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Jorge Pastor
Viernes, 12 de septiembre 2014, 00:35
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En Jaén, por aquello de que la mitad de las familias tienen los olivos como fuente de renta principal o secundaria -más lo segundo que lo primero-, siempre se suelen abordar los temas relativos al olivar desde la perspectiva de los productores. Pero también hay mucha gente que se limita a consumir. E incluso otros muchos -más bien muchísimos- tienen esa doble faceta, lo producen y lo toman. De lo que cobran los olivareros hay mucha literatura, pero ¿de lo que pagan los usuarios? La cuestión es que el incremento de los precios en origen también se está notando en las estanterías, aunque aún no en la misma proporción. Según el Observatorio de Precios de la Junta, con datos provisionales hasta principios de julio, el virgen se tarifa en las tiendas a un promedio de 3,28 euros el litro, mientras que la pasada campaña la media fue de 2,93 euros. Estamos hablando de un aumento de casi el doce por ciento en términos relativos, cuando en origen la subida supera el treinta por ciento. Aún no se han extrapolado las últimas alzas que han llevado el kilogramo de 'oro líquido' en almazaras y cooperativas hasta los 2,60 euros el kilogramo.
Así estamos. Echar un litro en el carrito está costando ya más de tres euros. Y es que, según diferentes estudios, precisamente el intervalo comprendido entre los 3,00 y los 3,20 euros es el umbral crítico a partir de cual hay peligro de que las familias dejen de adquirir olivas -en los extras el margen es algo superior- y se pasen a otras grasas vegetales más económicas. Esta coyuntura ya se está notando. La gran incógnita por despejar es si hay peligro de que esto vaya a más en el medio plazo, ante la expectativa de una campaña tan corta como la de hace dos años y la consiguiente repercusión en la valoración del producto en los mercados -en teoría la tendencia debería ser al encarecimiento-. No tardaremos mucho en comprobarlo.
Lo dicho, a la vista de las estadísticas que manejan organismos como la Agencia de Información y Control Alimentarios, es posible que algo ya esté ocurriendo. Al menos eso se desprende de los tres últimos meses computados por este ente, dependiente del Ministerio de Agricultura. Si comparamos con el mismo mes del año anterior, observamos que en 'mercado interior' se produjo una caída de la demanda de 200 toneladas en mayo, 7.800 en junio y 10.100 en julio. Si tenemos en cuenta que en épocas de crisis -como la que aún seguimos viviendo pese a esa incipiente recuperación que aún no se nota nada en los peculios domésticos-, el 'factor precio' es clave en las decisiones de compra, pues 'blanco es y la gallina lo pone'. No está pasando lo mismo en las exportaciones, cuyas variaciones interanuales siguen siendo muy positivas.
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