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JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MÁRQUEZ
Jueves, 8 de diciembre 2016, 21:38
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Concha Velasco, la gran dama de la escena española, recibió en Peal de Becerro el V Premio Tierra Ibera a toda una trayectoria de profunda dedicación al teatro. La actriz vallisoletana, reciente Premio Nacional de Teatro «por su magisterio, pasión y valentía», recogió el galardón que en ediciones anteriores habían obtenido Juan Diego, Rafael Álvarez El Brujo, Emilio Gutiérrez Cava y Verónica Forqué, después de representar la obra de Ernesto Caballero, Reina Juana.
Con el no hay billetes en el Teatro Rafael Alberti, que nadie quería perderse el trabajo de la actriz más querida y respetada del cine, el teatro y la televisión, sobre el escenario pealeño una única intérprete, Concha Velasco, convertida en Juana I de Castilla, Juana la Loca, uno de los personajes más conmovedores de nuestra historia, para contarnos sus vivencias y rendir cuentas a las personas que estuvieron en su vida, antes de morir sola y alejada de sus hijos.
En Peal de Becerro el público quedó rendido a los pies de la actriz desde que se abre el telón y en la atmósfera oscura de la madrugada del 11 al 12 de abril de 1555, la noche de su muerte, Juana pide ver a su confesor Francisco de Borja. Frente a la mirada imaginaria del religioso, la reina española, encerrada desde 1509 en el castillo de Tordesillas, hace un viaje hacia atrás y hacia delante en sus recuerdos llevando al espectador a bordo de su mente a la deriva por un siglo de Historia de España.
Así arranca el monólogo de Ernesto Caballero en el que Concha Velasco escenifica la tragedia de una mujer, hija de los Reyes Católicos, que se ve desde muy niña arrastrada por todas las turbulencias, las intrigas políticas y religiosas de su época. Ante el asombro y la emoción contenida del público pealeño, Concha se mete en el papel de una mujer, una reina destrozada emocionalmente por sus grandes contradicciones, su rebeldía, su fuerte personalidad y un enorme desequilibrio afectivo que cristaliza en ese paseo por el amor y la muerte que es su matrimonio con Felipe de Habsburgo.
Aunque el autor plantea con gran acierto las grandes preguntas de una época marcada por la intolerancia religiosa, la corrupción política y la ambición desmesurada de una monarquía absolutista y el director, Gerardo Vega, resuelve con sobriedad exquisita el tiempo y los movimientos de la escena, nada sería posible sin la pasión, la valentía y la entrega de la reina de las tablas, Concha Velasco, que destila amor al personaje, tan intensamente lo vive que lo convierte en contemporáneo, lo hace suyo propio y hasta consigue, desde la cercanía al espectador, que este se sienta fascinado por la dignidad de la reina y, sobre todo, por el talento de la actriz.
El patio de butacas del Rafael Alberti se contagió tanto de la humanidad que transmitía la escena que respondió con entusiasmo al esfuerzo de la artista. La ovación final no correspondía solo a la interpretación de Reina Juana, iba destinada también a una larga y brillante carrera de casi seis décadas de múltiples registros.
Tierra Ibera
Al acabar la representación, y con el público entregado, Concha Velasco recibió de manos del presidente de Diputación, Francisco Reyes, el premio Tierra Ibera de Peal de Becerro consistente en una réplica de la crátera ática de la Cámara Sepulcral Ibérica de Toya. La delegada territorial de Cultura, Turismo y Deportes, Pilar Salazar; la alcaldesa, Ana Dolores Rubia, y el concejal de Cultura, Antonio Trillo, asistían a una ceremonia en la que la actriz se dirigía al público desde la sencillez y el agradecimiento para expresar «Me siento grande por recibir este honor. Para mí será importante que el año que viene, cuando lo gane otro actor, otra actriz, se diga que en la edición anterior fue para Concha Velasco».
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