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Laura Velasco
Jueves, 25 de agosto 2016, 01:15
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Calles abarrotadas. Fieles mirando al cielo, esperando una tregua. Hermanos Mayores pronunciando las más temidas palabras, «se suspende la estación de penitencia». Otras con más suerte, recorren las calles tras un año de espera. Olor a incienso. Y mucha, mucha emoción.
La descripción de una Semana Santa cualquiera, en un rincón cualquiera, que guarda un punto en común: la mayoría de jienenses conocen las hermandades sólo por las procesiones. Pero, ¿qué pasa con ellas el resto del año? Lejos de cesar su actividad, la diversifican y aseguran realizar muchos esfuerzos escondidos, de esos que no son aplaudidos por los fieles ni fotografiados por curiosos.
«En junio hacemos una recogida de alimentos para la caridad y en julio nuestros campamentos de verano. También abrimos la capilla los martes por la tarde para que los cofrades la visiten y el primer sábado de cada mes se celebra la misa de la hermandad, entre otros eventos. Seguimos al tanto de las necesidades de los cofrades, pero nuestra actividad lógicamente desciende», destaca José Antonio Carmona, hermano mayor de la hermandad Piedad y Estrella.
Por su parte, Manuel Palomares, vicegobernador de la cofradía de La Soledad, recalca que en verano no tienen «la misma intensidad» que durante el curso cofrade -de septiembre a junio-, pero hay labores «permanentes que no descansan».
«Desde la Junta de Gobierno tenemos comisiones que están siempre operativas para preparar el curso, la agenda, los presupuestos, etc. Hay más departamentos que no descansan, como los fabricanos, que se encargan del mantenimiento; o el cuerpo de camareras, que se dedican a la restauración y el cuidado del patrimonio más grande y la capilla», señala el vicegobernador de la cofradía.
En la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores, o lo que es lo mismo, la hermandad de El Abuelo, no podían ser menos. Haciendo honor a su popularidad y tradición, tratan de mantener el ritmo también en verano.
Exposiciones y elecciones
«Este año es especial para nosotros, porque celebramos el 275 aniversario de la talla de la Virgen de los Dolores y estamos preparando el cierre de esa efeméride a mediados de septiembre, con una exposición de fotos de la virgen. Como norma, continuamos con la asistencia caritativa y colaboramos con conventos de clausura porque creemos que requieren de nuestra ayuda. Asimismo, el 25 de septiembre son las elecciones de nuestra cofradía y estamos inmersos en el proceso electoral», recalca Francisco Manuel Gutiérrez, hermano mayor de El Abuelo. Además, desde la cofradía aseguran que durante estos años han realizado multitud de viajes, entre los que destacan Extremadura, Galicia o Italia.
En medio de todo este trabajo, representantes de las tres cofradías coinciden en que hay labores «invisibles» a la sociedad. Para el hermano mayor de la hermandad Piedad y Estrella, la administración es una de ellas, algo «interno» y que «no luce» ante el público. Por su parte, desde la cofradía de La Soledad ponen como ejemplo los «malabares económicos» del secretario y el tesorero.
La actividad en la cofradía desciende, al igual que los que colaboran en ella. Las juntas de gobierno, siempre al pie del cañón, no dejan de ejercer como tales. Eso contando con que pertenecer a una hermandad no es un oficio, sino una vocación por la que no cobran. Por tanto, invierten su tiempo libre en ejercer su fe. «Esto es una vocación, siempre viene bien tener un descanso pero lo hago porque me gusta. Igual que a algunos les gusta por ejemplo jugar al fútbol, a mí me gusta fomentar el culto, la caridad o la formación espiritual. Es una afición que no tiene comparación», afirma José Antonio Carmona, hermano mayor de la hermandad Piedad y Estrella.
Cofrades por siete días
Algo que los representantes de las cofradías lamentan, aunque admiten que «están en todo su derecho», es el interés que despiertan algunos cofrades «sólo en Semana Santa». Un interés que, en muchas ocasiones, se desvanece el resto del año y se centra únicamente en la salida en procesión. «Se ve quién trabaja frecuentemente y quién lo hace sólo cuando huele a incienso. Hay un refrán que habla de un cofrade que sale de debajo de un trono y le dice 'hasta el año que viene si Dios quiere', despidiéndose de Jesús en la calle. Habría que intentar reconducirlo para que la devoción sea constante todo el año», subraya el hermano mayor de El Abuelo.
«Hay de todo, algunos sólo se arriman para salir en procesión. Cada uno toma su devoción como quiere, pero me gustaría que hubiese más compromiso», relatan desde la hermandad Piedad y Estrella.
Pese al esfuerzo en todo el año, todas las cofradías coinciden en algo: no hay nada como la Cuaresma. «Es la época más especial, nos satisface mucho tener a Jesús tan cerca durante nueve días», concluye Francisco Manuel Gutiérrez. Por ahora, deben armarse de paciencia: aún quedan nueve meses para Semana Santa.
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