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Cola y condición humana

Pensaba en el mito del eterno retorno aplicado a esta ciudad, cuando me topé con la realidad de la condición humana observando una cola de la compra de material escolar, habitual en estas fechas

pedro melguizo

Viernes, 16 de septiembre 2016, 00:59

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Llevaba unos días pensando en qué escribir en esta columna que, tras el habitual parón veraniego, vuelve cada jueves al diario IDEAL con mi pareja de baile Jose Liébana, y a Radio Jaén a la una de la tarde acompañados por Ginés Donaire. Pensaba en el mito del eterno retorno aplicado a esta ciudad, en la que todo sigue igual o peor, aplicando aquello de que todo lo que va mal es susceptible de empeorar, cuando me topé con la realidad de la condición humana observando una cola de la compra de material escolar, habitual en estas fechas.

Llegué con mi hija a una papelería y seguí el que yo pensaba que era el proceso lógico y correcto. Con nuestra lista de necesidades en mano, fuimos pacientemente buscándolo todo y, cuando lo encontramos, nos pusimos en la cola. Había seis o siete personas. Paciencia, me dije. Pero viendo que no avanzaba empecé a ver qué pasaba. Había gente que se iba incorporando, explicando que le habían dicho a personas que estaban delante de nosotros que les guardaran la vez. Observé caras de sorpresa, incluso de cabreo, pero había que mantener la compostura. Y entonces entró una señora por la puerta y me dijo, porque seguía estando el último, que le guardara la vez, que iba a comprar unas cosillas. Yo le dije que no sabía si eso sería posible y, con cara de sorprendida, me contestó que eso se hace siempre así, con lo que pensé si no sería yo el que estaría haciéndolo mal. La señora volvió al rato y se repitió la escena anterior. Ya no era el último. Se colocó tras de mí y, ante las caras estupefactas de los de los que había adelantado por sorpresa, dijo: 'Es que le había pedido la vez a este señor'.

Pero aún me esperaba otra curiosa situación. Una señora llegó a la caja, sacó su lista y se la dio al señor que cobraba: 'Esto es lo que quiero'. Y el sorprendido cobrador tuvo que buscarlo todo, con el consiguiente parón en la cola.

Me tocó al fin, pero ya no sabía si pagar o seguir contemplando el espectáculo.

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