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El alcalde, siendo aún concejal, en 2011 viendo las grietas junto al entonces edil de Deportes y después presidente del club, Higinio Vilches.
La cesión del estadio  como madre del cordero

La cesión del estadio como madre del cordero

El campo municipal y su usufructo, con sus posibles usos terciarios y la opción de hipotecarlo, en el epicentro de la polémica para la salvación

M. Á. C.

Martes, 7 de marzo 2017, 03:26

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Desde el Oliva.va, allá por 2004 con bares o establecimientos de comida en la explanada de 3.000 m2 junto al fondo norte, a campeonatos de freestyle, la implantación de una gasolinera, una planta fotovoltaica situada sobre tribuna (firmada en 2009 por valor de dos millones de euros de ingresos), un mercadillo de venta ambulante, un complejo deportivo y de ocio con pistas de pádel y gimnasios, las posibilidades de negocio del Nuevo Estadio de La Victoria y sus aledaños son una pata importante de todo el entramado en torno al Real Jaén. Hasta un cambio de nombre para que luzca un patrocinio se ha barajado en más de una ocasión. Las posibilidades que ofrece son grandes y hasta la fecha solo se ha sacado rendimiento de forma esporádica y parcialmente, la punta del iceberg.

El Real Jaén de hecho ha reformulado sus cuentas de los últimos ejercicios incluyendo la patrimonialización del estadio que evitó tener que recurrir a una ampliación de capital impuesta por el Consejo Superior de Deportes (CSD) en la temporada 2013-14, cuando militaba en Segunda A, algo que poco antes había hecho que descendiera el Guadalajara. Con fecha 29 de noviembre de 2013 fue aprobado en el pleno municipal por unanimidad el acuerdo relativo a la concesión demanial al Real Jaén de La Victoria, conforme a las disposiciones legales vigentes. Este valor quedó tasado según informe emitido por el Área de Planeamiento del Ayuntamiento por un valor nuevo. Ascendía según los servicios jurídicos blancos a 6,6 millones de euros.

El activo del Real Jaén pasaba así de 5.115.203 euros en 2011 a 12 millones casi en 2013, quedando un patrimonio neto de 3,8, superior al capital social (de ser menor se consideraría causa de liquidación). Una auditoría, no obstante, señalaba poco después que el proceso de cesión estaba marcado, pero no realizado. En puridad, que no era real, y que había que plasmarlo siguiendo la fórmula legal correspondiente, algo que todavía no se ha realizado y según las últimas declaraciones del alcalde, no se va a hacer venga quien venga.

Hundiéndose y con grietas

Al club, según subrayó en su día Rafael Teruel, le cuesta 125.000 euros anualmente el mantenimiento del estadio (insostenible en Segunda B, ni qué decir en una categoría inferior), cuando a muchos otros clubes les sale gratis al encargarse los consistorios. De ahí que, unido a su labor de representatividad de la ciudad y por ser una práctica relativamente habitual en el mundo del fútbol, el Real Jaén crea merecer la cesión.

La rúbrica definitiva se ha ido postergando, dando un patadón hacia delante. El actual dueño Juan Miguel Hitos asegura el alcalde se la prometió y que el Ayuntamiento podrá fiscalizar las cuentas y ver que todo va a pagar deuda y jugadores. El último mensaje de Javier Márquez ha ido en el sentido contrario: no se le dará el campo a nadie para que lo hipoteque y una mala gestión deje a la ciudad sin estadio. Sin el campo y teniendo que hacer frente al convenio de acreedores (el club mantiene una deuda resultante de este de más de cuatro millones que debe afrontar en los próximos años) la entidad blanca estaría KO, salvo que lleguen inversores.

El estadio por sí mismo no está exento de polémica. Antes de su construcción ya se debatía sobre la idoneidad del proyecto y las calidades, los terrenos escogidos por su localización y, sobre todo, sus características, dados a deslizamientos y hundimientos. Tres lustros después está lleno de goteras, chapuzas y agrietado en la zona de preferencia y hundiéndose (en 2006 ya había quejas e informes y se construyó en 2000), mientras los responsables se pasan la pelota que ya quisieran los de corto. La reclamación del club tuvo eco en el Ayuntamiento, que como propietario exigió el arreglo a la Junta y Epsa, la constructora del mismo, estando dentro de la garantía de diez años. Tras varias visitas de técnicos alargadas en el tiempo no se ha procedido a arreglo alguno aún en un estadio que contó con más de diez millones de euros de inversión.

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