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La actriz durante la entrega de la Unión de Actores en Teatro.
De dama del teatro a vecina incordia

De dama del teatro a vecina incordia

Petra Martínez, actriz

Miguel Ángel Contreras

Martes, 28 de marzo 2017, 01:28

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«Maricón, que no has grabado un single en tu vida», espeta doña Fina, a lo que Leo, el eterno soltero de la urbanización Montepinar, responde un educado: «señora, yo no soy gay. Y lo de single es una opción sentimental que consiste en ser independiente, sin compromisos». Doña Fina piensa un momento y remata: «Pues maricón». El diálogo lo cierra una abuela que despierta a la vez simpatía y animadversión, que arranca la risa mientras uno piensa 'qué hija de su madre'. «No tienes nada que hacer con una vieja», es otra de sus frases recurrentes en las batallas vecinales, cargada de sabiduría por lo demás. Cualquiera que se haya topado con una de este tipo en un supermercado o tenido algún enfrentamiento de escalera lo sabe. Que sabe más el diablo por viejo que por diablo. A la experiencia se une el tiempo para pensar. Mejor no ir a 'la guerra'.

A la televisiva abuela incordia le pone cuerpo y cara Petra Martínez (Linares, Jaén, 1944). Ejemplo del talento artístico que ha rezumado siempre la ciudad minera, se quede o se vaya, de Raphael a Natalia de Molina. La actriz se ha convertido, poco a poco, en un rostro habitual en las series españolas, encarnando actualmente a la vecina más retorcida, arisca y tocapelotas de 'La que se avecina', lo que tiene mucho mérito tratándose del complejo en el que viven los Recio, Estela Reynolds y compañía. Una vieja 'maldita' que no perdona una y que ha conseguido llenar el hueco, «aunque al principio me dio vértigo», de tres gigantes de la actuación de la tercera edad (Gemma Cuervo, Mariví Bilbao y Emma Penella), «que eran muy potentes y muy graciosas», en una de las series españolas de más éxito de los últimos años.

La pequeña pantalla le ha dado el último empujón mediático a una fama que viene de lejos (Vive cantando, Gran reserva. El origen, Amar en tiempos revueltos) y que brilla también en la pantalla grande ('La mala educación', de Pedro Almodóvar; 'Noviembre', de Achero Mañas; 'Nadie conoce a nadie', de Mateo Gil, o 'Nacidas para sufrir', de Miguel Albaladejo).

Ha sido sobre las tablas, no obstante, don''de se ganó primero el respeto y la admiración e incluso el sobrenombre de 'Dama del teatro'. En su trayectoria profesional destacan más de una veintena de montajes teatrales.

Se siente, como si fuera de Bilbao, una linarense que nació donde quiso. Sus padrinos vivían en Vadollano y solía ir de pequeña muchos veranos. «Para mí Linares, aunque no he vivido allí más que los tres primeros años de mi vida, y es curioso, lo siento como mi patria chica. Me gusta mucho decir que soy andaluza, que soy de Jaén, que soy de Linares, es como si me hubieran puesto un chip que me hace decir que soy de allí», ha afirmado.

En tierra minera nacieron las dos últimas hermanas de cinco y los años que pasaron allí los recuerda «como divertidísimos». Después se fue a Albolote (Granada), donde empezó su carrera, haciéndose con 13 años hueco en el grupo Azahar, de Atarfe. «Por entonces creía que ser buen actor era moverse mucho y gritar», rememora. Más tarde marchó a Madrid para ser periodista y, cuando llevaba cuatro años en la capital descubrió que la experiencia de Atarfe había sembrado en ella las ganas de dedicarse a las artes escénicas. Y se matriculó en la escuela de William Layton. Le había picado el veneno del teatro.

Así que a pesar de los flirteos constantes con otros medios, siempre acaba volviendo a las tablas, donde se multiplica. En todo este tiempo ha dado vida a decenas de personajes, la mayoría junto a Juan Margallo, con quien fundó en 1985 la compañía Uroc Teatro. Se conocieron en la Escuela de Teatro, hace más de cuatro décadas. Y ha sido su compañero de trabajo y de vida. Una historia de amor y compañerismo digna de ser escenificada.

El sueño que le queda

Viviendo, además, de un oficio que nunca fue fácil y que ahora tiene en paro a más de nueve de cada diez actores, según la Fundación AISGE. «Siempre he oído que el teatro está en crisis, pero hay diferentes formas de estar en crisis y ahora por ejemplo, a nivel económico, es realmente profunda. El IVA está haciendo mucho daño. De todas formas, como dice mi compañero Juan Margallo, es difícil que puedan con nosotros», avisa.

Es madre de dos hijos, Juan y la actriz y directora teatral Olga Margallo. En 2011 recibió la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes, uno de los muchos galardones que ha recibido, como el décimo Premio Mujer de la asociación Hispanidad. Por su trabajo en La soledad, de Jaime Rosales, ganó el Premio del Sindicato de Actores, llevándose la obra el Goya a mejor película y director.

«El éxito es muy relativo y pasajero», relativiza. A su edad le queda un único deseo, que deja entrever su personalidad y cómo y por qué está dónde está: «Ahora mismo mi sueño es trabajar, sin más, y que dentro de unos años mis padres y mi familia entera estén orgullosos de mí».

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