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El Cristo de la Merced sale de la iglesia de La Merced entre el gentío.
El Cristo de las Misericordias gana la batalla a la lluvia y desfila como rey del Lunes Santo

El Cristo de las Misericordias gana la batalla a la lluvia y desfila como rey del Lunes Santo

La cofradía de los Estudiantes retrasó una hora la decisión y finalmente optó por realizar su desfile desde la Merced

ANTONIO ORDÓÑEZ

Martes, 22 de marzo 2016, 01:16

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La cofradía de los Estudiantes se resistió a creer las previsiones de lluvia que amenazaban con romper la salida penitencial de estas veneradas imágenes de la capital en la tarde del Lunes Santo. Aunque con bastante retraso, para asegurarse de que los partes meteorológicos mejoraban, finalmente el Cristo de las Misericordias y Nuestra Señora de las Lágrimas pudieron encontrarse con sus fieles.

A las cinco de la tarde se presagiaba que la lluvia podría romper la ilusión de miles de fieles de la cofradía de la Merced, que veían que lo que había sucedido con La Amargura se podría repetir en la iglesia del casco antiguo de la ciudad. El entorno de la recoleta plaza de la Merced estaba abarrotado, con centenares de fieles que se resistían a creer que el cielo no daría tregua. La junta de gobierno de la cofradía decidía entonces aplazar una hora la salida para ver si las previsiones eran más optimistas.

Fue casi una hora de intenso silencio. De plegarias calladas. De emociones contenidas. Nadie quería pensar lo que parecía que iba a ser una realidad, y era que la cofradía lo tendría muy difícil para salir a la calle a demostrar su fe. Sin embargo nadie se marchaba, al contrario, seguían llegando más y más fieles a las distintas calles cercanas a la Merced por las que estaba prevista la procesión de la cofradía de los Estudiantes. En el interior de la Iglesia la imagen era muy similar. Nadie quería pensar que el trabajo de tantos meses se quedara en nada. Unos jóvenes penitentes entrecruzaban los dedos de sus manos y solo se les oía decir «¡por favor, por favor, que salgamos...!». A las seis en punto hacía de nuevo aparición el hermano mayor de la cofradía. Anunciaba que se habían realizado distintos contactos y que no había certeza de que pudiera llover. Así que la cofradía saldría a la calle. Un estruendoso aplauso sirvió para demostrar lo que los corazones allí presentes habían contenido en esa larga hora.

En unos minutos todo comenzaría. El Cristo de las Misericordias y Nuestra Señora de las Lágrimas estaban a punto de encontrarse con sus fieles. La feliz noticia también llegó a la plaza de la Merced, donde la sonrisa regresó a las caras de esa gran multitud que se agolpaba en los alrededores de la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Ya se había abierto la puerta de la iglesia, y se lanzaba un último mensaje a los cofrades que participaban activamente en la procesión: «Vamos a rezar en la calle con el Cristo y con la Virgen. Manifestemos nuestra fe y salgamos a bendecir a la ciudad...».

Se asomó por el pórtico

Quedaban apenas unos minutos para las siete de la tarde cuando el paso del Cristo de la Merced asomaba por el pórtico de su templo. El silencio contenido reinaba de nuevo entre los fieles allí presentes. Estaba a punto de salir a la calle esta maravillosa talla del siglo XVI que tanta devoción despierta en la capital. En su trono, adornado de claveles de un profundo rojo encarnado, y gracias a la maestría de sus costaleros, que mantuvieron el peso con sus piernas ligeramente flexionadas, la venerada imagen irrumpía entre aplausos y vivas. El retraso obligaba a aligerar el ritmo, así que el de las Misericordias afrontó su caminar con elegancia, majestuosidad y un buen ritmo. Antes de dirigirse hacia Merced Alta, los costaleros recibían la última arenga: «Jesús, vamos a enseñarle al pueblo de Jaén la misericordia de Cristo. Vamos a enseñarles a todos los que están aquí a ser misericordiosos».

El Cristo iniciaba el itinerario oficial cuando Nuestra Señora de las Lágrimas ya se mecía en el interior del templo. La Madre de la Merced se dirigía a la calle custodiada por sus tunos, que encarrilaban hacia el exterior con las miradas fijas en su Señora. Al salir a la calle, empezaron a entonar la tradicional canción en la que los tunos de la Universidad le piden «¡Ven junto a mí...». La pasión rompió por completo en el pecho de los allí presentes. La cofradía de la Merced ya estaba en la calle. La devoción y la fe había ganado la batalla a la lluvia. Aunque con un ritmo algo más 'aliviado' de lo normal, la cofradía continuó firme y segura, luchando contra las previsiones y demostrando a Jaén como se vive la Pasión.

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