JAÉN

LA PENA
Los miembros del jurado han considerado también que Martín Javier merece un castigo más severo por atacar hasta la muerte a una persona con la que le unía una relación de pareja. Técnicamente, agravante de parentesco. Y que hay que atenuar su pena porque después del crimen se entregó en la Comisaría de Policía y confesó.
«Frío e impasible»
«Esta semana se ha celebrado el juicio. Han sido días muy dolorosos, por tener que revivir aquellos amargos momentos, por conocer que lo primero que preguntó a su abogado fue si le permitirían fumar cuando se entregara, por tener que escuchar los testimonios forenses sobre la angustiosa muerte que sufrió mi hermana, por tener que permanecer a pocos metros de su asesino que ha estado frío e impasible durante todo el proceso. Para todas esas cosas hemos estado esperando más de dos años, esperando y sufriendo», dejó ayer escrito Francisco Estepa en la página web dedicada a la memoria de la víctima.
Ha sido la deliberación más rápida que se recuerda en la Audiencia de Jaén. Apenas dos horas necesitó el jurado para emitir un veredicto por unanimidad. Nada más conocer el fallo, la acusación particular, en declaraciones a Europa Press, indicó que uno de los principales testimonios de este juicio ha sido el ofrecido por la misma Rocío Estepa, cuyo cuerpo «ha transmitido su voz» y, gracias a la interpretación de los forenses, quedó «claro» qué pasó exactamente el día de los hechos, el 12 octubre de 2006: A Rocío le causaron «una de las muertes más angustiosas que existen» -en palabras de los forenses- tapándole la nariz y la boca con la almohada o una colcha, sin que apenas pudiera defenderse durante entre cinco y diez minutos, primero con la víctima luchando y luego inconsciente y debatiéndose en convulsiones hasta que dejó de respirar.
El lunes, el acusado sostuvo que no quiso matar Rocío y declaró que, de hecho, él la «quería mucho». Martín Javier explicó que el día de los hechos ambos se enzarzaron en una fuerte discusión «a voces y a gritos» en la que se hicieron reproches mutuos hasta que, en un momento dado, le puso sus manos sobre su cara -«para que me escuchara», alegó-- mientras que ella estaba sentada en la cama y él de pie. «Cuando me di cuenta mis manos estaban en su cuello, no recuerdo si apreté ni cuándo ni cómo», explicó el procesado, quien recalcó que «de pronto» se dio cuenta de que la mujer «no se movía», tras lo que señaló que se le vino «el mundo abajo. Solo recuerdo mis manos en sus mejillas y, de pronto, en su cuello», sostuvo.
Al día siguiente, sin embargo, los forenses desmontaron su versión de los hechos. Señalaron como causa más probable de la muerte de la joven el taponamiento de sus vías respiratorias. Es decir, que bien con las manos o bien con algún objeto se impidió la salida del aire, y los alveolos le estallaron. Los leves signos de extrangulamiento que presentaba no fueron lo que provocó su muerte. Lo más probable es que la víctima sufriera ambos «mecanismos combinados» y que primero intentara estrangularla para después obstaculizar la salida de aire por la boca y la nariz.
La última palabra sobre la condena a Martín Javier la tiene ahora el magistrado. «Nos queda esperar que el asesino de Rocío Estepa Vilchez reciba la condena que merece», dice Francisco, portavoz de la familia.