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De tú a tú: Carlos Tajuelo

De tú a tú: Carlos Tajuelo

Este fotógrafo es uno de esos personajes imprescindibles para entender el Jaén del siglo XXI

Jorge Pastor

Lunes, 12 de octubre 2015, 00:37

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Cuando Carlos Tajuelo empuña su Nikon, apunta y dispara, está haciendo mucho más que una fotografía. Está haciendo una fotografía con alma. Dicen que sólo los profetas y los poetas son capaces de observar lo que no adivinamos los demás. Carlos Tajuelo (Jaén, 48 años) no es poeta ni profeta, pero sí uno de esos grandes fotógrafos dotados con la habilidad de ver y capturar lo que pasa desapercibido para el resto.Por eso es un referente dentro y fuera de Jaén y por eso también sus imágenes siempre conmueven. Da igual que se trate de un reportaje de boda, una sesión con modelos, cualquiera de los impresionantes retratos que realiza en sus viajes por África o, sencillamente, en sus paseos por Jaén. Tajuelo conmueve. No falla.

La fotografía es su vocación, su pasión y su vida. Desde que hace quince años se compró su primera réflex, que siempre llevaba en la maleta, hasta su full frame actual, con la que ha aprehendido instantes cargados de magia y sentimiento que luego han recibido prestigiosos reconocimientos como el National Geographic de 2012, el Carmelo Tartán o el tercer premio Abeja de Oro que concede la Confederación Española de Fotografía.

Galardones que avalan la trayectoria profesional de un tipo alejado de egos y vanaglorias y que disfruta como un crío juntándose con otros foteros para llevar a cabo proyectos conjuntos como Phobia, una exposición colectiva en torno al miedo que se pudo ver durante la primera quincena de septiembre en el Museo de Jaén y que también representa, su juicio, «una propuesta basada en nuevos lenguajes expresivos que, a la postre, se convertirán en habituales una vez tamizados por las mil y una normas que constriñen nuestras vidas».

Después de tantos años apretando el gatillo, el archivo de Carlos Tajuelo es, sencillamente, una virguería.O mejor dicho, una sucesión de virguerías. Entre todas ellas, la preferida de Tajuelo es aquella de Sueida, la mujer saharaui de rostro ajado y mirada penetrante que le cobijó en su haima del campo de refugiados de Dakhla. Tiene otras muchas. Y también otras que nunca hizo ni hará, como la de aquel niño desnutrido. «No pude, sentía indignación por un mundo tan deshumanizado», refiere Tajuelo.

Señoras y señores, con todos ustedes el gran Carlos Tajuelo, el fotógrafo del alma.

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