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JOSÉ LUIS GONZÁLEZ
Martes, 2 de septiembre 2014, 03:36
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Decía la mítica bailaora Pastora Imperio que bailar, lo que se dice bailar, ha de ser de cintura para arriba. El taconeo es rítmico, requiere un importante esfuerzo físico y, por supuesto, un largo aprendizaje y constancia; pero de cintura para arriba, además de todo lo anterior, hace falta lo que los flamencos llaman duende. Federico García Lorca nos atribuía a los andaluces un don: «En toda Andalucía, roca de Jaén y caracola de Cádiz, la gente habla constantemente del duende y lo descubre en cuanto sale con un instinto eficaz». Pues bien, el público de las Ruinas de Santa María caló a Pastora Galván a los pocos minutos de salir al escenario; supo enseguida que la noche iba a tener duende a raudales.
Lo tuvo ella la noche del sábado como lo tiene toda su familia, una maravillosa herencia de la que todos podemos disfrutar. Hija de José Galván y Eugenia de los Reyes y hermana del excelso Israel Galván se la ve venir a cada paso, en cada expresión, en cada giro. Como diría el poeta cazorleño José Luis Ríos, «el arabesco de sus manos, palomas locas de aleteos incesantes». Todo el arte exprimido sin guardar nada, sin dejarse nada para otro escenario, con la pasión más racial pero sin dejar de lado la perfección en cada movimiento.
Acompañamiento
Y claro, una bailaora de esta talla no podía tener un acompañamiento mediocre. Ahí estaban el cantaor Christian Guerrero su marido-, la guitarra de Ramón Amador y el compás de Bobote. Un cuadro flamenco de primer nivel al que espera en octubre la Bienal de Sevilla y el Teatro Maestranza, con un espectáculo que promete quedar para el recuerdo y en el que se homenajeará a las bailaoras sevillanas Matilde Coral, Manuela Carrasco, Milagros Mengíbar, Loli Flores, Carmen Ledesma y Eugenia de los Reyes madre de Galván-. Todas vivas y todas presentes entre el público.
Acaba de este modo el II Festival Cazorla flamenca. Tres fines de semana en el que se ha mezclado la grandiosa belleza de las Ruinas de Santa María con el mejor flamenco; un cocktel en el que se degusta la esencia de las raíces de la tierra. El éxito ha sido incontestable así como la respuesta del público, por lo que hay suficientes motivos para prever un futuro brillante a este joven evento.
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