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El esfuerzo que ha realizado la plantilla durante todo el año ha sido digno de alabanza pero finalmente no sirvió a obtener el objetivo.
Las dos caras de la primera temporada del Atlético Mancha Real en la Segunda División B
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Las dos caras de la primera temporada del Atlético Mancha Real en la Segunda División B

Los verdes no lograron finalmente el objetivo de la permanencia en una primera temporada en Segunda B con dos caras muy diferenciadas

JESÚS MUDARRA

Martes, 2 de mayo 2017, 00:31

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Tal vez, antes del comienzo de la temporada, muchos aficionados del Atlético Mancha Real hubiesen firmado seguir teniendo opciones de permanecer en Segunda B a falta de tres jornadas para que acabase la competición. Era lógico este pensamiento teniendo en cuenta que el club mancharrealeño empezaba en septiembre su primer año en una categoría en la que iba a tener el menor de los presupuestos, y con diferencia.

Contra todo argumento lógico, Juan Arsenal cumplió con sus palabras a principio del verano: «Vamos a dar de que hablar». Con un equipo que ya venía prácticamente hecho del ascenso y con refuerzos como el de Airam Benito, que ha sido una de las revelaciones de esta temporada, el cuadro verde no solo tomó bien el pulso a la Segunda B sino que comenzó a convertirse en un rival nada cómodo para el resto de los equipos.

No tardaron los mancharrealeños en convertirse en una de las escuadras más anotadoras del Grupo IV pero también en una de las más goleadas, lo que convirtió cada uno de sus encuentros en un auténtico espectáculo. Disfrutó el Juventud durante el primer tramo de la temporada de un fútbol de muchos quilates y precisamente este brillo sería lo que a la larga le acabaría costando caer de forma igual de fulgurante que había subido.

Mercado desgraciado

No fueron pocas las miradas que se posaron en la plantilla del Atlético Mancha Real y con razón. A pesar de las numerosas lesiones y las sanciones (que ha sido una de las asignaturas pendientes de los verdes) el equipo compitió hasta tal extremo que llegó a ser noveno con más de dos tercios de los puntos que tiene en estos momentos cuando tan solo se llevaban transcurridas 16 jornadas de liga.

La dupla que conformaron Airam Benito y Elady Zorrilla, con más de 20 goles entre los dos, entró en las agendas de todos los directores deportivos que debían reforzar su plantilla en el mercado invernal y fue ahí donde comenzaron los problemas para el Atlético Mancha Real.

El club decidió hacer el favor a Elady de dejarle marchar al Real Murcia por todo lo que el futbolista había dado en el año del ascenso y por la insistencia del jugador en progresar en su carrera. Se aprovechó también el mercado para dar salida a jugadores que no habían terminado de encajar en la entidad, como Iker Zárate, pero se perdió mucho más de lo que se ganó.

Linares y Peces tuvieron que abandonar la disciplina del equipo para garantizarse un futuro laboral más estable y, aunque Borja dio un paso al frente convirtiéndose en un futbolista clave para el equipo, se echó en falta que los refuerzos llegados en el mercado invernal sirviesen realmente para la competición.

Quitando a Cifu y Álvaro Fernández, que desde el primer momento han derrochado todo lo que tenían dentro para ayudar a la plantilla a conseguir el objetivo, el resto de los llegados en el mercado de mitad de temporada no se han acoplado del todo. Fatah no ha demostrado tener el nivel para competir en esta categoría, a Gassama le ha pesado el llevar seis meses sin competir, de Juanpe no se tienen noticias aun, y a Israel Jerez las lesiones le han impedido llegar a ser un recambio de garantías a la baja de Elady Zorrilla.

Racha nefasta

La plantilla se acabó resintiendo con las bajas y, aunque la segunda vuelta comenzó con exactamente los mismos números que en la primera, las sensaciones eran diferentes. Juan Arsenal fue respaldado por la directiva cuando las cosas se pusieron feas y, a pesar de que la plantilla también ofreció su apoyo al entrenador albaceteño, lo cierto es que seguía sin haber visos de reacción y la directiva del club se vio obligada a tomar la decisión de producir un cambio en el banquillo.

Llegó Rodolfo Bodipo y el vestuario pareció insuflarse de una esperanza e ilusiones renovadas pero entonces los resultados no acompañaron al rendimiento del equipo. Aquel que viese los partidos que hicieron los verdes ante el Recreativo de Huelva o el Linares, por ejemplo, pueden entender lo que les ha pasado a los manchegos al final de la temporada, que su esfuerzo ha sido el máximo y su recompensa la mínima.

El resultado fue una racha de catorce jornadas consecutivas sin ganar y un descenso en picado en la tabla clasificatoria de difícil remedio. La Victoria ante La Roda trajo tres puntos que llegaron demasiado tarde para evitar que el descenso fuese insalvable y, aunque la afición se mantuvo impertérrita al lado de los suyos, ya no habría vuelta atrás en el camino de regreso a un Grupo IX de la Tercera División que tendrá excesivo acento jienense la próxima temporada.

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