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HUESOS DE ACEITUNA

La semilla de lo que somos y de lo que serán

Sigue siendo necesario que las chicas y chicos de Paco Zaragoza recuerden periódicamente a los más de 5.000 habitantes de Peal de Becerro el placentero sabor de la libertad a flor de piel

JOSÉ LUIS GONZÁLEZ

Domingo, 11 de diciembre 2016, 01:55

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Nací y vivo en Cazorla, cabeza de partido de una comarca compuesta por nueve municipios. Tierra de trabajadores de la campiña y de la sierra que ha prosperado a lomos del esfuerzo de padres y abuelos, siempre dispuestos a ganarse el pan de sus familias en el olivar, en las -en otro tiempo- grandes extensiones de cereal o en los diversas labores que el monte requería. Un entorno, como casi todo el sur rural, poco propicio para las artes, para la sublimación laica del espíritu. Antes, había que comer.

Yo, pertenezco a una generación que, si no nació en democracia, sí se crió con ella. La deliciosa miel de la libertad y la prosperidad -lo que se dio en llamar 'estado de bienestar'-, vertida por obra y gracia del Estado Social y Democrático de Derecho, fue producto de una evolución lógica a la que nos obligo nuestro entorno europeo; una 'conditio sine qua non' para ser parte integrante de la comunidad europea y del mundo civilizado. No hubo revolución, no hubo catarsis. Hubo 'Transición'. Años en los que nos educamos inmersos en una ola de luz renovadora cuyo brillo, a pesar de todo, se fortaleció año tras año. Ese fulgor se abrió paso a través de las sombras de nuestro pasado gracias, entre otros muchos detalles, a iniciativas culturales que aún hoy siguen generando esperanza en el futuro. Como el grupo teatral 'La Criba', de Peal de Becerro, nacido precisamente en aquellos primeros años tras la muerte del dictador. Ahora, transcurridos desde entonces más de cuarenta y tras un parón de tres, vuelve a los escenarios pealeños con la misma fuerza, con la misma juventud y con el mismo aire fresco de entonces. Y, no lo duden, sigue siendo indispensable en la actualidad porque nunca ha de sorprendernos el lado oscuro con la guardia baja.

Sigue siendo necesario que las chicas y chicos de Paco Zaragoza recuerden periódicamente a los más de 5.000 habitantes de Peal de Becerro el placentero sabor de la libertad a flor de piel, verbalizado e interpretado mediante el divertido descaro de la comedia, el vodevil o el cabaret. Y, de paso, rememoren en toda la comarca de la Sierra de Cazorla dónde nació su pasión por el teatro; cuál es su razón de ser y cuál la fórmula de esta poción mágica que, casi a diario, consumen su gentes. El teatro desde la base, desde esa juventud que nunca hubiera pensado subirse a un escenario, que nunca hubiera creído ser capaz de enunciar ciertas palabras o interpretar ciertas escenas frente al público. Para ellas y ellos todo cambia desde que lo hacen, desde la indescriptible emoción del primer aplauso. En su vida hay un antes y un después de ese rito iniciático. Cambia su modo de enfrentarse al mundo, modifican su escala de valores, rompen con las frías y rígidas cadenas de la uniformidad social. Pero lo más importante quizás sea la influencia que ejercen sobre la gente que les rodea, en su núcleo familiar o en su grupo de amistades. No hay más que acercarse estos días al Teatro-Cine 'San Antonio' o al Teatro 'Rafael Alberti', que acogerán la increíble cifra de 1.300 personas en seis funciones. Seis llenos absolutos en ambos recintos para disfrutar de 'El Eunuco', un montaje con más de veinte actores y actrices y una quincena de técnicos. Detrás de este maravilloso elenco hay también 69 empresarios -un número muy apropiado- que han apostado y han invertido en esta idea.

Fui testigo, una vez más, de todo lo que he descrito en el preestreno del pasado martes. Solo me quedaba comprobar la calidad de la obra y he de reconocer que me sorprendió la frescura del texto y la evolución de estos chicos y chicas. Y también me emocioné, lo reconozco. Era una comedia, un vodevil, y casi reí y lloré a partes iguales. Me hago mayor, Paco.

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