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Juan Francisco Brea, en su lugar de trabajo.
«Donar los órganos es una buena forma de querer morir»
JAÉN

«Donar los órganos es una buena forma de querer morir»

En algo menos de año y medio como coordinador de trasplantes de Jaén, Brea Salvago ha logrado la mayor donación multiorgánica registrada en la provincia

MARÍA JOSÉ ÁLVAREZ FRANCIS J. CANO

Domingo, 12 de abril 2009, 11:59

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SUS padres son donantes de órganos. Sus amigos y en general la gente que se mueve en su entorno más cercano, también lo son. Desde muy joven y antes de que se le pasara por la cabeza convertirse en médico, Juan Francisco Brea Salvago admitió como algo «normal» que la decisión de manifestar en vida una posible donación de órganos una vez fallecido y siempre que las circunstancias de la muerte lo permitan, es «una buena forma de querer morir». En diciembre de 2007, este médico internista natural de Cádiz fue nombrado Coordinador de Trasplantes del Complejo Hospitalario de Jaén. Sustituye a Encarnación Castillo, «que fue quien puso todo esto en marcha -dice en referencia al sistema de donación y trasplantes de Jaén- y que ha dejado el pabellón muy alto».

En su corto periodo como coordinador, Juan Francisco Brea ha logrado el récord de donaciones multiorgánicas de la provincia. Fue el año pasado, cuando se registraron 16 donaciones, una cifra a la que sólo se aproximó el Complejo en 2003, con 13. También ha logrado elevar de un 64 a un 86% el nivel de aceptación de las familias del fallecido a la donación. «Es un ascenso muy elevado que será difícil subir», explica no sin dejar claro que su objetivo es conseguir un nivel de aceptación del 100%. En este grado de aceptación mucho ha tenido que ver su talante conversador. Reconoce que se implica con cada uno de los casos -«es muy difícil no hacerlo», aclara- y que ha llorado junto a los familiares de los donantes. «La carga emocional cuando se produce una muerte repentina, como es el caso de donantes válidos, es inmensa. La familia aún no ha aceptado que la persona está enferma cuando ya se le está hablando de muerte y de donación, y eso es rarísimo que no te afecte», indica.

Dice que la mayoría de las negaciones a la donación suceden por falta de conocimiento. Porque el fallecido no se había pronunciado en vida sobre el tema, porque el familiar considera que aún queda una esperanza de vida, porque creen que el entierro se va a retrasar demasiado mientras se hace la donación... Él se encarga de desmentir las falsas leyendas y de ofrecer información «veraz y clara» al familiar. Lo más importante, según apunta, es trasmitir esa idea de donación como un acto natural y sumamente solidario que el asimiló desde pequeño. «Porque no hay nada de antinatural en la donación, absolutamente nada», insiste. Es más, considera que a veces puede llegar a suponer un gran consuelo para los allegados del fallecido. «Una de las anécdotas más emotivas que puedo recordar en este sentido me sucedió casi al principio de mi nombramiento -cuenta- cuando el padre de un donante multiorgánico vino a verme a las dos semanas para decirme que él ya se consideraba padre de otras seis personas más, las que habían podido vivir gracias a los órganos de sus hijo muerto».

Del sistema de donaciones en general destaca dos importantes hitos que lo han permitido evolucionar hasta convertirlo en lo que es hoy. Uno es el mantenimiento de la muerte encefálica del donante para preservar lo máximo posible la calidad de los órganos mientras se produce la extracción y, el otro, el manejo de la inmunosupresión, es decir, el avance en los fármacos que evitan el rechazo del órgano por parte del trasplantado. Pero queda mucho más por hacer. Sobre todo a la hora de ganar tiempo en el mantenimiento isquémico del órgano (periodo en el que se extrae del donante y se trasplanta). No en vano, recuerda que hay órganos que sólo duran 3 horas y que el máximo de durabilidad no supera las 36 horas. En ese mínimo periodo de tiempo se debe realizar la extracción, preparar el traslado hacia el hospital donde se va a realizar el trasplante, poner en marcha el equipo técnico y material... Y, sobre todo, encontrar a un donante compatible y lograr que éste llegue a tiempo.

Para toda esta vertiginosa tarea, el Servicio de Trasplantes cuenta con convenios de colaboración directos con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Ponen a su disposición helicópteros, cortan carreteras... Todo para que el órgano siga vivo y que el trasplante pueda hacerse efectivo. Dice Juan Francisco Brea que de media participan unas 200 personas por trasplante en este tipo de tareas. Mucho esfuerzo y dinero que, gracias a la coordinación de todos los centros hospitalarios españoles, se puede subsanar. De ahí que Brea no crea factible la ampliación de operaciones de trasplante de órganos vitales en Jaén, donde se trasplantan sólo tejidos y médula ósea. «No existe la suficiente demanda para poner en marcha todo el sistema, mientras que contando con los recursos del área a la que pertenece la provincia, se optimiza todo el entramado y se logran mejores resultados», apunta. Es más, considera que la tendencia en el sector es la agrupación. «Porque además de recursos, se necesita experiencia, y un cirujano que sólo haga un trasplante al año o ninguno no tendrá la misma que aquel que lo hace frecuentemente», añade.

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