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Antonio Alcázar, con uno de tantos perros que tantos perros que pasan por sus manos.
El que enseña buena conducta a las mascotas

El que enseña buena conducta a las mascotas

Antonio Alcázar deja claro que cuando el animal tiene un problema, tan importante es trabajar con él como con su dueño

MÓNICA LOPERA

Miércoles, 19 de octubre 2016, 00:28

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Siempre le habían gustado los perros y lo que en un principio no era más que una afición, acabó convirtiéndose en un modo de vida que no sólo le permite ganar dinero sino que también le da enormes satisfacciones. Antonio Alcázar trabajaba de reponedor en unos grandes almacenes cuando decidió que tenía que cambiar de aires y empezó a hacer cursos de adiestrador de perros y a adentrarse en un mundo que cada vez le gustaba más.

«Durante un tiempo compaginé el ser reponedor con el adiestramiento de perros, pero una vez que vi que podía ganarme la vida exclusivamente de esto último, dejé lo otro», señala este jienense, que apunta que hace ya 22 años que abrió 'Adidog', un centro de adiestramiento y residencia canina que por aquel entonces fue pionero en Jaén. «A mí lo que más me gustaba era adiestrar, pero lo de la residencia era un complemento que sabía que le iba a venir bien a mucha gente y por eso lo incluí», manifiesta Antonio, que recalca que no sólo hizo cursos en los inicios, sino que a día de hoy sigue formándose. «Yo siempre digo que nunca dejo de aprender, como en todo, aquí también hay que estar en continuo reciclaje», subraya.

Sin duda, la mejor prueba de que su negocio funciona son las más de dos décadas que lleva abierto. Y eso, teniendo en cuenta la crisis, no es baladí. «Tengo clientes que me trajeron a un primer, a un segundo perro y que ya van por el tercero, digo yo que será por algo», apunta Alcázar. Pero, ¿cuál es realmente el secreto del éxito?, ¿por qué Antonio consigue tan buenos resultados con los perros? A su juicio, no hay otra clave que, primero, haber recibido una buena formación al respecto y, luego, poner en práctica toda esa teoría con constancia y con paciencia. «Y con la colaboración indispensable de los dueños», señala. Porque tan importante, asegura, es «educar a los perros como educar a quienes los tienen de mascotas».

Y es que, normalmente, los perros que llegan a 'Adidog' para ser adiestrados lo hacen porque presentan algún tipo de problema. «Me encuentro desde gente que no consigue salir a dar un paseo con su perro porque no lo deja pararse en ningún sitio, hasta otros que no consiguen que no haga sus necesidades en casa y, por supuesto, problemas de ataques y mordeduras a personas. Todo el que viene aquí es porque tiene un problema que quiere resolver», manifiesta el dueño de 'Adidog', que insiste en que es fundamental trabajar a la vez con el animal y con su dueño. «Aprenden los dos a la vez, les ayudamos a hacer una modificación de conducta, les damos las claves de por qué pasan ciertos problemas y cómo los pueden solucionar», apunta Antonio, que indica que, lógicamente eso no se consigue de un día para otro.

Periodicidad

«Hay algunos que me los traen con una periodicidad determinada, otros que me los dejan durante un mes o mes y medio, otros casos en los que me desplazo yo hasta el propio domicilio. según cada caso», manifiesta Antonio Alcázar, que recalca que normalmente, cuando se dan problemas de conducta en un perro es porque desde el principio no se ha educado bien. «Hay gente que se fía de lo que lee o ve en Internet o de lo que le cuenta un conocido, pero realmente hay ciertas cosas que hay que tener muy claras a la hora de tener un perro en casa y tengo comprobadísimo que no todo el mundo las tiene», indica el adiestrador.

Por supuesto, dice Antonio, él no tiene «una fórmula mágica» para adiestrar. Lo único que hace falta, dice, «es conocer los métodos que existen y aplicar el que mejor convenga en cada caso, o a veces combinando varios, pero siempre trabajando a la par también con el dueño». Y al final, asegura, «siempre se consigue el resultado que buscamos si el propietario del animal ha puesto de su parte y se ha implicado en hacer que los cambios se produzcan». Lo que no puede ser, dice, es querer aplicar al perro la psicología humana. «Fundamentalmente, los perros aprenden por repetición de conducta, pero no una ni dos veces, sino muchas», recalca.

Para el adiestrador, lo mejor de su trabajo, sin duda, es la satisfacción de los clientes cuando ven que se consigue el objetivo propuesto. «Hace poco me trajeron a un perro que había salido de una protectora y que nunca había tenido una correa, lo tuvieron todo el verano en un chalé y cuando llegaron a la ciudad y le pusieron la correa, el perro no andaba, no sabía. Me lo trajeron y en una semana lo conseguimos. La cara de felicidad de su dueña fue la mejor recompensa», relata el adiestrador, que, aunque se confiesa un apasionado de su trabajo, reconoce que éste también tiene una parte negativa, y es cuando el dueño no quiere colaborar.

«Hay personas que no aceptan que no están haciendo las cosas bien con su perro y que tienen que cambiar su actitud para poder ayudarlo, a algunos es muy difícil hacérselo ver y en algún caso así incluso he llegado a devolverles el dinero porque era imposible hacer ningún avance», apostilla.

No obstante, esos casos son los menos. Y a cambio también tiene otras alegrías, como las que se lleva cuando va a hacer terapia con perros a una residencia de ancianos o la que en su día hizo también con miembros de Aprompsi. Incluso, ha presentado al Instituto Andaluz de la Mujer un proyecto con perros para seguridad de mujeres maltratadas y también ha ofrecido a la Policía perros que él previamente había adiestrado para buscar drogas. «Si el perro está bien adiestrado, son múltiples las posibilidades que se le pueden sacar y todas buenas, siempre insisto en que cuando hay un perro agresivo o que tiene un mal comportamiento, el problema es del dueño», subraya Antonio.

Competencia desleal

Y, aunque lamente que cada vez proliferen más adiestradores «aficionados», que aparecen por los parques donde hay personas con perros prometiéndoles la solución a todos sus problemas, el propietario de 'Adidog' se congratula de que muchos de los que una vez contrata los servicios de esa competencia desleal, acaben después acudiendo a él. «Me han contado casos horrorosos de algunos de esos supuestos adiestradores, que por hacer un curso de un mes se creen que lo saben todo. Yo llevo formándome toda la vida en esto y me siguen quedando cosas por saber, por eso recomiendo a quien los contrate, que vaya con cautela porque el problema puede acabar siendo mayor», sentencia quien, como no podía ser de otra manera, convive con dos perros dentro de casa y «siete u ocho más fuera» porque le encantan los perros.

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