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Cientos de inmigrantes hacen cola a diario en el albergue de Jaén para comer, con los olivares de fondo.
Náufragos en el mar de olivos
JAÉN

Náufragos en el mar de olivos

Miles de inmigrantes empujados por el paro en toda España buscan a la desesperada un trabajo en la aceituna en Jaén, desbordando todos los dispositivos de acogida preparados

JUAN ESTEBAN POVEDA

Domingo, 7 de diciembre 2008, 11:18

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MILES de inmigrantes han naufragado en el mar de olivos de Jaén. Se les puede ver por las noches empujándose en la cola de la cena de los albergues, en cajeros, portales y recovecos de cualquier pueblo de la provincia, arrebujados entre mantas y cartones, o al calor de una hoguera. Empujados en oleadas por el hambre y el paro, desembarcan en las estaciones de autobuses, para vagar después de pueblo en pueblo buscando un trabajo en la campaña de la aceituna. Desde hace ya quince días están por todas partes. «Nunca ha habido tantos», han admitido las autoridades provinciales. Pero ni comienza la campaña por las malas condiciones meteorológicos ni habrá trabajo para ellos. Ni siquiera hay un techo para todos.

El Foro Provincial para la Inmigración cifró en unos 2.500 los inmigrantes que están sin trabajo en Jaén. Contarlos es tan difícil como controlar el flujo de mareas y rumores que los llevan de un sitio a otro. Ayer mismo, el Sindicato Andaluz de Trabajadores decía que hay «no menos de 5.000».

«No papel, no dinero, no trabajo», repite sin parar el senegalés Mbay Sow Sall, que se calienta con varios inmigrantes más en una hoguera a la puerta del albergue. «Creía que España era mejor, que era más fácil trabajar. Tener papeles», apunta junto a él Buba, un joven malinés. El desencanto y la desesperación están escritos en el rostro de centenares de subsaharianos que hacen cola para comer en el albergue. «No hay trabajo en ningún sitio, ni para los españoles», repiten uno tras otro.

Tanto el subdelegado del Gobierno, Fernando Calahorro, como la delegada de la Junta, Teresa Vega, han admitido ya que la situación «desborda» el dispositivo de acogida previsto. Un dispositivo de 20 albergues municipales con 800 camas, oficinas de empleo y hasta refuerzo en centros de salud -sólo la Junta invierte dos millones de euros en acogida- que otros años fue calificado de ejemplar y que éste se ha quedado pequeño. Hasta el defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, ha indicado que Jaén no ha estado a la altura.

El 10 de octubre pasado, el subdelegado Calahorro ya advertía que podía pasar cualquier cosa en esta campaña. El paro en la construcción y despidos en empresas importantes de la provincia hacían prever una situación difícil. La campaña de cítricos en el Levante ha sido desastrosa. Y la ingente colonia de inmigrantes de Almería desespera sin trabajo. En años anteriores la campaña de la aceituna absorbía alrededor de 7.000 temporeros inmigrantes que eran imprescindibles para completar las cuadrillas. Esta campaña, con más de 44.000 parados en la provincia (10.000 más que hace ahora un año) no hay sitio para nadie de fuera. «No van a ser necesarios más temporeros», decía ya hace dos meses la delegada de la Junta. El dispositivo de acogida a los inmigrantes fue el mismo de otros años.

Un mes de avalancha

El 5 de noviembre ya había argumentos para prever que no iba a ser una campaña cualquiera. A un mes del inicio de la aceituna había grupos de inmigrantes durmiendo en las calles. Cada día más. En la noche del día 10, medio centenar de subsaharianos se plantó en el salón del plenos del Ayuntamiento para pedir techo. Los políticos no tuvieron más remedio que abrir el albergue. Quince días antes de lo previsto, y antes que ningún otro año. Al segundo día las 200 camas estaban completas y había más de 40 personas en la calle. Detrás del de Jaén fueron abriendo los demás albergues. La delegada de la Junta, Teresa Vega, hablaba aún de «normalidad».

A finales de noviembre los que duermen en la calle se contaban ya por centenares. El martes 25 en Úbeda tienen que abrir un polideportivo porque el albergue y el dormitorio de Cruz Roja (150 plazas) están desbordados. Más de 200 personas se tiran allí a dormir sobre mantas y cartones. Dos días después ocurre algo similar en Jaén. Decenas de inmigrantes aprovecharon otro pleno municipal para pedir abrigo de emergencia. El consistorio, de acuerdo con Cáritas, abrió el viejo albergue del convento de Santa Clara. Da igual que no haya más que unas pocas camas. Hay techo. Desde los primeros días hay más de 200 personas refugiadas allí.

Las autoridades ya admiten que la situación está «desbordada». Los inmigrantes seguían llegando por autobuses. Villanueva del Arzobispo y Villacarrillo también habilitaron refugios de emergencia. Pero nadie más, pese a las demandas de los regidores de Jaén y Úbeda.

La presencia de inmigrantes que no caben en los albergues se generaliza en toda la provincia. En decenas de pueblos. La estrategia de cada municipio es sacárselos de encima: billetes de autobús gratis para los que quieran irse a otro pueblo. O mejor aún, a otra provincia. Se han repartido más de 2.000 pasajes. El 40% de larga distancia. Pero muchos viajes han sido de ida y vuelta entre pueblos de Jaén.

El Foro de la Inmigración -que reunió el día 2 de diciembre a instituciones y agentes sociales implicados- no fue capaz de lograr una solución coordinada ante una «emergencia social». Ante el naufragio, se entonó un sálvese quien pueda. Llegaron a plantearse soluciones para el año que viene. Pero nada concreto para ayudar a quienes duermen en la calle hoy. Anteayer el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, aportó su propuesta ante lo que su delegada en Jaén ha llegado a calificar de «situación dramática»: «Tiempo y paciencia», fue la receta del presidente. El secretario general de los populares andaluces, Antonio Sanz, consideraba ayer esta respuesta «inaceptable» y exigía soluciones. Desde hace una semana políticos de distintas instituciones intercambian reproches.

El bloqueo institucional motivado por el pavor al efecto llamada ha dado paso al protagonismo de los ciudadanos. Hasta donde no llegan las administraciones están llegando voluntarios de organizaciones como Cáritas o Cruz Roja, miembros de cofradías, colegios, activistas del Foro Social y muchos jienenses son el último salvavidas de los que duermen en la calle, náufragos entre los náufragos.

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