros se limpiaron el sudor y relevaron a sus compañeros y los nazarenos bebieron frecuentemente agua para seguir adelante con la mayor fuerza posible. Los que disfrutaban del recorrido desde el otro lado no se quedaron atrás. Buscaron las sombras, sacaron los abanicos y algún que otro helado se convirtió en la mejor arma para soportar las altas temperaturas.

Los niños fueron otros de los protagonistas del cortejo, tanto dentro como fuera de él. En la procesión, el pequeño vestido de romano sacó sonrisas allá por donde pasó. Ente el público, varios fueron los que se acercaron a los nazarenos para engrandecer sus bolas de cera. Algunas, bastante voluminosas, denotaban que tras ellas se escondían años de esfuerzo por lograr tal tamaño. «¿Me echas?», le preguntaba un chiquillo a uno de los penitentes. Con la voz con la que lo preguntó, era imposible negarse.

La Agrupación musical Nuestro Padre Jesús de la Piedad en su presentación al Pueblo de Jaén fue la encargada de acompañar al Cristo. Y tras los nazarenos, mantillas y demás miembros de la hermandad, se abría paso María Santísima de la Victoria. La imagen, obra de Alfredo Muñoz Arcos, se remonta al año 1955 y estuvo acompañada por la Banda municipal de música de Jaén. Como siempre, lució espectacular, especialmente por el manto de terciopelo blanco. Una jornada que puso el broche de oro a una de las mejores semanas que se recuerda.

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