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CARMEN CABRERA
Martes, 6 de diciembre 2016, 00:34
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El campo de la investigación y la innovación hace muchos tiempo que dejó de ser una parcela tan solo acotada para determinadas disciplinas. Hoy en día, encontramos la invención y el perfeccionamiento en todo tipo de sectores, como pueden ser el de la alimentación, entre otros muchos. En la actualidad, no es extraño encontrar en las estanterías de los supermercados de la provincia jienense una amplia gama de productos enfocados además a diferentes grupos muy apetecibles para el mercado: las intolerancias a determinados componentes alimenticios, como el gluten o la lactosa, por poner solo algunos ejemplos, han provocado que la industria tenga que reinventarse y buscar alternativas para seguir ganando cuota de mercado. Pero también para adaptarse a colectivos que han ido surgiendo con más fuerza en los últimos años, como pueden ser las familias monoparentales, los 'singles' que prefieren vivir y, por lo tanto, alimentarse en solitario o aquellos que practican deporte y buscan en las estanterías un determinado tipo de alimentos adecuados a su actividad física.
Pero, ¿qué piden hoy en día los clientes de a pie, incluidos los jienenses? Según los últimos datos hechos públicos por Aecoc, la Asociación de Empresas de Gran Consumo, «en el ámbito de innovación, el comprador valora casi por igual la capacidad de fabricantes y distribuidores de lanzar suficientes productos nuevos al mercado». En cuanto a qué le piden a la innovación, las tendencias son claras, según el estudio. Buscan productos de alimentación saludables, bajos en grasas, azúcares, calorías; libres de conservantes, de edulcorantes y productos ecológicos, en este orden de importancia. Si nos fijamos en los artículos de no alimentación, destaca la búsqueda de lo natural, sostenible y sin parabenos.
No es, sin embargo, tan sencillo apostar por la innovación. Hace falta una fuerte inversión para ello, además de extender las novedades a todo el ciclo de la actividad, desde la I+D hasta las estrategias comerciales para conseguir su venta final al consumidor. El Radar de la Innovación 2016 realizado por Kantar Worldpanel sobre el sector de gran consumo en España, prevé que seguirá la tendencia de apostar por la innovación alimentaria en los próximos años. La innovación en productos de gran consumo ascendió un 9 por ciento en el año 2015 -según este estudio- rompiendo una tendencia negativa de cuatro años de descenso consecutivos. La mayoría de esta invención correspondió al segmento de alimentación (73,1 por ciento), seguido por el sector de las bebidas, que creció un 15,2 por ciento, mientras que el del cuidado del hogar e higiene se sitúa en el 11,7 por ciento.
Centros para innovar
Para conseguir estos avances, muchas cadenas de distribución cuentan con centros de innovación. No obstante, no es un secreto que cada vez es más difícil innovar, sobre todo en campos como en los de la alimentación, en los que existe una elevada competencia. Por ello, el tejido empresarial tiene ante sí el complicado reto de avanzar y también de adaptarse a lo que exige el consumidor, dos ejes sobre los que se quiere asentar la industria.
Además, aún hay más datos de los estudios que se están realizando en los últimos años para convencer a la industria alimentaria de que deben avanzar por el camino de la originalidad. Un informe dado a conocer recientemente por Nielsen señala que un 40 por ciento de los consumidores añadieron un artículo innovador en su última cesta de la compra. Además, más de un 60 por ciento valora positivamente que la industria los ofrezca.
Ante esto, ¿qué está haciendo la industria, entonces, para incidir en la compra de los consumidores y conseguir una mayor cuota de mercado? Un ejemplo es el de Mercadona, que posee 12 laboratorios en España en los que se trabaja para mejorar los productos, basándose en aquellas opiniones que obtienen de los clientes, 'los jefes', como internamente llaman a los clientes en la empresa.
En este camino hacia la investigación, en el año 2011 creó los Centros de Coinnovación, desde los que los monitores captan, definen y transmiten las necesidades de 'el jefe'. Son laboratorios en los que se desarrolla la denominada 'Estrategia Delantal', que se encuentra basada en compartir con los clientes experiencias y costumbres de consumo, limpieza, aseo personal y cuidado de mascotas, lo que ha permitido a la compañía introducir en su surtido mejoras de productos ya existentes y nuevas referencias en el mercado.
La variedad de estos centros es muy diversa. Algunos se encargan, por ejemplo, de innovación en productos para desayunos y meriendas; leches y zumos, cafés, cacaos e infusiones; aperitivos; cocinar; postres lácteos y helados; chuches; bebidas refrescantes y aguas; higiene y cuidado personal; limpieza de ropa, calzado y bebé; mascotas y mantenimiento del hogar; y limpieza del hogar. La firma tiene claro, al igual que el resto del sector, que es el consumidor el que marca el devenir de las transacciones comerciales. Si un artículo le gusta, tendrá un éxito asegurado pero si le da la espalda, este no tardará mucho tiempo en salir de los lineales. Tanto es así que en los últimos dos años, más de 14.000 consumidores han pasado por estos centros para dar su opinión, aportar sus ideas y dejar claro lo que les gusta y lo que no.
El director provincial de Relaciones Externas de Mercadona, Juan A. Hidalgo subraya que «para nosotros innovar es estar pensando constantemente en las necesidades de nuestros 'jefes'. Por ello estamos configurando un surtido eficaz que sea capaz de sorprender a nuestros 'jefes', que les aporte valor y satisfaga sus necesidades de consumo en productos frescos y secos».
Otra de las estrategias empleadas por el sector y, en este caso, por Mercadona, es la creación de la figura del monitor para estar más cerca de sus clientes, de tal forma que los monitores y los propios trabajadores informan de las necesidades de los clientes al Departamento de Prescripción, que define las soluciones conjuntamente con el Departamento de Compras y los proveedores. En este nivel, es en donde se desarrolla la innovación y la fabrican, mientras que Prescripción diseña su implantación en tienda y las herramientas de cómo informar a los clientes. Es la denominada 'coinnovación', según apunta la empresa. Fruto de esta colaboración, la firma asegura que se incorporaron más de 400 novedades, más de una al día. Casi una parte de ellas procede de ideas de sus clientes. Es decir, se produce una retroalimentación que es aprovechada por la industria alimentaria para conocer los gustos del consumidor y satisfacer sus necesidades. Estos centros le han permitido a la compañía detectar, por otro lado, errores que se ha podido cometer, con el objetivo de que puedan ser subsanados.
La cooperación
Juan A. Hidalgo insiste, por lo tanto, en la importancia de la cooperación para llegar a buen puerto. Para ello, utilizan como métodos, diferentes vías para captar sus sugerencias a través de un teléfono gratuito y las redes sociales. También usando y consumiendo el producto con los propios clientes, además de disponer de personal que haya sido previamente formado para captar las necesidades. De la misma forma, utilizan estrategias como las visitas a los hogares o la propia observación en las tiendas.
Una puesta por la innovación, en definitiva, en el que se está basando gran parte del sector en un mundo tan competitivo como el de la alimentación, sabedor de que el cliente cada vez demanda más productos nuevos, específicos y, además adaptados a sus preferencias y necesidades concretas.
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