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El jienense durante una de sus actuaciones junto a un joven voluntario.
El vampiro domador

El vampiro domador

Antonio Javier Serrano es actor, voz de anuncios de radio, escritor y emprendedor con cenas-show interactivas, el jienense se vio obligado a subir a un escenario y salió victorioso

Miguel Ángel Contreras

Martes, 13 de septiembre 2016, 00:38

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De repente Leonardo Di Caprio golpeó fuerte repetidamente sobre la mesa, hasta que en medio del enfado 'in crescendo' movió la mano un poco más allá de lo debido y la aplastó contra una copa de cristal, destrozándola y brotando la sangre, su sangre. Ante la cara de incredulidad de sus compañeros de reparto continuó como si nada, sin abandonar el papel, por lo que Quentin Tarantino, al que precisamente no le desagrada cómo se ve ésta en pantalla, pasó de decir corten y siguió grabando. La escena repleta de tensión y verdad, hasta ese extremo, es probablemente lo mejor del film Django Desencadenado. Si se fijan se puede ver el gesto de Jamie Foxx mirando al (para lamento de los memes) ya oscarizado actor, con una expresión tan auténtica que también merecería una estatuilla, menoscabada solo porque la sorpresa es real. Di Caprio necesitó puntos. La anécdota sale a la palestra charlando con Antonio Javier Serrano (Jaén, 1986), quien también ha llegado por culpa de un cristal a sangrar, literalmente, en escena y continuado, difícil encontrar una metáfora mejor del difícil mundo actoral hogaño por estos lares. Es una de las anécdotas sobre las tablas que le vienen rápido a la testa, junto a caballos desbocados o funciones, por desfallecimiento de una espectadora, suspendidas, pero solo por un rato. The show must go on.

Serrano es fundador, director y alma máter de las compañías de teatro y danza Small Clowns y Solecito (junto a María Eugenia Román esta). Da clases de actuación a alumnos desde los dos años a los 82, «una señora que no sabe leer, pero que se aprende de memoria lo que le digo y tiene talento», asegura. Ha llevado su compañía jienense por toda Andalucía, Extremadura y hasta Asturias. Se dice tímido, pese a bromear e ironizar veloz a las primeras de cambio con multitud de desconocidos, por ejemplo, en las cenas interactivas que organiza en la capital, Torredelcampo y Pegalajar, con juegos, humor y sustos como ingredientes principales. Ahí ejerce de maestro de ceremonias caracterizado según la temática. El arriba firmante lo conoce como Drácula, en la cena Videoclub, y como El domador, en Misterio en el circo. «A veces me reconocen por la calle o en mitad del supermercado y me llaman a voces así, eh, domador, Drácula o lo que sea», ríe.

Suele ocurrir con más frecuencia de lo esperado, alguien célebre por su cara (dura), extrovertido, asegura ser muy tímido. «¿Tú? Sí claro, ya». Y lo sorprendente es que a menudo resulta que sí, que es verdad, no mienten. Sin embargo, el escenario transforma, pudiendo un cuerpo menudo convertirse en un torbellino a lo Lola Flores, valga el ejemplo, de la que The New York Times, en su primera actuación en EE.UU., reseñó que «No baila. No canta. No se la pierdan».

«Me subí al escenario y me sentí muy bien y seguro, como si fuera una persona diferente y realmente cada vez lo eres. Me sentí a gusto como nunca en la vida», admite Serrano, rememorando su primera vez. Eloisa está debajo de un almendro, de Jardiel Poncela. Interpretó a un mayordomo medio loco y se desató. «Ahí creo que se encendió la bombilla». Ahí empezó todo.

La voz de la SER

Llegó al teatro por recomendación del psicólogo del colegio, para vencer la timidez. Acertó de pleno. Hizo de su defecto virtud. No es un recomendación extraña, al contrario, y la hace suya para otros niños y jóvenes.

Comenzó a participar en todos los talleres que pudo, con la mente puesta en estudiar Arte dramático. Llegado el momento ya ejercía de actor y cobraba por ello aunque sus padres no terminaban de verlo (algo que tampoco es precisamente extraño, salvo en sagas de actores), así que decidió estudiar Administración y finanzas. Se podría pensar que se fue al otro extremo, pero todo formaba parte de su 'maléfico' plan. «Quería montar mi propia compañía y me pareció útil saber de números». Así aplacaba a a la familia. Comenzó con un clásico de Jaén, La Paca, y en Creativo Imprevisible y de monitor en la Universidad popular, hasta que en 2008, con solo 22 años, montó su propia compañía, Small Clowns. «Un empresario de pacotilla», comenta entre risas. Un emprendedor lo llamarían hoy.

Los pequeños payasos han crecido ocho años después. Cuenta con una treintena de empleados, un puñado con contrato fijo. En su CV, cuentacuentos, animador, voz de una veintena de anuncios en Radio Jaén Cadena SER, o escritor, con un libro a punto de ver la luz. «Me han ofrecido cosas de cine y cortos y no me llama la atención nada. Soy actor de teatro, me gusta el contacto con la gente». Su favorito, el infantil y el teatro en negro, que se hace con una luz oscura llevando los actores y objetos reflectantes, sin descartar adaptar algo así a su repertorio en el futuro. Mientras, ultima la apertura de una sala de teatro en la calle Martínez Molina de la capital, y sigue con talleres en Los Villares, Huesa y Jaén. Los payasos continúan creciendo, aunque ya puede presumir de lo logrado. Le ha costado sangre, sudor y lágrimas.

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