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Jorge Pastor
Lunes, 20 de abril 2015, 00:25
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Este pistolero se llama José López, el gran capitán del Jaén Fútbol Sala. La humildad en persona. Un señor capaz de meterle uno de los goles decisivos al todopoderoso Fútbol Club Barcelona en la final de la Copa de España y días después llorar como un crío en la intimidad de su habitación tras enterarse de que Alfonso, el cancerbero de la aceituna mecánica, se rompía el ligamento cruzado de la rodilla y se perdía el resto de la temporada. «Mis compañeros son mis amigos y aquello me dolió tanto como si el lesionado fuera yo», dice José Lopez.
Forma parte del Jaén Fútbol Sala desde hace nueve temporadas, «en aquellas épocas complicadas que militábamos en Segunda B y casi nos costaba el dinero jugar al fútbol sala». Por eso y por el amor a un deporte que lleva más de dos décadas practicando «la Salobreja es como mi segunda casa, confiesa», vivió como un sueño el momento glorioso de levantar la Copa en el Quijote Arena y luego ofrecérsela a la afición desde el balcón de la Diputación en la plaza de San Francisco.
Pero más allá de un crac del balón, José López (33 años) es un padre ilusionado viendo crecer a sus dos hijos y enseñando a leer y escribir a los críos a los que da clase en el colegio Ramón Calatayud. «Me encanta la docencia, formar y formarme con los niños», manifiesta José López, un referente emocional para la hinchada amarilla y quién sabe si también, en breve, de la hinchada roja de la Selección Nacional.
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