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El jienense posa en la redacción del programa Late Motiv de Buenafuente, en el que es uno de los colaboradores estrella.
El 'embajador' de Orcera

El 'embajador' de Orcera

David Broncano, humorista y presentador de televisión y radio

Miguel Ángel Contreras

Lunes, 6 de febrero 2017, 01:35

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Cuando era pequeño y vivía en Orcera, aunque era difícil lograr en la sierra jienense la señal de la televisión autonómica catalana, TV-3, el de Buenafuente, «aunque no me enteraba de todo», era su programa favorito. Ahora forma parte de él como uno de los colaboradores estrella. Y vacila a Andreu cara a cara. Hasta en catalán, o eso cree él. Y tiene además su programa propio, Loco Mundo, en la misma cadena, #0, el canal de Movistar que sustituye a Canal+, y también por las noches en la radio en la cadena Ser junto a Ignatius y Quequé, en parte padrino en sus inicios. Su carrera ha eclosionado en los últimos tiempos, en el Olimpo de los cómicos jóvenes y con más proyección del país. «Ahora que manejo viruta lleno el vacío del capitalismo y la sociedad actual comprando cosas todo el rato», asegura en una frase que corona su perfil en la página oficial del programa Late Motiv y que sirve de muestra de su tipo de humor.

David Broncano Aguilera (Santiago de Compostela, 1985) lleva años también como colaborador habitual de Ilustres Ignorantes, Estas no son las noticias, Tentaciones, El Club de la comedia o los radiofónicos Oh my LOL! y La Vida moderna (en Youtube también), donde cada programa va titulado con perlas como la vida moderna es que tu madre te pregunte dónde tiene el icono del Whatsapp y tú le respondas «en su sitio»; la vida moderna es aprovechar las ofertas del Black Friday de la frutería de Paqui; la vida moderna es tatuarte una frase de Mr Wonderful y que se te infecte; o la vida moderna es ver cómo tus compañeras del colegio se convierten en MILFS.

Conflicto diplomático por él

Su punto álgido de fama lo vive en la actualidad. En 2010 la logró a nivel internacional, provocando que hasta el ministro de Exteriores tuviera que pedir perdón a otro país. El germen fue un sketch televisivo previo al partido España-Paraguay del Mundial de fútbol, en el que aseguraba tener apadrinada a una niña paraguaya con un personaje que se dedicaba a reírse de la selección española, interpretando con las mismas gafas y nariz de este a la niña (con peluca), para apenar a los jugadores de La Roja y que se dejaran ganar. La polémica estalló en el país sudamericano y el embajador español y hasta el ministro Moratinos tuvieron que disculparse por un vídeo sacado de contexto y unos titulares engañosos.

Fue pocos años después de que un monólogo suyo que envió a Paramount le abriera las puertas de la tele. En Cuatro, con Quequé y Esto no son las noticias, comenzó como colaborador y a partir de ahí no ha parado de enlazar proyectos.

El jienense «de mundo rural» no nació en Jaén, pero desde muy pequeñito ha vivido en Orcera y lo lleva bien a gala, todo un embajador del pueblo, haciendo humor con ello al tiempo que defiende sus orígenes a capa y 'vara', aunque no ha cogido aceituna «en la vida», ríe. En la zona ha superado en fama a su hermano, músico reconocido, y su padre, que también lo es en toda la sierra. Los Broncanos de Jaén, que los hay (si lo siguen ya saben) hasta en Filipinas.

En casa siempre le han apoyado, «no tengo la típica figura de padres que te dicen que eso no, que ahí te van a violar y te vas a meter en la droga»; incluso le animaban «a probar» (con el humor, no la droga). Su abuela, en cambio, años después de trabajar en ello seguía sin confiar en la gente de la tele y cada mes le preguntaba «¿niño te han pagado?. «Dos años después de entrar en la tele me decía revísalo, a ver si te han pagado».

El humor ha ido ligado a su forma de ser desde siempre. Estando un día en clase se escondió debajo de una mesa tapada con material del gimnasio y se dedicó a maullar como un gato cada pocos minutos. Tardó en pillarle el profesor y porque las risas eran incontenibles. En cierto modo fue un revolucionario, el primero en llevar el pelo largo en el pueblo y en no dar religión. Al frente de los estudiantes encabezó las protestas contra la nueva ley de Educación y hasta montó una huelga en el instituto. La directora era su madre.

«Un Dios en la tierra»

Se le daban - y dan- bien todos los deportes, el tenis (admirador de Federer, «el hijo de Zeus, un Dios que ha pisado la tierra», asegura serio) o el fútbol («era técnico, jugaba de mediocentro ofensivo, dando juego; eso con el balón, cuando no lo teníamos ahí ya... -resopla-, mi equipo estaba con diez, era un Guti»).

De hecho, es un tío «extrasano», que se pide un Colacao en una barra libre o un zumo a las dos de la mañana un sábado de fiesta. «Tengo lo hábitos de un chiquillo de ocho años», confiesa.

El reloj tampoco es lo suyo. Ni la dieta. No sabe cocinar, come y cena fuera de casa con asiduidad, pide comida a domicilio habitualmente y toma de todo. Come como una lima, pero está flaco, chupado. Incluso tomando las pringosas del bar de Antonio, siempre que baja y disfruta de «la sierra, el monte, los olivos al lado de mi casa, subir al castillo...».

Admirador de los Monty Phyton, La Hora Chanante o Faemino y Cansado, con el que ha coincidido en Ilustres ignorantes, ha suavizado con el tiempo su humor, desde un inicio en el que buscaba hacer cosas muy provocadoras y muy negras a uno más suave, manteniendo una cierta irreverencia. Entre sus obsesiones están «los niños gordos chinos». Uno ilustra su foto de perfil en Twitter, donde supera los cien mil seguidores.

Estudió Publicidad, alternándolo con asignaturas de Física por afición y asegura que no es broma. Las estrellas siempre le han llamado la atención. Fan de los videojuegos como forma de ocio, entre sus vídeos más famosos figura 'el del Wallapop', con cientos de miles de reproducciones en Youtube y en el que compró una poza zumera. Si lo han visto tendrán ahora una sonrisa en la cara; si no, ya tienen algo que ver.

«Mi objetivo es cada vez hacer cosas más guais y pasármelo muy bien todo el rato». Y, mientras, hacerlo pasar, disfrutando de su gran momento en la radio y la tele. Aunque su abuela no se fíe.

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