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El acusado es conducido por la Policía a la sala de vistas. /F. J. CANO
«Yo iba a darles un susto gordo, una broma mala, pero jugué con fuego y me quemé»
JAÉN

«Yo iba a darles un susto gordo, una broma mala, pero jugué con fuego y me quemé»

Fiscalía mantiene su petición de más de 55 años para el acusado de matar a su mujer en Santa Elena Los hijos, a los que según la acusación intentó matar, se enfrentaron al padre en la sala de y los pasillos

JUAN ESTEBAN POVEDA

Miércoles, 25 de febrero 2009, 09:36

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José M.G. comenzó ayer a padecer su pena. No ya por el juicio al que se sometió en la Audiencia Provincial de Jaén, en el que la Fiscalía pide contra él 55 años de cárcel por la muerte de su esposa y el intento de homicidio contra sus dos hijos en mayo de 2007. Fueron sus hijos lo que le infligieron el primer castigo. Luis, en un arranque de rabia, se abalanzó contra él para golpearlo cuando la Policía lo conducía ante la Justicia. Elena, con tres miradas más duras y directas que puñetazos. A José apenas si se le mudó el gesto. Ni cuando su propio hijo lo tiró al suelo ni cuando su hija lo fulminó con la mirada. Y se mantuvo firme en su versión de por qué cogió la escopeta y disparó contra su familia: «Iba a darles un susto gordo, para que siguiésemos todos por una buena vereda (...) Quise jugar con fuego y me quemé», le dijo al tribunal, ante el que negó en todo momento que tuviese intención de matar cuando regresó a casa por la tarde después de pasar el día en los bares.

El procesado negó haber maltratado a su mujer y calificó su relación familiar de «buena», al margen de «las cosillas que puede haber en cualquier matrimonio». Según recordó, el día de los hechos, el 7 de mayo de 2007, su esposa le pidió ayuda y le recriminó que no colaborase en casa. Hubo una discusión y se marchó a los bares. «Bebí todo el día», comentó José M.G., quien dijo que regresó a casa «muy mal» sobre las 20,30 horas (luego varios testigos y sus dos hijos dijeron que no iba tan mal). «Cuando llegué pensaba en darle a mi mujer y a mis hijos un susto. Si mi hija me insulta y mi mujer me atosiga pidiendo más ayuda..., a lo mejor era yo el que más la necesitaba», llegó a decir.

Al entrar subió al piso de arriba fue «derecho» a por una escopeta -tenía en casa seis armas de fuego por su afición a la caza-, la cargó y se encontró en la puerta del dormitorio a su mujer, quien le preguntó si también los iba a matar. «Yo le dije que sí, por seguir con la broma mala, con la mala idea y le dije que sí, que a ella la primera. Y ya no sé que pasó cuando me sorprendió el disparo. La sujeté con el brazo, tenía la mirada perdida y supe que había pasado algo grave», apuntó José M.G., quien negó que disparase a conciencia contra su mujer. «Algo debió pasar, tuvo que haber un forcejeo o un mal meneo». E insistió en que «sólo quería pegar dos o tres tiros al techo» y que lo dejaran solo. La Guardia Civil confirmó que el disparo fue por la espalda.

«Sin decir ni pío»

Inmediatamente, apareció su hijo, que entonces tenía 21 años, al que también disparó para que «el dolor que no estaba dispuesto a soportar no lo soportara nadie, para que no se enterara de nada». El hijo explicó cómo lo había visto él. «Salí del baño y subí. Él me apuntaba. Me disparó sin decir mi pío. Como el que le pega una pedrada a una lata».

Justo detrás estaba su hija, que tenía 17 años. José negó que quisiera matarla. «Lo único que quería era que se fuera para pedir ayuda», señaló. Sin embargo, la joven declaró que él estaba cargando de nuevo el arma, que forcejearon y que consiguió quitarle la escopeta y tirarla por el balcón. Él quedó en el suelo, junto a su mujer. La joven no lo dejó acercarse. Entonces él intentó tirarla por el balcón. Y la salvaron unos vecinos.

La joven llegó a referirse ayer a su padre como un «ogro» y «autoridad suprema de la casa» con constantes cambios de humor y al que no se le podía llevar la contraria. Además, confirmaron que «solía beber», aunque en otras ocasiones lo habían visto «mucho peor» que el día del crimen. En varias ocasiones los había echado de casa a patadas.

«Está muerto para mí. Mi madre es el pilar de mi vida, mi ejemplo a seguir», lo sentenció su propio hijo.

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